Críticas
Atomizante lluvia de ideas
Megalópolis
Francis Ford Coppola. EUA, 2024.
Revoltijo de apreciaciones, sin ton ni son, generan una historia difícil de sobrellevar; en sus arranques y movimientos pretende el trazo de analogías históricas. Las parodias intentan rescatar la esencia de patrones universales políticos y morales. Nueva Roma es una caricatura de la existencia humana con el acento puesto en Estados Unidos como cuna de pujas sociales y políticas, aun extensibles al resto de la humanidad.
El propósito de Coppola es filmar la película de su vida; el resultado parece lejano y pretencioso, desafío insustancial, diluvio de ideas que circulan a manera de presentaciones delatadas en el infortunio de un guion más efectista que profundo. Rancios e inexplorados prejuicios, de constitución mundana, sobrevuelan la anarquía de un pobre argumento teñido de intenciones grandilocuentes. Naufragarán en la vacuidad de intereses distorsionados por un proyecto que se resuelve en la megalomanía del autor.
Vesta Sweetwater (Grace Vanderwaal), el éxito, el engaño, la corrupción, el combo seduce a la intención de un análisis que nunca llega, pobre enunciación de sucesos que no pasan de imputaciones al alma humana multiplicadas en un desarrollo irregular e intermitente. Lo espectacular procura extenderse asociado al impacto visual, pero no alcanza; lo estético suele operar como un ingrediente desfasado de la propuesta ideológica; la sensación es de un agregado que intenta impresionar al espectador. En lugar de situarse al servicio de un impacto conjunto, se vuelve inapropiado en intensidad y congruencia. El resultado alimenta la parodia superficial. Nada nuevo bajo el sol, todo muy trillado y carente de unidad, los lugares comunes se suceden por doquier. Rebeliones, utopías, distopías, conflictos de poder, planteos morales al servicio de esquematismos melodramáticos circunstanciales; todo en una bolsa sin pasar por el debido análisis de conjunto.
La historia rebela la puja de poder entre el arquitecto César Catilina (Adam Driver) y el alcalde Franklin Cicero (Giancarlo Espósito). El primero ha descubierto el principio de megalón, material excelso que permitirá cambiar la civilización a partir de nuevos diseños edilicios y una profunda transformación de la ciudad en su conjunto. Una obra de ingeniería general a la que el alcalde se opone, por los métodos más oscuros, en la creencia de que los reales problemas a resolver versan sobre cuestiones vinculadas a necesidades humana inmediatas: pobreza, seguridad, etcétera. Su hija Julia se enamora de César; Frankie estará en la disyuntiva de ceder en sus planes o aceptar a su futuro yerno, momento de apertura a un melodrama que alternará con lo dramático, la parodia y un giro épico que nunca alcanzará a concretarse.
Los personajes femeninos son accesorios, de signo positivo o negativo, útiles a la narrativa y a los hombres, se someten, más allá de sus ambiciones, según utilicen sus dotes maternales o su poder de seducción. Julia es el apoyo de César, Wow Platinum, el deseo que seduce, Vesta, la “virgen” que exhibe su trofeo a la hipocresía popular.
Los personajes masculinos también son esquemáticos. César, el valiente y decidido transformador de la ciudad; Franklyn, el político maquiavélico cuyo talón de Aquiles es el sentimiento hacia su hija, Hamilton Cassius (Jon Voight), poderoso banquero que compra el placer con dinero y Clodio Pulcher (Shia LaBeouf), el ambicioso e inescrupuloso nieto que prepara la revolución.
En lugar de desarrollar formas de ser, Coppola prefiere utilizar los personajes para echar a andar estereotipos a partir de planteos simples. De sus acciones se desprenderán conclusiones que, por momentos, se caracterizan por la desacreditación de visiones del mundo apuntaladas en fuertes deseos de poder. El problema es que la cinta solo se queda en estos pequeños planteos. Muy poco para una obra que pretende impactar por su profundidad y elocuencia.
La estética fracasa en la intención de unificar pasado, presente y futuro. Toma como referencia al Imperio romano para lanzar la idea de progreso cimentada en la esperanza del desarrollo tecnológico; decreta la obsolescencia, tanto de concepciones economicistas, como ideológicas. Aun así, el proyecto del Premio Nobel no deja de ser una apuesta sin respuesta, un intento cimentado en la intención por la prueba en el descarte de falsos y rutinarios emprendimientos de consabido resultado.
Los personajes son bastante planos desde lo afectivo, lo emocional es precario y el toque melodramático juega con lugares comunes discursivos que apelan a intervenciones de fácil anticipación para el espectador. A todo esto, el valor épico de César se diluye en la persistente convicción asentada en la seguridad de lo inalterable, lo que no podría llegar a ser de otra manera. Es el combate a la distopía que anuncia Frankie en su representación del líder político presa de un ego aprisionado en idiosincrasias del pasado, es la fijeza de una cultura que el megalón intenta revertir. Es así, que lo épico no llega a tener cabida ni siquiera en el desenlace, César es un héroe pensante, tecnológico, visionario en los aciertos de la ciencia.
La excentricidad de Megalópolis culmina en el vacío; la detención del tiempo, poder que César ejecuta en algunas ocasiones, no está al servicio de nada significativo, da la impresión de ser un detalle que va a recibir un tratamiento conceptual que nunca llega. Simplemente se reduce a un vacuo efectismo que apoya el desarrollo de la trama.
La cinta tuvo un costo de producción de 120 millones de dólares y fue parcialmente financiada por Coppola, quien a tales efectos comercializó un viñedo de su propiedad. De acuerdo a la inversión, los actuales resultados anuncian una insuficiente aceptación del público; la taquilla indica, hasta el momento, una recaudación de 13 millones de dólares en Estados Unidos.
En fin, la experiencia se vuelve un tanto soporífera, a raíz de los diálogos extensos y la multitud de situaciones emergentes de la nada, que imprimen un sesgo de incoherencia solo mitigado por la pretensión de parodiar el presente a la luz del pasado. El filme es bastante menos de lo esperado, el planteamiento divaga en la extrema generalización para perderse en un montón de ideas y conceptos desperdigados durante 138 minutos difíciles de sostener desde la butaca.
Ficha técnica:
Megalópolis , EUA, 2024.Dirección: Francis Ford Coppola
Duración: 168 minutos
Guion: Francis Ford Coppola
Producción: American Zoetrope
Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
Música: Osvaldo Golijov, Grace VanderWaal
Reparto: Adam Driver, Giancarlo Esposito, Nathalie Emmanuel, Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Jon Voight, Laurence Fishburne, Dustin Hoffman, Talia Shire, Jason Schwartzman, Kathryn Hunter, Grace VanderWaal, Chloe Fineman,