Críticas
Greed
Los asesinos de la luna
Killers of the Flower Moon. Martin Scorsese. EUA, 2023.
El estudio de la historia de la humanidad puede ser llevado a cabo según dos tipos de análisis : por un lado los hechos históricos, el cambio de los eventos, la transformación de las sociedades como entidades que se rigen de por sí, y por el otro, el factor psicológico, la lectura de los seres humanos en cuanto actores que se encuentran en un contexto preciso. Son, estos, dos análisis que cuando unidos nos traen a la memoria el concepto de historia magistra vitae, o sea de cómo la historia nos puede ayudar a entendernos mejor. Efectivamente, el ser humano sigue siendo el mismo desde los seis y más milenios de historia (y quizás antes, cuando pocas huellas dejábamos en el mundo), y nuestra mentalidad, nuestra manera de ser, nuestra forma mentis es una mezcla de la sociedad y cultura en la que uno vive y de las estructuras psicológicas típicas de cada uno (y entonces de todos). Los eventos se repiten, entonces, a veces como tragedia, a veces como comedia, y a veces como farsa, y la lección que tenemos que extrapolar de lo que pasó en las profundidades de los siglos pasados no puede sino ser la de llevarnos a ser criaturas mejores, libres de fallos que llevan a la perdición tanto de la persona como de la sociedad en la que vivimos, o quizás solo darnos cuenta de los malos que somos y renunciar a la idea de progreso social. Y, entre los pecados laicos de los que nos manchamos en el pasado, se mueve aullando la codicia.
Lo que Scorsese nos regala es, efectivamente, una lección de historia con la que poner de manifiesto no solo parte del alma estadounidense, como puede ser el racismo y la manera de tratar a los pueblos originales, sino también una faceta de nuestra alma en cuanto seres humanos, elementos capaces tanto de acariciar a sus proprios niños como de vomitar asesinatos. Y es así que, en las más de tres horas (tres y media), el director lleva a cabo un trabajo minucioso sobre la psicología humana y lo que la codicia y la avaricia pueden hacer, como si estuviéramos ante una reencarnación de Greed (1924), del director austriaco von Stroheim (sin olvidar los morality plays o todas las tragedias griegas), en un juego de diferentes niveles con los cuales se crean conexiones entre la historia, la cultura americana, el cine, el arte de la narración (las escenas finales son una joya de meta-lenguaje) y, por supuesto, la psicología del ser humano, su manera de ser, fuera y dentro del contexto en el que vive. Y la pregunta que nos hacemos es si las personas, efectivamente, son malas de por sí, como el personaje de De Niro parece serlo, o si es el contexto en el cual viven que los vuelve malos, como quizás sea el caso del de Di Caprio.
La presencia del bien y del mal, entonces, se divide en dos posibles lecturas: la biológica, la que nos dice que dentro de nosotros ya están escondidas las semillas de nuestra enfermedad (y de enfermedad se habla también, no metafóricamente, como la del personaje de Lily Gladstone, símbolo de un pueblo que lentamente muere por culpa de un cuerpo que no nos sostiene), y la cultural, la que impone una lectura sociológica de cómo la riqueza no siempre trae beneficios sino una lenta y terrible podredumbre que solo deja un cuerpo carcomido. La buena suerte de la nación Osage se transforma, así, en el punto de partida de una serie de problemas concretos (una serie de asesinatos) que no pueden encontrar una respuesta que sea simple, en el entramado de relaciones que se abren y cierran (muchas veces feroz y violentamente) entre los diferentes personajes de esta novela narrada con imágenes. Y, por supuesto, la dificultad de dar una lectura que no sea ambigua y de descifrar las estructuras internas de cada elemento nos lleva a darnos cuentas de que, efectivamente, no hay un verdadero personaje completamente positivo capaz de regalarse el rol principal, el de héroe o heroína, menos, quizás, el de Mollie, quien se sumerge en la duda de si su marido la ama o no (y, por supuesto, la metáfora es de si los blancos aman o no a los Osage).
Es una lección de historia, entonces, esta obra maestra de Scorsese. Una lección que nos pide atención y que, sin embargo, logra que nos dejemos llevar durante su largo trayecto, sin que sintamos la necesidad de cerrar los ojos y alejarnos de lo que nos están contando. Y, por supuesto, forma parte la película de los cuentos necesarios, los que nos permiten acercarnos a la realidad no solo histórica (una ficción más verdadera que la realidad en la que está basada), sino también personal, de cada uno de nosotros; un cuento que se inserta en la cultura no solo americana, sino también global, de cada persona, capaz de trascender las fronteras de su contexto histórico y al mismo tiempo respetarlas, en un continuo moverse entre marcos fluidos que en su última lectura nos abren las puertas necesarias para obtener una respuesta muy sencilla a una pregunta que quizás siga repitiéndose desde que los primeros seres humanos empezaron a hacerlo: ¿para qué sirve el arte de la narración?
Ficha técnica:
Los asesinos de la luna (Killers of the Flower Moon), EUA, 2023.Dirección: Martin Scorsese
Duración: 206 minutos
Guion: Eric Roth, Martin Scorsese
Producción: Dan Friedkin, Bradley Thomas, Martin Scorsese, Daniel Lupi
Fotografía: Rodrigo Prieto
Música: Robbie Robertson
Reparto: Leonardo DiCaprio, Robert De Niro, Lily Gladstone, Jason Isbell, Sturgill Simpson