Críticas
Aprendizajes desde la naturaleza
Lo que el pulpo me enseñó
Otros títulos: Mi maestro el pulpo.
My Octopus Teacher. Pippa Ehrlich, James Reed. Sudáfrica, 2020.
Craig Foster visita diariamente el bosque de algas kelp en el intento de comprender el ciclo vital de un pulpo común -Octopus vulgaris-; la experiencia le será provechosa en un momento de crisis.
A medida que se suceden los “viajes”, la carga de contenido existencial aumenta. Foster recrea sentidos en función de lo que conoce: el comportamiento humano. El pulpo accede a funciones propias de una inteligencia social y contribuye a una comunicación sanadora.
Es metáfora en sentido amplio y estricto. Representa la naturaleza en su relación con la vida. Es la comprensión del estar vivo, mediada por los movimientos de un molusco que vive para morir. La paradoja de la muerte asociada a la conservación de la especie, en tanto vida y muerte como un continuo. El pulpo desova y muere, el fin se asocia a un fin. Pero, por sobre todas las cosas, es la naturaleza como inteligencia independiente en las articulaciones de un ecosistema donde prima una lógica de complementariedades; todo se relaciona con todo en ciclos que comienzan y terminan siempre igual. Presencia de un programa que Foster se esmerará en comprender sin llegar a grandes conclusiones, aunque sí, llegando a comprender el comportamiento del pulpo y el funcionamiento de su hábitat.
La investigación submarina se convierte en analogías vitales que pretenden generar respuestas a partir de la vivencia. Tal vez no sean originales desde el contenido, la forma es lo que importa. Algunos ingredientes aportan la necesaria cuota de emotividad que nos permite entrar en comunión con Foster y su pulpo. Nos sentimos parte de esa naturaleza, estamos cumpliendo con un ciclo vital, no somos diferentes a cualquiera de los seres que circulan por el bosque de algas. El calmo y emotivo relato, junto a la música de Mathew Dennis, Tom Foster y Ronan Skillen, instala la necesaria comunión que arrastra al espectador hacia lo que hoy, en pleno siglo XXI, resulta un secreto a voces: vivimos para morir.
Es la simpleza de la grandiosidad, la inteligencia universal puesta en juego, el eterno retorno hecho carne en la peripecia de un molusco equiparable al humano, en términos de función y expectativa. Foster se implica y nos implica a partir de la humanización del invertebrado, sus interpretaciones se reiteran desde la emoción; el pulpo es “su amigo”.
La ciencia se combina con lo espiritual, la crisis apela a ella y el resultado es positivo, tanto para el protagonista como para el espectador. La conexión nos trae un híbrido que combina conocimiento racional con identificación proyectiva. Foster oscila entre implicancia y objetividad racional, su comportamiento es medido, no interviene en el ecosistema, a pesar de sentir la necesidad de hacerlo. Su comunión con el molusco sabe abrirse paso frente a las reglas de la naturaleza; se respeta el programa universal, el nicho ecológico debe ser conservado sin intervenir en su lógica. Una dicotomía que nos permite comprender la función del científico y la utilidad de la experiencia. Ambas se complementan. La vida humana se nutre del contacto con la naturaleza, encontramos respuestas que, aunque vagas, nos permiten conectar con sentidos que ayudan a vivir.
Una cámara espontánea, cercana por momentos, aunque a veces no tanto, deja sentada la oscilación entre científico y “experimentador”. La dimensión más objetiva es retroalimentada con escritos académicos y se complementa, de manera cuasi-indisociada, con primeros planos de Foster y el pulpo en estrecha interacción
La obsesión por el molusco es la obsesión por comprender la vida; se desenvuelve a manera de culto sagrado, en un respeto por la naturaleza que contribuye a dar sentido a la vida en un momento de crisis. Planos detalle, donde la mano de Foster se confunde con la presencia de su invertebrado amigo, anuncian esa reconciliación sanadora entre naturaleza y hombre.
El pulpo como símbolo de la plasticidad frente a la vida, planos que descubren sus habilidades, cambios de forma que denotan la necesidad de variantes de adaptación, frente a un mundo desafiante. Circunstancias de naturaleza interior son asociadas a un contexto que plantea exigencias.
Una enseñanza tras otra ofrecidas desde un lenguaje comportamental, que debe ser leído con criterio existencial. El pulpo, como todo ser vivo, opera; más allá de lo que hace, importa el sentido de lo que hace. Planos detalle de segmentos de tentáculo, donde destaca sus órganos principales, los que le permiten el contacto con el mundo: las ventosas. La mayor parte de su inteligencia está allí, se define por el hacer. Ejecución de acciones adaptativas como las que Foster está llevando a cabo para superar su crisis. Comprueba que el pulpo también tiene una vida con desafíos permanentes que la ponen en riesgo. Suerte de empatía que genera identificación para naturalizar la posibilidad del sufrimiento humano.
Los ojos del molusco son reiteradamente exhibidos en planos que intentan acercarnos a su “intimidad” animal, tarea por demás compleja que denota la autoexigencia del investigador. Pretende penetrar en lo más íntimo del sentimiento animal mediante inferencias que toman los ojos como punto de partida.
Un trayecto que se define con la integración de la descendencia, temprana introducción a los misterios de la vida mediante la exploración en el bosque de algas. Especie de ritual que permite cumplir con el rol de padre en la iniciación del hijo, unido al concepto de supervivencia integrado desde una probabilidad calculada por el misterio. La vida introduce el azar desde la planificación inteligente originada en lo desconocido, ese es el límite.
El pulpo vive para morir, ofrenda su vida a cambio de la conservación de la especie. El hombre acaba de comprender que no solo su vida es difícil, otras existencias también los son, deben pelear por subsistir en aras de cumplir una misión despojada del exclusivo interés en la propia supervivencia. Foster logra centrarse en el otro no humano, su realidad nos permite comprender la nuestra bajo un papel que trasciende los egos. Al fin está pudiendo ser un buen padre.
Los obstáculos vitales deben afrontarse, lo exige la ley natural. Comprender al pulpo es entender los misterios de la vida.
Ficha técnica:
Lo que el pulpo me enseñó / Mi maestro el pulpo (My Octopus Teacher), Sudáfrica, 2020.Dirección: Pippa Ehrlich, James Reed
Duración: 85 minutos
Guion: Pippa Ehrlich, James Reed
Producción: Productor: Craig Foster. Distribuidora: Netflix
Fotografía: Roger Horrocks, Craig Foster
Música: Mathew Dennis, Tom Foster, Ronan Skillen
Reparto: Documental, intervenciones de: Craig Foster
Es increïble, pondria mil adjectivo pero todos serían sinónimos el mismo.
Precioso documental, pelicula apasionante, en la que ries, lloras, observas, aprendes a respetar y ves que en este mundo no hay nadie más pequeño que tu y nos queda mucho por aprender de aquel que tenga vida, si no la destruimos !
100% de acuerdo. Maravilloso
Un pulpo no es un molusco