Me llevarás en ti

Gonzalo Mejía (1884 – 1956) fue un famoso empresario del departamento de Antioquia, en Colombia. Nació y murió en Medellín, la capital del departamento. Desde mi niñez en estas tierras montañosas, oí hablar de este hombre singular, inspirador de la llamada carretera al mar, que permitió conectar tal capital con la costa del Golfo de Urabá, venciendo la cordillera occidental y sus selvas. Cerca de mi casa, en el Barrio Belén, estaba situado el aeropuerto de la ciudad, que fue el resultado de un proyecto del pionero, en su momento, llamado Aeropuerto Las Playas, que muchos recuerdan como el lugar donde murió Carlos Gardel en un trágico accidente de aviación. Yo iba con mis amigos a ver aterrizar y despegar aviones en las mangas que rodeaban el campo aéreo y ya sabía que había sido el resultado de una inspiración del gran Gonzalo Mejía, quien además fue pionero de la distribución del cine nacional y productor y actor protagonista de una de las primeras películas locales que logró éxito popular: Bajo el cielo antioqueño (Arturo Acevedo Vallarino, 1926).

Con estos antecedentes asistí con mucho interés a la exhibición de Me llevarás en ti, una película colombiana que narra la vida de Gonzalo Mejía, sin duda, un personaje singular, no solamente por su espíritu innovador, pionero y de liderazgo, sino por su vida misma, más rica en aventuras y en eventos que cualquier novela. Tenía curiosidad por ver cómo se trataban temas muy relacionados con mi país y con la región antioqueña, tan desprestigiados ambos por las maldiciones de la violencia y del narcotráfico (que ya van quedando atrás, poco a poco), pero tan ricos en paisajes, en elementos culturales y en resiliencia. Me llevé una impresión agradable. Se trata de una producción que se atreve a poner en escena una rica serie de eventos que suceden en Italia, Francia, Rusia, Polonia, Estados Unidos y Colombia, de una forma que entretiene y cautiva la atención del espectador. Sucede que el personaje central viajó por el mundo, recibiendo influencias, observando con certera atención todo lo que estimulaba su curiosidad y atrapando ideas para impulsarlas como proyectos en su tierra natal. Tuvo la fortuna de contar con el apoyo familiar, durante su juventud, en estos viajes, pero también la sabiduría de convertir sus experiencias en planes de acción, casi todos exitosos en el largo plazo. La película está concebida de tal forma que el protagonista se expresa en voz alta, en un acento muy antioqueño, transmitiendo ideas libremente; ello nos permite darnos cuenta de sus modos de pensar directos y honestos, de la forma en que se enfrentaba a sus miedos y dudas, y de la fe, el optimismo y la confianza que lo acompañaban en sus empresas.

El título de la película trae para el público local reminiscencias de una canción amorosa, de letra pegajosa, que insinúa el enorme poder que encierran los sentimientos amorosos que surgen en momentos de inspiración, donde los enamorados se atreven a pensar que han penetrado cada uno en la mente del otro, sin que sea posible olvidar o desechar ese impulso primigenio, inocente, atrevido. Mucho ha cambiado el mundo de las relaciones de pareja, en el cual la racionalidad y las facilidades para experimentarse y ensayarse hacen que hoy sea casi imposible y más bien pasada de moda la idea de llevarse mutuamente en la mente, a través de la vida, pase lo que pase. En la historia que se nos cuenta hay, precisamente, un trasfondo amoroso. En sus viajes por Italia, Gonzalo se enamoró de una condesita polaca, proyectando por siempre una huella de amor romántico que impactó las vidas de ambos y que se fue desencadenando en episodios verdaderamente novelescos e inesperados.

Vale la pena disfrutar de estas dos horas que describen las vidas, llenas de triunfos y de tragedias, de personajes reales; en muchas formas, cercanos y creíbles; en otras formas, lejanos y misteriosos. Nos permiten hacernos preguntas sobre los grandes proyectos que pueden permitir la innovación y el progreso de las regiones y el proceso que sufren las ideas cuando pasan de ser locos atrevimientos a sólidos emprendimientos que satisfacen necesidades colectivas. Es rico el cine universal en estas historias de los pioneros de la vida real y es muy importante su papel como elemento de divulgación y de inspiración. Hay que celebrar que el cine colombiano transite por estos rumbos, acercándose al espíritu pionero tan distinto a los frecuentes temas de malicia, narcotráfico y violencia.

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