Magic Mike

En el viejo juego del amor (y del sexo) existe un elemento esencial, a veces olvidado, para atraer a otra persona: el erotismo. Por medio de este ingrediente una mirada deja de ser una mirada, la elección en el vestir no conoce la palabra recato y un desnudo es más que un simple desnudo. La sugerencia, la picardía y la sensualidad son las armas de las que nos cargamos en este juego que a veces se convierte en guerra. Estas herramientas también las utilizan los que profesionalmente se dedican al striptease: el antiguo arte del desnudo insinuante, que hoy se practica en sitios habilitados para la ocasión, o eso dicen…

Magic Mike se adentra en el mundo de los ‘strippers’ masculinos dentro y fuera de sus locales de trabajo, a través de la figura protagonista, Mike (Channing Tatum). Mike trabaja en el Xquisite, un club de desnudos dirigido por Dallas (Matthew McConaughey), labor que compatibiliza con otras actividades mucho menos rentables económicamente. Pero Mike quiere abandonar el striptease para centrarse en estas ocupaciones. En este trayecto conocerá a ‘The Kid’ (Alex Pettyfer), un joven desorientado al que Mike iniciará como ‘stripper’. El recién llegado no tardará en conocer los entresijos de esta tarea, así como los recovecos más oscuros del mundo de la noche. ‘The Kid’ solo tiene dos apoyos en la vida: su ‘maestro’ Mike y su hermana.

El último trabajo de Steven Soderbergh camina por un fino cable, intentando hacer equilibrios a mucha distancia del suelo. El argumento presenta puntos interesantes de crítica social en su inicio, como el cuestionamiento del sueño americano ‘sufrido’ en las carnes de Mike, o los peligros que implica la obtención del placer y del dinero de manera rápida y sin pensar, como le ocurre a ‘The Kid’. Incluso se apuntan, por encima y de un modo pacato, las implicaciones morales del desnudo por dinero y la vida que le circunda.

Pero todo lo anterior se desinfla poco a poco y Soderbergh deja que se le escapen de la mano esos destellos que parecían despuntar en el guión. De esta manera, la película se convierte en un flojo telefilm sustentado en tópicos e historias ya contadas, regado con perfectos abdominales y coreografías imposibles para la mayoría de los mortales (tal vez lo más llamativo de la cinta, para quien disfrute con ellos).

Magic Mike circunda los universos de Showgirls (Paul Verhoeven, 1995) y Burlesque (Steve Antin, 2010) con desbordante ración de testosterona. Aborda lugares comunes de ambas películas, asuntos tratados sin aportar nada más que lo que hay en la pantalla y se reitera en la simplicidad del guión según avanza el filme. Poco ayuda su largo metraje, excesivo, que pesa como una losa a la espalda de un espectador silente y sufriente.

Steven Soderbergh deja atrás el talento demostrado con anteriores trabajos como Traffic,  por mencionar uno de los más sonados, u Ocean’s Eleven, cine de entretenimiento de calidad, para perderse en un flojo argumento y una dirección que no destaca.

Por género, la película se clasifica oficialmente como biográfica, drama y comedia. Hay biografía, sí. Drama hay mucho, aunque sin hondura. Y de comedia, nada, por mucho que digan los catálogos de referencia.

Sobre el reparto, poco hay que añadir. Channning Tatum destaca más por sus bailes y su cuerpo que por una buena interpretación. El papel de Matthew McConaughey tal vez sea el más sugerente, si hay que elegir, aunque a ratos resulte excesivo. No obstante, Dallas podría haberse convertido en un personaje más sinuoso psicológicamente.

Para culminar sus casi dos horas de metraje, Magic Mike (o mejor dicho Soderbergh, o tal vez su guionista Reid Carolin, ya no sé a quién dirigirme) cae en el agujero del final ‘buenista’. Era previsible un desenlace así, con moraleja, pero sobraba recalcar algo que la cinta se ha encargado de subrayar durante ciento diez minutos.

Nada más cabe decir, salvo: “El rey está desnudo”. Lo ha hecho sin picardía, sin sugerencias. Sin querer utilizar sus artes para dejarnos deslumbrados. Y no será porque no sabe. Afortunadamente, Soderbergh no destacará por errores como estos, pero tendrá que esforzarse porque se ha quedado ‘en pelota picada’.

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