Los ausentes

Una historia minimalista rodada en un pueblo bonaerense y cuatro personajes que transitan la desazón de la ausencia es la propuesta de Luciana Piantanida con su ópera prima, Los ausentes. Un filme de ficción, donde desarrolla un relato introspectivo sobre las pérdidas y el proceso de duelo que atraviesan los personajes.

La realizadora ha sido coguionista de Adrián Caetano en los filmes Mala y NK: la película, y productora de La larga noche de Francisco Sanctis, ganadora de los premios a la Mejor Película en la Competencia Oficial Internacional y a Mejor Actor (Diego Velázquez), así como el reconocimiento de los Premios Signis y Feisal en Bafici 2016.

En vísperas a la llegada del carnaval, el paisaje bucólico es el sitio elegido por una joven llamada Gringa (muy bien interpretada por Jimena Anganuzzi), quien se ha alejado de su madre para irse a vivir con su novio (Agustín Rittano). Ambos atienden el bar del pueblo mientras, esperan a su primer hijo. Sin embargo, entre ellos la convivencia no sale como esperaban. Una tarde llega al bar un misterioso hombre, llamado Tania (Jorge Prado), que les alquila la pieza destinada al futuro bebé. Su huésped sale todos los días a buscar a la mujer que lo ha abandonado. Paralelamente, Jafa (Alberto Suárez) es dado de alta en el hospital, tras sufrir un accidente donde perdió a su esposa. Ni bien se entera de la noticia, descubre que no ha sido enterrada donde él deseaba.

Cada uno de los personajes transita la pérdida de algo deseado. Mientras aguardan un cambio de rumboena sus vidas, el tiempo parece prologarse desmedidamente. Sus rostros son tomados bajo encuadres muy precisos y primeros planos que contienen el descontento del paso inasible de los días. El manejo de una luz escasa genera un clima nostálgico y misterioso que se complementa con el uso del sonido ambiental. Un sonido juega de contrapunto entre el afuera y el adentro para nutrir a las imágenes de una vitalidad opuesta a la quietud de los interiores.

“Para hablar de la ausencia, dice su directora, lo más importante era poder transmitir sensorialmente ese estado en que viven los personajes. Y si bien cada uno de ellos tiene su historia individual, hay algo que los hermana: una especie de obsesión con su ausencia, una necesidad de hacer del momento del duelo, un momento de acción”.

Sin embargo, esa acción a la que alude Piantanida está planteada a partir del uso recurrente de tiempos muertos y de escasos diálogos. De esa manera, el desarrollo narrativo avanza lentamente y se muestra esquivo ante el suministro de información. Un tono y tratamiento similar al utilizado en La Larga vida de Francisco de Sanctis, con la gran diferencia del contexto político como trasfondo. A lo largo de la película, esa falta de datos permite al espectador construir sus propios imaginarios en relación a los personajes frente a una historia que se le presenta de manera sintética, sin un antes ni un después.

A través de acciones mínimas y silencios prolongados, la cámara atraviesa el vacío de la casa ocupada por una ausencia que interpela a sus protagonistas, principalmente a Gringa. En Los ausentes, si bien hay una coherencia estilística entre forma y contenido, también se repite cierta tendencia narrativa de realizadores como Ezequiel Acuña o Lisandro Alonso, en relación a un estilo de cine poco narrativo, con historias débiles y personajes abúlicos que deambulan en busca de un sentido a sus vidas.

Ante una historia tan apocada y, por momentos, sin rumbo cierto; un tema tan sensible y potencial como las pérdidas, termina diluyéndose. El filme se arriesga hacia el final a tomar una postura, pero reacciona a destiempo, distanciándonos de ese lugar de interpelación al que arriesgan otras propuestas cinematográficas.

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