Críticas
De lo público y de lo privado
Los informes sobre Sarah y Saleem
Otros títulos: The Reports on Sarah and Saleem.
Al-Taqareer Hawl Sarah wa Saleem. Muayad Alayan. Palestina, 2018.
Muayad Alayan es un director palestino que, desde el principio de su trayectoria como cineasta, se ha preocupado por mostrar al mundo las realidades cotidianas de su pueblo. Los informes sobre Sarah y Saleem es su segundo largometraje, tras Al-Hob wa Al-Sariqa wa Mashakel Ukhra (Love, Theft and Other Entanglements, 2015). En esta ocasión, el realizador también aprovecha para observar y registrar con su cámara la vida de los palestinos en Jerusalén. También la de los israelíes. Muayad Alayan se sitúa en la ciudad referida en épocas actuales y lo que aparentemente va a contar es una relación sexual entre dos personas. Pero existe un gravísimo problema en ese vínculo: la pareja está compuesta por un árabe y por una judía. Blanco y negro, agua y aceite. Un nexo inconcebible. Además, al turbio asunto debe añadírsele sendas infidelidades conyugales.
Ella es Sarah. Es israelí, judía, está casada con David, un militar miembro de los servicios especiales de seguridad de su país, tiene una hija pequeña y regenta una cafetería en la zona occidental de la ciudad. Él es Saleem. Se trata de un palestino, casado con Bisan y a la espera del nacimiento de un hijo, vive en la parte oriental y se gana la vida como repartidor. El azar y la ocupación de cada uno hará que se conozcan, se atraigan e inicien una peligrosa y lo que es considerada censurable y hasta punible historia de amor. Quizás en el Código Penal de Israel no está específicamente perseguido como delito, pero es lo mismo. Las consecuencias pueden ser mucho peores que una pena privativa de libertad o de cualquier otro calibre preestablecida jurídicamente. Constatando otra vez la plena vigencia de la ley de Murphy por hechos empíricos, piensen en lo peor y escena a escena se irá cumpliendo. Lo que parece que podría permanecer como un simple acaloramiento sexual, ardiente por la novedad, por el alejamiento de la rutina y excitante al transitar caminos prohibidos, termina convirtiéndose en una bomba de relojería. Lo que debería permanecer en la vida privada se transforma en asunto de estado y sus consecuencias transformarán, además de la vida de los implicados, la de sus seres más cercanos, allegados y conocidos. Un verdadero drama que se torna en una película de suspense por su trama, ritmo y por la incertidumbre que provoca.
De Los informes sobre Sarah y Saleem nos han interesado especialmente dos asuntos. El primero de ellos se refiere a tener la ocasión de ser espectadores y tomar conciencia de la diferencia de calidad de vida entre los judíos israelíes y los palestinos de la zona. El filme aprovecha para ofrecer una visión de la ciudad de Jerusalén actual, de Belén… Y aunque ya lo sospechábamos, nos percatamos de las desigualdades evidentes en calidad de vida entre los pertenecientes al sector israelí y los que están desplazados en el palestino. Alto y muy aceptable nivel en los primeros, alojados en apartamentos espaciosos, modernos, decorados con más o menos gusto pero con dinero; frente a ello, estrechas casas en las que se hacinan los árabes y en donde no cabe lujo alguno. Un potente sistema de seguridad frente a formas de resistencia en la opacidad. Pistolas frente a piedras. Posibilidades de acceso a trabajos atrayentes frente a escasas posibilidades en llegar a cubrir necesidades básicas con las ocupaciones al alcance de los otros…
Hablábamos de dos temas que nos habían atraído. El segundo se centra en la potencia que terminan asumiendo las mujeres, empoderadas, asombrando con personalidades abrumadoras y valientes. Llega a emocionar la solidaridad que puede surgir entre ellas, incluso en las circunstancias más arriesgadas. Féminas actuando y decidiendo, buscando soluciones a los problemas que se incrustan en el camino y se enquistan cuando son abordados por hombres. ¿Para cuándo cuotas obligatorias de género en las cúpulas de los diversos poderes políticos, económicos o fácticos? Además de creer y luchar por una igualdad efectiva, desde ya, estamos convencidos sobre la mejora que supondría en luchas contra injusticias varias, en integración y respeto por el diferente y en el cumplimiento de asistencias y derechos básicos.
El largometraje de Muayad Alayan, basado en hechos reales, más o menos, va descubriéndose desde distintos puntos de vista narrativos, que cambian aleatoriamente. Igual sigue a Sarah, a Saleem, a cualquiera de sus parejas o a quien más convenga en cada momento para que la trama avance. Y lo hace en una travesía de incidentes inesperados que van sucediéndose, ya que la tostada siempre va cayendo por el lado de la mantequilla. Hay que tener en cuenta que el filme se realizó en una época en el que se produjeron ataques israelíes a los cuarteles generales de la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania. En esas invasiones se obtuvo, por parte del ejército israelí, muchísima documentación, entre ella, los informes del título de la obra. Además, su director creció en Jerusalén Este y también consiguió trabajos en la zona en la que viven la mayoría de israelíes. Fue consciente, por tanto, del polvorín en que estaba convertida la región y del terreno minado que pisaba. Para rematar, procede de familias expulsadas de sus hogares en 1948. Antecedentes y conocimientos que ayudan a elaborar el contexto de la película y asientan la sensación de veracidad. Resulta curioso, pero tampoco sorprende que lo que al final acaba teniendo mayor relevancia no son las infidelidades. Lo que abrirá la caja de Pandora será precisamente la circunstancia de la diferencia de comunidades a la que pertenecen los amantes. Unos pueblos eternamente enfrentados en una lucha desigual y cada vez más exacerbada.
La película cuenta con excelentes interpretaciones que destacan en naturalidad y saben reflejar en rostros y demás gestos las tensas, incómodas y dramáticas situaciones que se van viviendo. También debe sobrecoger a los espectadores el estado policial instaurado, vigilante en todo momento. Un Dios estado que conoce y registra los movimientos de todos y todas, las relaciones, incluso sus conversaciones. Al menos, siempre quedará el pensamiento, mientras no se intente penetrar en el mismo por métodos de coacción físicos o sicológicos. El filme también acierta con un elevado nivel en la tensión narrativa, lo que se incrementa por las estupendas interpretaciones mencionadas, en especial la de las cuatro personas a las que únicamente deberían haberles importado los hechos acaecidos.
Estamos ante un interesantísimo largometraje que pretende enseñar un territorio y la vida de sus gentes desde su mismo foco. Una situación que se eterniza y agrava sin que parezca que importe a nadie. Asemeja que fuerzas dominantes prefieren que ese estado policial, coactivo, persecutorio y alejado de cualquier rasgo humanitario permanezca en la oscuridad. Difícilmente oiremos hablar de ello entre las repetitivas noticias políticas, económicas y culturales de nuestros medios de comunicación occidentales. El silencio, junto al apoyo no solo implícito de fuerzas muy poderosas, son barreras que se muestran infranqueables. Valioso granito de arena el aportado por Muayad Alayan en la lucha por hacer visible una realidad vergonzosa.
Tráiler:
Ficha técnica:
Los informes sobre Sarah y Saleem / The Reports on Sarah and Saleem (Al-Taqareer Hawl Sarah wa Saleem), Palestina, 2018.Dirección: Muayad Alayan
Duración: 127 minutos
Guion: Rami Musa Alayan
Producción: Coproducción Palestina-Países Bajos (Holanda)-Alemania-México; KeyFilm / Manderley Films / Monofilms / Palcine Productions
Fotografía: Sebastian Bock
Música: Frank Gelat, Charlie Rishmawi, Tarek Abu Salameh
Reparto: Ishai Golan, Hanan Hillo, Maisa Abd Elhadi, Kamel El Basha, Sivane Kretchner, Bashar Hassuneh, Adeeb Safadi, Jan Kühne, Rebecca Esmeralda Telhami, Mohammad Eid, Mohammad Titi, Amer Khalil