Viñetas y celuloide
Los superhéroes y el cine en 2016
Muchos pensaban que sería una moda pasajera y no apostaban mucho por la presencia de los justicieros enmascarados en pantalla, pero lo cierto es que parece que los superhéroes han venido para quedarse. Las cifras en taquilla demuestran que, lejos de agotarse la fórmula, cada año se mejoran los rendimientos económicos de estas controvertidas propuestas audiovisuales. Las productoras se frotan las manos y preparan sus proyectos con las vistas puestas a medio y largo plazo, y parece que tendremos tipos disfrazados hasta el 2020 (de momento). El 2016 no ha permanecido ignorante del poderío de los héroes de Marvel y DC, así que os proponemos un repaso de lo que ha dado de sí el género a lo largo del año. El enfrentamiento entre las grandes editoriales se reparte entre tres grandes productoras, aunque todo indica que el futuro trae noticias bajo el brazo sobre nuevos universos que se pueden unir a esta colorida fiesta de superpoderes.
MARVEL/DISNEY: Guerra Civil
La Casa de las Ideas ha trasladado las bases de su historia editorial a las pantallas. Esto da como resultado un universo en perfecta cohesión, donde lo que sucede en cada una de las películas dedicadas a distintos personajes reverbera en una especie de trama común que subyace tras cada entrega. Este año tenemos para el recuerdo dos acometidas de este particular universo, con la tercera entrega de las aventuras del Capitán América y la llegada de un nuevo personaje, Doctor Extraño.
Civil War elevó la tensión de la franquicia, puesto que el conflicto se centraba en las diferencias dentro de Los Vengadores, divididos en bandos a cuenta del regreso de Soldado de Invierno. Tras la fallida La era de Ultrón (Joss Whedon, 2015), Disney apostó por la renovación estilística, dejando en manos de los hermanos Russo el futuro del universo cinematográfico de Marvel. Ya quedaron claras sus intenciones en la sorprendente (para bien) Capitán América: Soldado de invierno (Anthony y Joes Russo, 2014). Esta secuela, sin llegar a la altura de su predecesora, dejó buen sabor de boca a los fans, gracias al trepidante sentido de la acción que impregna cada secuencia de la película. El morbo de ver a los pesos pesados de las diferentes franquicias partiéndose el espinazo contra sus antiguos compañeros animó al público a pasar por caja. Además, el aliciente del regreso de Spiderman a casa se transformó en uno de los grandes reclamos de la cinta. Tras años en manos de Sony con irregulares resultados, el arácnido favorito de los lectores volvía a Marvel, protagonista de alguno de los momentos más recordados de Civil War.
Las consecuencias de esta fragmentación serán la base para el futuro de la apuesta de Marvel/Disney y tendrá continuación en la esperada película dedicada a Pantera Negra, otro de los recién llegados a la franquicia Vengadores.
El otro puñetazo sobre la mesa de Marvel/Disney ha sido Doctor Extraño (Scott Derricckson, 2016), o lo que es lo mismo, la introducción del universo mágico de Marvel en su apuesta cinematográfica. Creado por Stan Lee y Steve Ditko en los años 60, Stephen Starnge es uno de los grandes iconos de La Casa de las Ideas. Scott Derrickson ha sido el encargado de llevar a buen puerto las aventuras del hechicero supremo y, desde luego, ha dado un giro de tuerca al aspecto visual de las películas Marvel. Si bien son entretenidas y efectivas, parece que la unificación de criterios es la clave en la productora. El director queda encorsetado en muchas ocasiones por el aspecto visual común, que dé idea de universo cohesionado. En el caso del Doctor Extraño se atreven con un poderío visual desconocido hasta el momento en Marvel, y el resultado es un mundo propio, mezcla de los delirios oníricos de Origen (Christopher Nolan, 2010) y Matrix (hermanos Watchowsky, 1999).
Gran película de aventuras que introduce novedades al universo Marvel, a pesar del fastuoso aspecto visual, bien es cierto que cae en muchas de las debilidades que han mostrado las películas de la productora. A saber, la falta de personalidad y contenido en los villanos y personajes femeninos, que no pasan del florero/interés romántico del héroe. Parece mentira que después de tantas películas todavía no acierten con la tecla adecuada en este aspecto.
Warner/DC: La nada detrás del ruido
Warner ya debería tener la lección aprendida, tras el proceso de ensayo y error de su máxima competidora, Marvel. La llegada a rebufo de los héroes de DC ha dejado para el recuerdo alguno de los momentos más nefastos del género. Zack Snyder y David S. Goyer se han convertido en los grandes artífices del este joven universo superheroico, con resultados desequilibrados e incluso irritantes.
Batman Vs Superman (Zack Snyder, 2016) nacía como secuela de la excesiva Man of Steel (Zack Snyder, 2013), reinicio de las aventuras de Superman. Todos los fans teníamos las expectativas por las nubes ante la llegada del enfrentamiento entre estos dos titanes del mundo del cómic. Por desgracia, el resultado quedó muy lejos de nuestros anhelos, y la película naufragó por culpa de los excesos de Snyder, demasiado ocupado en el lucimiento personal como para fijarse en la historia que está contando. Agujeros de guion, incoherencias, ideas peregrinas lanzadas sin piedad para avanzar la película a cañonazos y alguna de las soluciones más ridículas vistas en el cine de acción reciente dejaron la gran superproducción del año en agua de borrajas. La pretendida seriedad del estilo Snyder no ocultó las debilidades estructurales de una historia que, en ciertos momentos, resulta insultante.
Pero Batman Vs Superman se puede considerar arte y ensayo si lo comparamos al otro disparate fílmico estrenado por Warner este año con superhéroes de por medio. Escuadrón Suicida (David Ayer, 2016) también distaba como película de la comedia de acción macarra que se nos vendió en principio. Personajes ridículos y sin forma se enfrentaban a villanos inexplicables en una película estúpida, que no sirve ni como entretenimiento. Pasos en falso, falta de brújula interna en la productora y fe ciega en un modelo efectista pero vacío no hacen presagiar nada bueno en el futuro de Warner/DC.
FOX: Siempre nos quedarán los mutantes
Por otro lado, Fox permanece como tercera en discordia, dueña de los derechos de algunos personajes Marvel. El único camino seguro ha sido, hasta el momento, la franquicia mutante, que ha dado tantas alegrías como disgustos. A priori, el regreso de Bryan Singer a la dirección de los hijos del átomo las prometía felices, y algo de esperanza nos quedaba tras la emocionante Días del futuro pasado (Bryan Singer, 2014). La historia elegida nos contaba la llegada de Apocalipsis, mutante inmortal proveniente del antiguo Egipto. Por desgracia, la película quedó en un entretenimiento ligero sin más, por culpa de personajes sin carisma ninguno, repetición y un guion de mínimos. Insatisfactoria, y sobre todo si se tiene en cuenta que la franquicia había cobrado lustre renovado.
Lo curioso es que Fox se marca el tanto del año en lo que a cuestiones de tipos enmascarados se refiere, con el estreno de Deadpool (Tim Miller, 2016). Sin salir de los mutantes, Tim Miller y Ryan Reinolds se sacaron de la manga una película gamberra, salvaje, diferente y divertida, más allá del placer culpable. Escrita y rodada con inteligencia, demostró que se puede hacer una buena película con enmascarados de por medio, sobre todo si se rompe con los lugares comunes del género.
El año que viene habrá más. Si es mejor, o no, ya es tema para 2018. En todo caso, la maquinaria superheroica no para, y se oyen campanas de la llegada del universo Valiant a las pantallas dentro de no mucho. Por si fuera poco, el cine ruso prepara su ofensiva con el estreno de Guardians, la versión soviética de Los Vengadores. Esto no hay quien lo pare, queridos lectores.