Reseñas de festivales
Maps to the Stars
David Cronenberg siempre ha sido uno de los autores fetiche del Festival de Sitges, aunque hace ya mucho tiempo que se desmarcó de aquellas cintas de puro género fantástico y de terror que durante los años 70 y 80 le encumbraron como uno de los mejores directores del sector. La evolución de su cine tiene un punto de inflexión paulatino que puede fijarse en Spiders (2002) y se confirma con Una historia de violencia (2005). Films que se alejan de los códigos tradicionales del fantástico. Son historias menos evidentes, más sofisticadas y depuradas, pero su interés, el que está presente a lo largo de toda su filmografía y le motiva a la hora de dirigir una nueva historia, sigue siendo el mismo: la capacidad humana de hacer el mal, sus perversiones y en definitiva el lado más oscuro y oculto de la condición humana. Si en Cosmópolis (2012) realizaba una crítica directa contra el sistema capitalista, como un monstruo devastador, ahora en Maps to the Stars apunta con la mirilla hacia Hollywood y la vida plastificada de los famosos que viven en ese entorno y la frustración a raudales que destilan. Actores y guionistas frustrados que se conforman con conducir las limusinas de los famosos, estrellas casi olvidadas que venden su alma al diablo por un determinado papel o familias truncadas que sobreviven gracias a la fama televisiva de su hijo menor de edad. La envidia y la frustración pasan factura, pero por suerte siempre se puede recurrir a los estupefacientes para aliviar la existencia. El film adolece de una primera parte demasiado dilatada, donde la presentación de los personajes se pierde demasiado en sus preocupaciones, sin interés alguno. Sin embargo, Cronenberg logra desplegarse en su estado puro, cuando el ambiente general es tan enfermo, lleno de traumas y adicciones, que el retrato se completa a base de oscuridad, perversión y una sensación final de desazón.