Críticas

Estimulando al animal

Monos

Alejandro Landes. Colombia / EUA / Argentina / Holanda / Alemania / Uruguay / Dinamarca / Suecia / Suiza, 2019.

Cartel de la película MonosComo una banda de monos que se mueve por el dosel de las selvas, produciendo aullidos, dándose golpes de dominio sobre sus pechos henchidos por el orgullo, combatiendo entre ellos por el poder, alimentándose a cada paso de todo lo que encuentran palatable, sin un claro objetivo que trascienda la vida misma y el movimiento, se desplazan por los páramos y las selvas de algún país de América Latina (probablemente Colombia) ocho jóvenes. Todo indica que se trata de un reducto de algún grupo subversivo. Van armados, reciben entrenamiento, gritan consignas y tienen a su cargo el cuidado de una persona extranjera, a quien llaman la doctora, evidentemente víctima de un secuestro, por quien se está negociando bajo el mando de algún comandante o grupo, del cual poco se sabe en el filme.

Durante toda la película acompañamos a los ocho muchachos y muchachas como si fuéramos periodistas que marchan con ellos, pendientes de todas sus intimidades, temores, traiciones internas, mentiras y acusaciones. Se trata de gente muy fuerte, capaz de vencer el frío, el calor, los mosquitos, el aislamiento, el mal trato, la incertidumbre y la falta de objetivos claros a base de unas rutinas cuasi-militares, no exentas de sentimientos de solidaridad grupal, que mantienen la coherencia del grupo, asegurando la existencia de un régimen del terror que impide la traición y el abandono.

Constantemente nos lleva el filme a que nos hagamos preguntas sobre lo que significan la violencia, el terror, el trato humillante, la desorientación y el adoctrinamiento en el comportamiento de los grupos humanos. ¿Hasta qué extremos de pérdida de humanismo se puede llegar cuando las personas han renunciado a su propia capacidad para discernir y actuar, entregándolo todo a alguna causa, que se convierte en su único refugio?

Monos, fotograma

Es impresionante observar, en este simulado laboratorio de conductas humanas que es el cine, cómo se pierde el ser individual, cómo los gritos, las consignas y las rutinas van carcomiendo a las personas hasta convertirlas en pálidos reflejos de sí mismas. No es tema de hombres y mujeres; todos se vuelven insensibles e indiferentes al paisaje, a los demás, a sus propios pensamientos y recuerdos, elementos todos que no aparecen con frecuencia en el filme. Este se enfoca casi totalmente en los movimientos del grupo que se mueve en forma reactiva, según llegan a los improvisados campamentos las noticias y las instrucciones.

En un aspecto importante humano sí se enfoca la película, por momentos. Se trata de las angustias de la mujer secuestrada, a quien mantienen en cualquier cuartucho o cambucho, sujeta a un verdadero martirio mental, no tanto físico. Es evidente la sensación de abandono y de desespero que invade la mente de esta señora, que se adivina inteligente y culta y que se ve obligada a seguir los ritmos inexplicables de esta banda de adoctrinados individuos que han renunciado a la empatía y a la cercanía con lo que los rodea, sean personas, cosas, fauna o flora.

Monos, crítica de la película

Vale la pena el recorrido que hace la cinta por los paisajes y los territorios. Es un recorrido doloroso, que no da tregua para la observación y la admiración. En el páramo, la lluvia es incesante, los ambientes son cerrados y no se recrean las cámaras en los hermosos bosques ni en las verdes montañas, ni en las sugestivas panorámicas, y mucho menos, en la flora delicada y única de estas regiones privilegiadas. En las selvas, se abre más la vista hacia los ríos y hacia la vegetación que todo lo invade, pero a base de tomas rápidas que no permiten ninguna contemplación. Pienso que esto refleja los estados mentales de los protagonistas, que pasan por los paisajes sin sentir ningún impacto ni encantamiento.

En algún momento se dedica la acción a registrar la miserable epopeya de una triste vaca que reciben los ocho muchachos de parte de la comandancia del grupo, para que la cuiden y aprovechen su leche. Tal como sucedería si una banda de micos de la selva recibiera tal encargo, todo se vuelve desgracia para el pobre animal y grosera carnicería para los espectadores, que somos testigos de su descuartizamiento y del mísero banquete en que todo termina.

Monos

Al final, aparecen unas aventuras y unas digresiones que rompen la monotonía de banda de monos en que se basa la historia. Aparecen intentos de escape de la prisionera, que aprovecha con inteligencia algunos instantes de descuido de sus tiránicos guardianes para protagonizar unas épicas jornadas por los ríos y la selva en busca de la libertad. Acá se aprecia un magnífico trabajo del equipo de filmación, ya que las escenas son de alto impacto y están tomadas en ambientes complejos, alejados de lo que sería un estudio de grabación.

Somos entonces testigos de una valiosa película, una muy interesante propuesta descriptiva de lo que serían los recorridos y las aventuras de las pequeñas bandas y reductos violentos que han azotado a Colombia por tantos años, en las altas montañas y en las húmedas selvas, donde el Estado no llega con efectividad, dejando espacios para que grupos de jóvenes ilusionados y adoctrinados malgasten sus vidas en acciones, en general, aisladas y carentes de objetividad real, como son el secuestro y la violencia. Al final se estimula, de esta forma, el modo de ser animal que las personas llevamos por dentro, llegándose a convertir en bandas de humanos-monos que se mueven a sus anchas, atrapadas por la locura y la tiranía ideológica.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Monos ,  Colombia / EUA / Argentina / Holanda / Alemania / Uruguay / Dinamarca / Suecia / Suiza, 2019.

Dirección: Alejandro Landes
Duración: 105 minutos
Guion: Alejandro Landes, Alexis Dos Santos
Producción: Alejandro Landes, Fernando Epstein, Santiago Zapata, Cristina Landes
Fotografía: Jasper Wolf
Música: Mica Levi
Reparto: Moisés Arias, Julianne Nicholson, Sofía Buenaventura, Julián Giraldo, Karen Quintero, Laura Castrillón, Deibi Rueda, Paul Cubides, Sneider Castro

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