Críticas
Ocaso traumático cautivador
Maps to the Stars
David Cronenberg. EUA, 2014.
Maps to the Stars, la última película del director canadiense David Cronenberg, nos confirma en la percepción de que estamos ante un gran cineasta, que ha sido incomprendido por parte de la crítica, fundamentalmente en sus inicios, en los que se adscribió a un supuesto tipo de cine fantástico donde no se escatimaba violencia, sexo, vísceras y sangre.
Presentada en la sección oficial del Festival de Cannes, en esta ocasión, el realizador se aleja de sus últimos trabajos, cambiando de registro y retratando un drama familiar situado en pleno centro de la fama, el dinero y el glamour de Hollywood. El guion, de Bruce Warner, es en parte autobiográfico, cuando en sus inicios como aspirante a actor/escritor trabajaba como chófer de limusina por las calles de Los Ángeles. Se centra en la historia de la familia Weiss, del matrimonio y sus dos hijos, así como en la gloria y miseria de una actriz en decadencia física y laboral, Havana Legrand, magníficamente interpretada por la reciente oscarizada Julianne Moore. No faltan el hijo adolescente drogadicto, engreído por la fama, la hija psicópata con problemas graves de comportamiento en sociedad, el padre arrogante y endiosado, vendedor de libros de autoayuda y de terapias de eficacia ciertamente dudosa, la madre controladora y pendiente de la continuidad en los altos beneficios económicos que obtiene su popular retoño, ni tampoco el usual mosaico de individuos en la búsqueda del hueco en ese mundo de idolatrados sueños.
La película, en un principio, se asemeja extraña, y comienzas a contemplarla con recelo ante semejantes especímenes retratados, cuya existencia se rodea de dinero, fama, envidias, egolatrías y ambiciones, pero poco a poco va absorbiéndote en ese revoltijo de violencia, terror y muerte. En una puesta en escena clásica, sin audacias narrativas, con la inestimable ayuda de excelentes interpretaciones, se consigue que te involucres en la historia, por muy surrealista o forzada que en un principio asemeje, y que la vivas intensamente en ese devenir trágico de acontecimientos que arrastra el incesto, la locura, el sexo, la ambición y la búsqueda de la eterna juventud.
El film es fiel reflejo de la desorientación que rodea al ser humano occidental opulento, que ha dicho adiós a las religiones para intentar justificar su existencia y congraciarse con la muerte, centrando su búsqueda y espiritualidad en supuestos “gurús” y charlatanes sin freno, con terapias de eficacia dudosa.
El retrato del mundo cinematográfico de altas esferas es inmisericorde, resultando incluso patético en su superficialidad y vacío existencial, en la búsqueda del paraíso en la droga, en el éxito profesional o en la lozanía ya desgraciadamente evaporada. La posible bondad de los personajes está eclipsada por su egoísmo (recordemos la escena en la que Havana salta de puro entusiasmo al haber conseguido un papel gracias al ahogamiento de un niño, o en la que el terapeuta y escritor prepara su plan B de airear trapos sucios si el plan A no funciona). Incluso existe una falta de respeto y de educación de la adolescencia hacia la experiencia que dan los años, encarnado en los comentarios despectivos de los jóvenes y no tan jóvenes acerca de la vejez, la decrepitud o la deformidad.
Julianne Moore, espléndida en toda su madurez, encarna por enésima vez en el cine la inestabilidad y locura que acarrea para una actriz el inevitable e insoportable paso del tiempo, el camino hacia el ocaso de la fama y el reconocimiento. En la mente de todos permanecen los inolvidables retratos que al respecto nos ha aportado este arte, ya sea por Joseph Mankiewicz en su Eva al desnudo (All about Eve, 1950), Billy Wilder en El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950) o Robert Aldrich en ¿Qué fue de Baby Jane? (What Ever Happened to Baby Jane, 1962). Incluso encontramos claros homenajes en la película de Cronenberg a estos antecedentes, tales como el reiterado recurso a la piscina y su relación con la muerte, lo que nos lleva a la evidente asociación con el cadáver y posterior narrador de la historia de Billy Wilder.
Los traumas del pasado están simbolizados en esta obra por el carácter sagrado, purificador y redentor del fuego, elemento que cataliza las fobias y los fantasmas de los personajes. Cronenberg ha sabido introducir su habilidad de transformar lo inaudito en cotidiano, lo aberrante en doméstico. Precisamente, presume el realizador de ser regulado y ordenado en su vida, para poder luego ser violento y original en su trabajo. También aquí recurre a escenas sangrientas o sexuales, pero no brillan como gratuitas, sino que ayudan a conformar o cerrar el círculo de obsesiones, envidias, culpas, traiciones y venganzas. Lo inquietante se va transformando en monstruoso y anárquico.
Igualmente es un canto al fracaso de las terapias curativas, tanto científicas como experimentales, y contiene la mirada del director sobre una realidad trágica, sobre lo absurdo de nuestra existencia, además de culminar la obra en una catarsis caótica que termina por impregnar toda su filmografía.
Cabe preguntarse ante qué genero nos encontramos, y si bien puede englobarse dentro del drama, no faltan los recursos a elementos fantásticos, fantasmagóricos, sobrenaturales, y también hay pinceladas de humor, si bien negro, pero comedia, al fin y al cabo. Tampoco hay que olvidarse del terror que emana de ciertas imágenes y situaciones que van desarrollándose, en un ritmo continuo que termina acelerándose en su parte final, rematando la fatalidad que rodea a los personajes.
La estética de la puesta en escena está muy cuidada y denota amor por la belleza, con un diseño visual especialmente recreado. Sueños y pesadillas aparecen perfectamente combinados, y la vida y la muerte se dan la mano en ese espacio contemporáneo donde no queda tiempo para el sosiego, la paz y el silencio.
Tráiler:
Ficha técnica:
Maps to the Stars , EUA, 2014.Dirección: David Cronenberg
Guion: Bruce Warner
Producción: Prospero Pictures
Fotografía: Peter Suschitzky
Música: Howard Shore
Reparto: Julianne Moore, Mia Wasikowska, Robert Pattinson, John Cusakc, Evan Bird, Olivia Williams
Me gustó mucho. Julian Moore debió haber ganado el Oscar 2 VECES…!!! (Por esta también)
Me gustó mucho tu crítica Pilar, y me encantó la película!
Saludos!
Muchas gracias, Celia.
Oscar, no he visto Siempre Alice, pero lo estoy deseando por la interpretación que nos debe ofrecer Julian Moore.
Coincido contigo en buena parte de tu crítica, aunque la película no me ha gustado. Tienes mucha razón en cuanto a la falta de educación y de respeto que manifiestan los adolescentes, pero eso creo que siempre ha existido en todas las generaciones.
¿Porqué Alex Canut?
Enrique, ¿Qué o quien es Alex Canut?. ¿Lo tengo que saber?. Perdona por no haber contestado antes, pero no me llegó o no percibí tu comentario.Por cierto ¿todas las generaciones de verdad han sido tan maleducadas?. Qué triste….