Reseñas de festivales
Only Lovers Left Alive
Suena Funnel of Love de Wanda Jackson mientras la cámara en plano cenital gira y gira sobre la figura de un hombre que tumbado en el suelo permanece pensativo, deleitado por la música. A su alrededor, una alfombra de libros y vinilos apilados que han quedado ahí tras haber sido usados. El plano se alterna con otros dos: el giro de un tocadiscos y el de una mujer en actitud similar. Y seguimos dando vueltas como si fuésemos cayendo por el embudo del amor del que habla la letra de la canción. Ellos son Eve (Tilda Swinton) y Adam (Tom Hiddleston), dos enamorados en la distancia. Él vive en Detroit y ella en Tánger y su relación es duradera, se aman desde hace más de un siglo. Tal vez dos. Ellos son los vampiros de la nueva película de Jim Jarmusch.
Adam está deprimido. Ha encargado una bala de una madera muy especial. Le deprimen lo que él llama los “zombies” y la sociedad que generan. Eve, en el otro lado del planeta, decide viajar para reencontrarse con él. El amor que se procesan parece eterno, se necesitan, se desean, se complementan. Ambos sobreviven a los tiempos modernos y se amparan en el recuerdo de épocas gloriosas, cuando conocieron a los escritores, músicos y científicos más importantes que ha dado la historia. Humanos que mereció la pena conocer. Hoy todo eso ha quedado atrás. El vacío de la sociedad actual les perturba. Pero les queda la literatura, la música, los instrumentos y avances científicos que esos humanos maravillosos crearon.
Jarmusch utiliza la figura del vampiro como ser superior. Intelectuales, roqueros y muy sofisticados, que por su longevidad pueden mirar desde arriba, en retrospectiva, la condición humana y reflexionar sobre ella. Vampirismo refinado para paladear sin prisas.