Críticas
Oro y sangre
Los hermanos Sisters
The Sisters Brothers (Les Frères Sisters). Jacques Audiard. Francia, 2018.
Quiero empezar diciendo que Jacques Audiard es una de mis debilidades cinéfilas. Dejaré a un lado mis filias e intentaré ser objetivo en esta crítica, pero me parecía justo avisar a los lectores de mi posicionamiento: creo que tenemos una suerte bestial de poder disfrutar del cine de este director, del que no me equivoco si digo que es de los más importantes cineastas en activo. Nada más que por esa joya llamada Un profeta (Jacques Audiard, 2010) película que debería estar de manera obligada en cualquier lista de las mejores películas de lo que llevamos de siglo XXI, se merece toda reverencia.
Pero no estamos aquí para hablar del pasado. Es la actualidad candente lo que reclama nuestra atención, y en el caso de Audiard esto se traduce en su última película, Los hermanos Sisters, western atípico, construido a partir de alguno de los clichés inamovibles del género. Tengo que decir, sin dudas, que es una película excepcional.
En el curioso camino que lleva la carrera de Audiard, nos adentramos en los muy visitados terrenos de la película del Oeste, lugar peligroso por lo terriblemente fácil que es caer en lugares comunes y trillados. Hablamos de un género que prácticamente nace con el cine, con centenares de películas dedicadas a la correrías de intrépidos exploradores de salvajes parajes, que regala la sensación al espectador de haberlo visto todo. Lo curioso es que estas historias sobreviven, mostrando capacidad mutante como pocos estilos tienen, muy lejos de los éxitos masivos de antaño, pero generando películas muy interesantes.
Los hermanos Sisters pertenece a esa clase de obras sorprendentes y, al mismo tiempo, pensada con respeto reverencial por los clásicos. Audiard es capaz de mezclar nostalgia y sentido de la autoría para contar esta historia repleta de los cimientos clave del género, pero revestidos con tanta humanidad y sensibilidad que el talentoso director nos empuja al extraordinario universo propio que ha generado a lo largo de su dispar filmografía. Audiard entremezcla en el neblinoso estilo que le caracteriza el realismo más salvaje y rotundo con ciertos toques de ensoñación, de camino onírico que reviste la dureza de la visión del director con la sensación de fantasía inverosímil, experto visitante de las fronteras de lo imposible. Esta alquimia requiere pericia y sensibilidad, pulso firme y convencimiento en las posibilidades de la historia; de todo eso anda sobrado Audiard, especialista en el retrato impenitente de lo mejor y lo peor del ser humano.
Los hermanos Sisters nos propone un viaje en el tiempo, hacia la época de la fiebre del oro, donde los sueños dorados se topaban irremediablemente con la triste realidad. En ese ambiente inhóspito sobreviven los dos hermanos Sisters. Charlie y Eli no pueden ser más diferentes. Aún así, son asesinos eficaces y despiadados, la clase de hombre que se necesita cuando se busca efectividad y pocas preguntas. Tras la frialdad del pistolero, hay dos seres humanos, con miserias y demasiado recorrido a las espaldas. Se mueven entre la aceptación del destino manchado de sangre y la esperanza de que hay algo mejor al final del camino. Se dirigen a una nueva misión, un nuevo asesinato. En esta ocasión, el viaje tiene preparadas algunas sorpresas, que cambiarán para siempre la vida de los dos pistoleros.
Audiard se vale de esos paisajes reconocibles del western, todas esas piezas del género que cualquier aficionado espera ver en la pantalla. El caso es que el fantástico director francés es demasiado hábil como para acomodarse a los estándares. Con todos esos elementos clásicos, Audiard construye una película de ritmo propio, pensada al milímetro, sin grandes estridencias, presentada con sencillez y elegancia, pero también con la mugre y la sangre del violento mundo en el que se mueven los protagonistas.
Los hermanos Sisters es película de enorme presencia masculina, como indican los cánones del western. Tipos duros, inamovibles, por encima del bien y del mal, hechos a sí mismos, representación icónica de la esencia americana. Otro cliché que Audiard esquiva con pericia, ya que deja atrás cualquier exceso testosterónico, dando lugar a un western moderno que da una vuelta de tuerca a la anacrónica y sudorosa identidad masculina que ha servido de cimiento a tantas películas. Con este puñado de tipos duros, Audiard plantea un trabajo majestuoso de psicología de los personajes, con dos hermanos que afrontan el presente de manera muy distinta, arrastrando los mismos fantasmas del pasado.
Para este resultado redondo, encontramos un reparto masculino que es de lujo, y funciona de manera orgánica con las intenciones del director. Joaquin Phoenix se siente como pez en el agua enfundado en la piel de otro personaje límite y lleno de aristas, a punto de ser un auténtico psicópata, pero aferrado a los últimos resquicios de humanidad. John C. Reilly demuestra por enésima vez el enorme actor que es. Estamos acostumbrados a su presencia como secundario de lujo, y es que hay muy pocos actores capaces de tanto despliegue de personalidad sin engullir al resto del reparto. Equilibrado, entrañable en su papel de tipo corriente atrapado en la espiral de violencia y con no demasiadas luces, poco a poco, se hace con el peso de la película, y presenta la mejor evolución de todo el reparto.
Audiard, como decía, imprime su visión autoral en todo momento, armado de un ojo privilegiado tras la cámara, que convierte el salvaje entorno en el escenario perfecto para que sus personajes afronten la extraña tragicomedia de ambición y amistad en los límites del mundo en el que se transforma la película. El ritmo pausado se mantiene de manera firme, ejecutado con pulso maestro por el director, condimentado con la aparición de explosiones de violencia fría y brutal, sin perder ni por un segundo la perspectiva. Los silencios son tan esenciales como el sonido de los revólveres, y las sensaciones que regala con el preciosismo feroz van desde el nauseabundo olor de cadáveres y pólvora hasta viajes al alma de estos personajes que sueñan con algo mejor.
Los hermanos Sisters es hermosa, entrañable, violenta, única; gran cine que huele a clásicos renovados por el espíritu intrépido de un director tan especial como su obra, muestra inequívoca de la personalidad del autor. Sí, lo sé, están ustedes pensando que mi entusiasmo se debe a mi confesada devoción por el director francés. En mi defensa diré que, a pesar de eso, espero haber transmitido las muchas emociones que sentí con el visionado de esta película, convenciendo al lector para pasar por taquilla. Estoy seguro de que no se arrepentirán. A ver si aumentan las filas de fieles al inimitable Jacques Audiard.
Tráiler:
Ficha técnica:
Los hermanos Sisters (The Sisters Brothers (Les Frères Sisters)), Francia, 2018.Dirección: Jacques Audiard
Duración: 121 minutos
Guion: Jacques Audiard, Thomas Bidegain (Novela: Patrick Dewitt)
Producción: Annapurna Pictures / Why Not Productions / Michael De Luca Productions / Page 114 / Mobra Films Productions / KNM / Top Drawer Entertainment / France 2 Cinema / France 3 Cinéma / UGC Images / Apache Films / Les Films Du Fleuve
Fotografía: Benoît Debie
Música: Alexandre Desplat
Reparto: Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Jake Gyllenhaal, Riz Ahmed, Allison Tolman, Rebecca Root, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Ian Reddington, Philip Rosch, Rutger Hauer, Carol Kane, Creed Bratton, Duncan Lacroix, Niels Arestrup
Audiard es capaz de mezclar nostalgia y sentido de la autoría para contar esta historia repleta de los cimientos clave del género, pero revestidos con tanta humanidad y sensibilidad.—ideas del autor de la nota con las cuales coincido y que resumen perfectamente
el film.Por momentos fresco , como si estuvieramos leyendo un viejo comic de vaqueros ,violento ,a veces ,con excelentes exteriores como los viejos directores montes y arroyos de Hakws -Disfrutable …. original.