Críticas
¿Una carrera hacia el “destino”?
Matrix
The Matrix. Lilly Wachowski, Lana Wachowski, Hermanas Wachowski. EUA, 1999.
Visión apocalíptica que permite deslizar un as de la manga como última salida. En eso no difiere de una cinta convencional de ciencia ficción. Sin embargo, el tratamiento del tema sugiere la posibilidad desde una virtualidad, asociada a la inconsciencia, que no sería incompatible con la naturaleza humana.
La matrix como mundo virtual frente a la credulidad condicionada de un intelecto creador, a la vez que sometido. Es aquí donde se genera el espacio para lo de siempre, aunque, esta vez, bajo una impronta diferente. El “elegido”, el héroe, la potencia, lo que siempre puede ser, está en nosotros; su irrupción es actualización y, hasta tanto no suceda, deberemos convivir con la ignorancia.
Una visión relativista de las capacidades humanas que, sin desconocerlas, las condiciona a la propia decisión consciente. Más allá de pitonisas y destinos, Neo deberá demostrarse para demostrar, detalle sutil que nos reconduce a la confianza como categoría necesaria a la hora del éxito.
Uno de los mejores filmes de ciencia ficción de la historia del cine. Sin perder el gancho comercial sabe situarnos en el campo de la reflexión, ante la eventualidad de cuestiones que bien podrían llegar a ser posibles aguzando un poco la imaginación.
La matrix es un mundo virtual creado desde la inteligencia artificial en una época que denota la esclavitud del hombre. El poder cambió de manos, el excesivo desarrollo tecnológico se vuelve dominación. La última carta será “el elegido”, un hombre con la capacidad para aprovechar sus capacidades, el adecuado manejo de los mecanismos mentales le permitirá ir transformándose en algo que quizá pueda devolver a la humanidad una esperanza. La dificultad de configurarse como tal, más allá de quienes luchan por el restablecimiento de una libertad desconocida, irá generando el interrogante.
Imperfección y perfección se conjugan en un descubrimiento que exige desequilibrio y entrenamiento profundo. La inteligencia humana es puesta en entredicho, aunque no del todo suprimida. Un relato nivelador de instancias, donde la inteligencia artificial multiplica exigencias, lo casi invencible solo lo es en apariencia; la sabiduría se opone a la creencia para posibilitar el despliegue de un eventual triunfo final. Un universo dicotómico donde la posibilidad siempre está presente; la mente otorga significado, mandata destino; el relativismo navega en la ambivalencia que otorga seguridades solo en apariencia, quien mejor controle su mente podrá desplegar todas sus posibilidades. La liberación es sabiduría y viceversa; el error puede conducir a la catástrofe.
Lo humano es desdibujado de manera transitoria, más nunca desarraigado del potencial intelectual, ligado a programaciones mentales que despuntan en acciones físicas tendientes a fenómenos de precisión. Estos solo son extraídos de la experiencia para ser direccionados hacia la perfección, en tanto práctica de aprendizajes implantados en lo previo.
El juego de lo grandioso versus el caos de lo oprobioso y, en el medio, la inteligencia y sus posibilidades, lo humano desligado de lo humano puede ocasionar perjuicios severos: la mente como fuente, tanto de alienación como de realidad, pero, en última instancia, origen de cualquier eventual solución.
El filme dosifica, inyecta a partes iguales y de manera alternativa, componentes explicativos en combinación con acciones espectaculares y violentas típicas del género. Un híbrido que se sale de la regla. Fantasía sobria y razonable que se articula en la ficción típica del género. La materialidad se desdibuja, desde sí misma, para mostrar el poder que la trasciende. Los cuerpos virtuales son de segundo orden, mente preexistente que glorifica la naturaleza humana en sus posibilidades. Es la contradicción del hombre, nada pasa por fuera de él, todo está en un interior a descubrir y controlar.
El guion ofrece componentes diversos en dosis variables acordes a la importancia pretendida. Hay lugar para caracterizar el heroísmo desde diferentes dimensiones: Morfeo y su liderazgo altruista, el perfil mesiánico de Neo, el oportunismo rector de Trinity en su habilidad para disolver conflictos. Todo esto sazonado con un pequeño toque melodramático en clave de declaración amorosa para la supuesta comprobación de un “destino” puesto en entredicho.
Cypher introduce el necesario toque de maldad ligado a la esclavitud por el placer, noción que enaltece una suerte de sacrificio, en pos de la libertad, que solo los “elegidos” logran comprender. La torpeza lo degradará, clásica versión del mandadero sacrificable, desde su ineptitud en franca apertura al combate final entre los guardianes del sistema y el “elegido”. Se retoman elementos típicos del género como fiel representante del esquema comercial.
Aventura para reflexionar atrapada en un montaje que, a pesar de la multiplicidad de vicisitudes explicativas, asigna claridad a la acción. El contenido se unifica sin perder de vista la necesidad de los excesos y espectacularidades propias del género. Mención especial al trabajo de Zach Staenberg con un Oscar justificadamente asignado.
La verdad se define como conquista, no obstante, posee existencia propia como apertura de conciencias en el ejercicio de una naturaleza humana encandilada por la rutina y los placeres terrenales. El sujeto debe descubrirse en el marco de sus propias limitaciones, sin ayuda no podrá conseguirlo. Las imágenes deberán ceder ante lo real, una suerte de alegoría de la caverna en tiempos posmodernos deja entrever la necesidad del mesianismo como condición sine qua non. Neo es la carta final, su condición idealizada permite descubrir una gradualidad que articula relativismo, incertidumbre y heroísmo en dosis que humanizan al personaje; un intento de promover el manejo de la mente como única salida para la especie. No restringe, es apertura a posibilidades desarrolladas desde un entrenamiento correcto bajo la postura adecuada. Es cierto, hay un componente heroico exclusivo, pero también, la condición humana está presente, y, en tanto presencia, se torna capacidad a ejercitar para pasar a ser precondición de acceso a la libertad individual y colectiva. Todos podríamos ser y no ser Neo, depende de nosotros, la pitonisa es articuladora de posibilidades dependientes del tiempo, más no distribuidora de certezas necesarias. Su mensaje sagrado no debe ser compartido ni creído, solo ejecutado de manera personal.
Una película de culto necesaria en su momento, lo que luego vendrá, como conformación de una saga, ya será otra historia.
Tráiler:
Ficha técnica:
Matrix (The Matrix), EUA, 1999.Dirección: Lilly Wachowski, Lana Wachowski, Hermanas Wachowski
Duración: 131 minutos
Guion: Lilly Wachowski, Lana Wachowski
Producción: Warner Bros., Village Roadshow, Groucho Film Partnership. Productor: Joel Silver
Fotografía: Bill Pope
Música: Don Davis
Reparto: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss, Joe Pantoliano, Hugo Weaving, Marcus Chong, Gloria Foster, Matt Doran, Belinda McClory, Julian Arahanga, Anthony Ray Parker, Paul Goddard, Robert Taylor, Marc Aden Gray