Críticas
Una película con actitud
Miles Ahead
Don Cheadle. EUA, 2015.
Una grata sorpresa es sin duda el debut de Don Cheadle como director de Miles Ahead, filme que él mismo protagoniza de manera extraordinaria, además de participar como coguionista, colaborando con Steven Baigelman (Get on Up, 2014). Y es que decide llevar a la pantalla un relato no muy riguroso sobre la vida del legendario gigante del jazz, Miles Davis (1926-1991), sin embargo, lo intenta hacer de forma osada, no cayendo en lugares comunes ni en notas cursis, como su mismo personaje lo comenta al principio del filme en una entrevista: “Si vas a contar algo, muestra actitud”. Mientras, la cámara inquieta hace grandes acercamientos a su rostro, en planos muy cerrados, él habla tranquilo, con su voz ronca y denotando una fuerte e insolente personalidad.
Podemos notar que Cheadle (Capitán América: Civil War, 2016), se embarca en un viaje hercúleo -utilizando sus propias palabras para describir la realización de su película en el Festival de Berlín-, en el que toma la decisión de no elegir los recursos narrativos típicos de cualquier biopic sobre grandes figuras de la música, género últimamente muy recurrido, sino que aspira ir un paso más allá, agrupando una serie de eventos desordenados, saltos en el tiempo entre el pasado del famoso trompetista, en el que vive su época de plena creación y auge, combinándolo con los agrios momentos en su periodo de cinco años de distanciamiento del mundo musical, de 1976 a 1981, del que no se intenta dar una exhaustiva explicación.
Miles Ahead se sitúa, primero, a finales de los años setenta, en que nos muestra a un Miles Davis severamente lastimado de la cadera, con un grave problema de drogas, alejado por completo del aparador del espectáculo, en medio de una caótica soledad y, sobre todo, de una terrible sequía de inspiración. Así, entre sus atormentados recuerdos, constantes flashbacks a ciertos instantes claves y diálogos ocurrentes, nos vamos haciendo una idea de la particularidad, de las penas y los conflictos del protagonista.
En este encierro lo encuentra un escritor en busca de un reportaje sobre su regreso, quien supuestamente trabaja para la revista The Rolling Stones, Dave Brill (Ewan McGregor), en una genial interpretación del estupendo actor de Moulin Rouge (2001) y de Trainspotting (1996). La interacción con el reportero desata una serie de eventos, que llevan a Davies a reaccionar y salir de su zona de confort.
El temperamento de Miles, en una óptima caracterización de Cheadle, se percibe lleno de una fuerza contenida y un temple oculto detrás de unos enormes lentes polarizados. Lo que discrepa cómicamente con la figura un tanto insegura, y atolondrada de Dave, logrando de tal forma, ofrecer una entretenida y singular mancuerna, en lo que apreciamos como una licencia del guion, ya que se trata de un personaje ficticio que funciona como el pretexto para acercarnos a la estrella.
La adaptación a las distintas épocas que se evocan son atinadas. Unos repentinos vuelcos al pasado nos ubican afinadamente en la década de los cincuenta, con imágenes menos saturadas de color, de un mayor contraste en medio del humo del cigarro y del sonido de un jazz improvisado, a la luz de la etérea imagen de Frances Taylor (Emayatzy Corinealdi), la musa que fue la inspiración de sus mejores melodías. Por el contrario, en los setenta sobresalen los paneos que barren los colores de las luces de edificios y automóviles; nos dejan ver, asimismo, las contrastadas y atestadas calles de la ciudad. Los cortes son veloces y los movimientos de una cámara dinámica se vuelven muy apresurados, así que por momentos sentimos que la biografía, incluso, cambia de género, para convertirse en una película de acción y aventuras, en el imprudente intento de Miles por recobrar la última cinta que recién había grabado, de manos de gente con dudosas intenciones.
Como es de suponer en este tipo de historias, la música con todo su poder juega un papel importante y necesario, ya que es la que suele dotar del ambiente requerido. En Miles Ahead, con un soundtrack a cargo del talentoso Herbie Hancock -quien solía tocar con Davis en su último periodo-, se consigue acompañar magistralmente las distintas facetas de la vida del jazzista, creando atmósferas cargadas de melancolía y sentimiento, recreando no sólo épocas, sino sensaciones, climas y entornos.
Por lo que a lo largo de la cinta se escuchan, una y otra vez, las delicadas notas de su trompeta, que transmiten una nostalgia casi irresistible, recuerdos de profundo dolor, que afirman que el éxito no viene sin sacrificio y los dones tienen su precio.
Finalmente, entendemos que Miles Ahead no es una biografía detallada, con una sobrecarga de información ni se muestra sumamente estricta en cuanto a los datos que proporciona. Por el contrario, se trata de ráfagas de vida, pequeños detalles, eventos cruciales y destellos de la personalidad de una de las figuras icónicas del mundo de la música, del jazz en específico, que sin duda marcó una notoria diferencia y una tendencia hacia dónde se dirigían los estilos en una gran parte del siglo veinte.
Ficha técnica:
Miles Ahead , EUA, 2015.Dirección: Don Cheadle
Guion: Steven Baigelman, Don Cheadle
Fotografía: Roberto Schaefer
Música: Herbie Hancock
Reparto: Don Cheadle, Ewan McGregor, Michael Stuhlbarg, Emayatzy Corinealdi, Lakeith Lee Stanfield, Morgan Wolk, Austin Lyon
MILES DAVIS Eclipsó a sus competidores, que podían ser maestros del calibre de Dizzy Gillespie o admiradores tipo Chet Baker. Con casi medio siglo de grabaciones, Miles ocupó el lugar central en la saga del jazz. Miles Davis fue un buscador insaciable, cuyo temperamento artístico se manifestó en una evolución permanente: bebop, cool jazz, jazz orquestal, jazz modal, jazz-funk-rock, hip-hop. A su lado se formaron centenares de músicos, hoy estrellas del jazz, que intentaban descifrar sus instrucciones crípticas y que descubrían que el método Davis para aprender a nadar consistía en lanzar al novato a la piscina de una sala llena o un estudio preparado para captar improvisaciones apenas o nada ensayadas. Debían desarrollar poderes de telepatía para anticipar los deseos del líder. En los tiempos del black power, ignoró a los militantes que le recriminaban por contratar músicos blancos. Muy consciente de que el jazz era la gran aportación negra a la cultura estadounidense, creía no obstante que la combinación con instrumentistas de diferentes orígenes -brasileños, hindúes y europeos— provocaba fricción creativa. Fue de los primeros jazzmen en entender que el estudio de grabación era el gran instrumento. El productor Teo Macero registró todo lo que sonaba en las sesiones de Miles Davis.