Festivales 

Mar del Plata 2024

39 MAR

Del 21 de noviembre al 1º de diciembre, con gran austeridad, se celebraron los 70 años del único festival clase A de América Latina, el 39º Festival de Cine Internacional de Mar del Plata. Las medidas económicas del actual gobierno afectaron visiblemente a la industria cinematográfica, que venía descollando en el país y en el exterior. El freno puesto a la producción se verá durante 2025, cuando haya escasez de películas argentinas que compitan en los festivales internacionales, donde frecuentemente reciben algún reconocimiento antes del estreno local. Con nueva dirección artística y sin el apoyo de los referentes de la Industria que asisten y sostienen el evento cada año, las salas no tuvieron la cantidad de público esperada. Quienes retiraron su apoyo crearon un festival paralelo, Contracampo, programado con películas argentinas y mesas de debate sobre la situación del cine argentino ante esta nueva realidad.

Bajo la dirección artística de Jorge Stamadianos y Gabriel Lerman, el Festival de Mar del Plata celebró los 50 años de tres películas argentinas que hicieron historia: El relato intimista de una pareja de oficina en La tregua (Sergio Renán, 1974), con las actuaciones inolvidables de Héctor Alterio y Ana María Picchio, quien recibió un reconocimiento a su trayectoria; un alegato político referido al pasado argentino que cobraba actualidad en la violenta Argentina de los años 70,  La Patagonia rebelde (Héctor Olivera, 1974), cuyo director también recibió un reconocimiento a la trayectoria; y Boquitas pintadas, transposición de la novela de Manuel Puig, dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, en el centenario de su nacimiento.

Emilia Pérez, la opereta musical del francés Jacques Audiard que se llevó el Premio del Jurado y el de Mejor Interpretación Femenina para las cuatro actrices en Cannes, abrió la muestra con una historia de violencia, redención e identidad. Y cerró el certamen Puntos suspensivos, del español David Marqués, que relata una historia de traiciones y muerte alrededor de un escritor que utiliza un seudónimo en sus obras y su mayor secreto es el de su identidad, que está en peligro de ser develada.

La Competencia Internacional ofreció un muestrario global del cine, a través de títulos como: Aicha (Mehdi M. Basaoui, Tunez, Francia, Italia, Arabia Saudita, Qatar), Cabaret total (Roy Assaf, Israel, Kosovo), Cónclave (Edward Berger, Reino Unido), La quinta (Silvina Schnicer, Argentina, Brasil, Chile, España), Un dolor real (Jesse Eisenberg, EUA, Polonia) y Una historia de amor y guerra (Santiago Mohar Volkow, México), entre otros. Pero obtuvieron sendos galardones (Premios Astor Piazzola):

Au bord du monde (Guérin van de Vorst y Sophie Muselle, Bélgica) recibió el Premio al Mejor Largometraje. Los directores belgas presentaron una obra emotiva sobre una enfermera que ingresa a un neuropsiquiátrico a trabajar y no logra distanciarse de los pacientes, especialmente de una chica a quien intentará rescatar de ese lugar. El jurado la premió porque “trasciende lo mundano, revelando la delicada topografía de los sentimientos humanos con una sutileza que penetra el alma del espectador”. Mara Taquin, su protagonista, recibió el Premio a la Mejor Interpretación.

El Premio del Jurado fue para The Most Precious of Cargoes (Michel Hazanavicius, Francia), un cuento invernal animado, narrado por Jean-Louis Trintignant, de gran intensidad emotiva sobre la guerra y el dolor de la pérdida.

Jason Reitman estuvo presente en el Festival, presentando Saturday Night, sobre el famoso programa televisivo estadounidense de los 70, caracterizado por el caos, la irreverencia y su rupturismo, en una sociedad que venía de la Guerra de Vietnam y debía exorcizar sus traumas.

Las Menciones Especiales fueron para There Was, There Was Not (Emily Mkrtichian, Armentia, EUA), que también recibió el Premio del Público, en una historia de cuatro mujeres que sobreviven a la guerra y, mientras están organizando sus vidas a partir de sus pérdidas, una nueva guerra las obliga a tomar decisiones que las separarán, una historia que el Jurado definió como un “memorial viviente, un testimonio que desafía el olvido y reconstruye la memoria de un territorio borrado, convirtiendo cada imagen en un grito de resistencia y reconocimiento”; y para Rita (Paz Vega, España), que narra una historia de violencia doméstica desde la mirada conmovedora de dos niños de 5 y 7 años.

La Competencia Latinoamericana incluyó entre sus títulos a 1978 (Nicolás y Luciano Onetti, Argentina), Adiós Madrid (Diego Corsini, España, Argentina), Brown, Ricardo Aguilar y Manolito Rodríguez (Panamá, Cuba, Colombia), El silencio de Marcos Tremmer (Manuel García de la Calera, República Dominicana, España, Uruguay, Chile), y Un mundo para mí (Alejandro Zuno, México), entre otros. Los Premios Astor Piazzola fueron para:

A procura de Martina

A procura de Martina (Márcia Faria, Brasil, Uruguay) fue premiado como Mejor Largometraje, cuya historia se centra en una abuela argentina que viaja a Brasil en busca de su nieta, tomada como botín de guerra por la dictadura militar que asumió el poder en 1976. Una película que sigue afirmando que no se trata de una historia del pasado, sino que aún está ausente una de los tantos nietas y nietos que deberían tener alrededor de cincuenta años y faltan del hogar.

Las Menciones Especiales fueron para La cocina (Alonso Ruizpalacios, México, EUA), donde un variado crisol de razas prepara la comida en un restaurant de paso neoyorquino, que se llena todos los mediodías; la falta de dinero de la caja y su descubrimiento en la hora pico mostrará las realidades de cada uno de los indocumentados y su situación en ese micromundo donde se juegan su subsistencia en la metrópoli; y El ladrón de perros (Vinko Tomicic Salinas, Bolivia, Chile, México, Francia, Ecuador, Italia), sobre un limpiabotas huérfano en La Paz, Bolivia, que le roba el perro a su mejor cliente, un hombre solitario, que cambiará su vida.

La Competencia Argentina estuvo formada por Buenas noches (Matís Szulanski), Después del final (Pablo César), Lágrimas de fuego (Gabriel Grieco), Retratos del Apocalipsis (Nicanor Loreti, Fabián Forte y Luca Castello), Romeo y Ofelia (Gustavo Postiglione) y Vinchuca (Luis Zorraquin), entre otras. Los Premios Astor Piazzola fueron para:

La llegada del hijo

La llegada del hijo (Cecilia Atán y Valeria Pivato), Premio al Mejor Largometraje, una historia emotiva sobre la maternidad. Adulto (Mariano González) recibió el Premio José Martínez Suárez a la Mejor Dirección, según el Jurado, “por su habilidad para narrar una historia sin adornos ni artificios a través de una puesta de cámara intimista y dinámica”. Las Menciones Especiales fueron para El Ariston (Gerardo Panero), sobre un parador balneario, único edificio de la Bauhaus en Latinoamérica, que hoy está en ruinas y que en su época, finales de los años 40, brilló en una ciudad que se llenó de turistas, cuando el gobierno habilitó las vacaciones pagas para los trabajadores; y la Segunda Mención Especial fue para la interpretación de Lautaro Bettoni y Benicio Mutti Spinetta en No corre el viento, de Matías Malet.

La Competencia Estados Alterados sumó A Fidai Film (Kamal Aljafari, Palestina, Alemania, Qatar, Brasil, Francia), Jizai (Maiko Endo, Japón), No Exorcism Film (Komtouch Napattaloong), Peaches Goes Bananas (Marie Losier, Francia, Bélgica), Potenciais a Deriva (Leonardo Pirondi, Brasil, EUA) y The Human Hibernation (Anna Cornudella, España), entre otras. Pero ganaron los Premios Astor Piazzola las siguientes:

We Are Inside

We Are Inside (Farah Kassem, Líbano, Qatar, Dinamarca), un documental autobiográficode la directora que, en una visita a su padre en Trípoli, encuentra un lazo entre la poesía y la política, recibió el Premio a la Mejor Película; y Nuestra sombra (Agustina Sánchez Gavier, Alemania, Argentina), con tres historias en tierra misionera, que se desarrollan en el tenue límite entre lo cotidiano y lo fantástico el día que habrá un eclipse de sol, recibió una Mención Honrosa.

A pesar de la menor cantidad de películas y considerando que la dirección asumió tardíamente su función, la muestra fue honrosa. Faltaron las discusiones sobre la industria, que sí llevó a cabo Contracampo, y la cobertura crítica que suele adelantar el Festival de las actividades especiales, así como las entrevistas a los visitantes especiales. Ojalá que el año que viene festejemos en grande el 40° MAR.

Comparte este contenido:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.