Críticas
El peso de la tradición
Matar a un tigre
To Kill a Tiger. Nisha Pahuja. Canadá, 2022.
Un pueblo del estado de Jharkhand es el escenario de este documental dirigido por Nisha Pahuja; fiel testimonio de la situación de la mujer en la India, donde más del 90% son violadas; un abuso cada 20 minutos, en promedio.
Kiran es una niña de trece años que asiste a la boda de un pariente; en la madrugada, intenta retornar a su casa, pero es violada por tres muchachos. Al llegar, relata a su padre lo sucedido; ambos decidirán llevar el caso a la justicia, mientras soportan las amenazas de un pueblo que entiende que el suceso debe repararse mediante el matrimonio con uno de los violadores. La justicia se expedirá en catorce meses.
El documental fue nominado al Oscar 2024, además de recibir varias distinciones en el Festival de Toronto 2022: Mejor documental, Mejor montaje en documental, a cargo de Mike Munn, David Kazala y Mejor música original en documental, Jonathan Goldsmith.
La ley de Protección de los Niños contra los Delitos Sexuales (POCSO, en inglés) es el recurso que permite llevar el caso a la justicia. A razón de la prohibición existente para ingresar las cámaras, nos quedamos con las ganas de presenciar el juicio, pero el proceso de registro de la situación es bien completo. Los actores se expresan de manera elocuente, hacen pesar el fuerte sentimiento de una tradición arraigada en creencias permisivas que minimizan la importancia del abuso.
Las justificaciones acometen en defensa de criminales amparados por un pensamiento tradicional que oficia de móvil a su comportamiento; queda claro, la sociedad provee la propia solución elaborada de acuerdo al problema.
El matrimonio depara la misión de la mujer ante la pérdida del honor que, a su vez, no debe afectar la reputación del pueblo. Kiran vería alterado su destino, al perder la virginidad, debe aspirar a la unión con su atacante. Es interesante, como desde la comunidad se proponen alternativas que barren bajo la alfombra, y como la institucionalidad no ofrece estímulos suficientes a la transformación cultural. Recientemente estamos asistiendo a algunas enmiendas que, ante casos de violación con homicidio, introducen la pena de muerte. La mentalidad tradicional es responsable por los hechos, los violadores encuentran “razones” que los eximen de responsabilidad, y alientan el delito sexual.
De ritmo un tanto cansino, la cinta se toma su tiempo para mostrar la precariedad de una zona rural cuyo principal medio de vida se remite a la agricultura y la cría de animales. Nos provee de un recorrido que denota la sencillez de los esquemas manejados en el pueblo, la irresponsabilidad de las autoridades y la partición en dos ámbitos separados por una amplia brecha.
El mundo jurídico, de acceso limitado, concuerda con la presencia formal que todos reconocen, pero no aceptan. El comunitario es el reducto de resolución de problemas que resiste desde tradiciones obsoletas, si las comparamos con la moral occidental del siglo XXI. Espacio social con reglas que naturalizan acciones cotidianas en la incredulidad de que algún cambio pueda llegar a alterarlas. Ranjit y su hija intentarán ganar el juicio, sentar un precedente de cara a transformaciones futuras, donde las personas violadas se animen a seguir un camino en busca de justicia.
Abundan los primeros planos de Ranjit, denotan el particular perfil de un hombre que batalla contra su propia timidez disimulada por la actitud combativa, en el esfuerzo ante el cumplimiento del deber. Las recaídas son en el juego y el alcohol, sumadas a incumplimientos en las audiencias. Aquí es donde se observa el papel fundamental de los activistas de la Fundación Srijan, la ONG que se hace cargo de impulsar a los damnificados en defensa de sus derechos. La persistencia se hace notar en la insistencia ante los momentos de claudicación; la angustia y el miedo luchan ante la presión del colectivo.
Una concepción del honor que jamás incluye a la mujer. El varón, el pueblo, categorías modelo en el ejercicio de derechos a los que el sexo femenino debe ser subordinado. Pahuja nos enfoca hacia un conflicto circular que Kiran y Ranjit se esfuerzan por romper, aunque el riesgo de vida sea real para ambos.
Hay una toma de conciencia en determinado momento, los intentos por empoderar a la mujer han aumentado la violencia hacia ella, hay que trabajar con los hombres. Los miembros activistas, pertenecientes a la Fundación Srijan, son escuchados pero no alcanza, el mal demuestra ser estructural, está enquistado en una concepción del mundo y las relaciones sociales que autoriza al hombre a abusar, desliz que puede ser perdonado sin problemas. Siempre se acude a la mujer como incitadora, ya sea por como pueda ir vestida o por deambular a altas horas de la noche sin un familiar que la acompañe.
Huelgan las explicaciones, los activistas se esmeran en vano, el clima entre los hombres denota una escucha, en parte avergonzada, pero también pasiva, se aceptan las realidades como inevitables, mientras que las mujeres de la comunidad se esmeran en defender el papel del hombre en las tradiciones.
Buena parte del ritmo viene dado por la presentación del problema. Sus ideas centrales se exponen de manera rápida, y todo lo que pueda surgir después desemboca en ampliaciones que van redondeando lo expuesto, para impulsar un cierto sesgo redundante de tiempos lentos.
A pesar de estos detalles, la obra cumple con creces su objetivo, concientiza acerca de un problema endémico para la sociedad india. Sin apelar a grandes detalles, el panorama global encuentra su leit motiv en el microanálisis coyuntural desprovisto de cuestiones jurídicas (salvo algunas menciones), y menos aún de aspectos políticos, los cuales no participan en la agenda de Pahuja. El planteo queda descolgado de determinantes socioculturales más amplias que nos permitan comprender el preciso sentido en sus orígenes y desarrollo. No obstante estos cuestionamientos, el filme vale por su carácter de denuncia clara y específica.
Ficha técnica:
Matar a un tigre (To Kill a Tiger), Canadá, 2022.Dirección: Nisha Pahuja
Duración: 127 minutos
Guion: Nisha Pahuja
Producción: Office National du Film du Canada (ONF), Notice Pictures. Distribuidora: Office National du Film du Canada (ONF)
Fotografía: Mrinal Desai
Música: Jonathan Goldsmith