Reseñas de festivales
Monte adentro
Nicolás Macario Alonso nació en Buenos Aires, en 1975, pero creció en Colombia, debido al exilio de sus padres en 1976 tras el golpe militar que aconteció en la Argentina. El cineasta, junto al director del Festival, Marcelo Céspedes, presentaron ante el público un documental que ahonda en la identidad y la memoria.
Monte adentro participó en el 10° Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente –Bafici- donde se realizó la Premiación del Buenos Aires Lab (BAL), a las películas que participaron en el Work in Progress. El film recibió dos galardones, el Premio Lahaye para la corrección de color y el Premio Tauro Digital para la posproducción.
El film narra la historia de los hermanos Alonso y Novier Valencia, “los gitanos”, provenientes de las últimas familias de arrieros colombianos que quedan en la actualidad. Ambos heredaron el oficio de muleros de su padre y abuelo. Novier, más apegado a las tradiciones familiares, continúa en las montañas Caldas trabajando con sus mulas para ganarse la vida de esa manera. En cambio, Alonso se mudó a la ciudad para trabajar de zapatero y cuidar a su madre que padece problemas de salud. La vida no es fácil para ninguno de los dos. El progreso, poco a poco, extingue los oficios, las tradiciones, los orígenes, y queda el recuerdo, la memoria.
Macario Alonso acompaña de cerca la rutina diaria de los Valencia; su cámara parece invisibilizarse al registrar esa cotidianidad, sólo observa y contempla el esfuerzo diario en medio de bellísimos paisajes naturales. A través del montaje paralelo se logra comparar las dificultades que el mercado ofrece para ambas tareas. Sin embargo, el eje vertical que unirá el discurso narrativo será la intervención en off del relato de su madre (salvo en una escena donde se inserta una entrevista). Ella narra la historia de su familia, rescata las tradiciones de los arrieros, los sacrificios de ese estilo de vida y de cómo sus hijos han elegido hacer frente a la realidad.
Uno de los problemas del documental fue la falta de subtítulos en castellano, debido a la dificultad de comprender el dialecto local utilizado por los protagonistas. En el esfuerzo por comprender se apreció la mitad de la información. El subtitulado en inglés reforzaba y complementaba la comprensión sólo de aquel espectador que supiera el idioma. Ante este hecho, el realizador, durante el debate posterior a la película, afirmó: “Fue una decisión propia el no subtitular en español debido a que compartimos la misma lengua. Al hacerlo hubiera generado una barrera que nos aleja como latinoamericanos”.
Monte adentro plantea una clara dicotomía entre campo-ciudad. Esa diferencia refuerza la distancia, cada vez mayor, que se produce entre quienes viven de un lado y del otro, y de cómo esa distancia ahonda las diferencias de clase de los colombianos. El realizador ejemplifica esta problemática en una escena que registra la dificultosa travesía de los muleros al hacer una mudanza desde la ciudad hasta la cima de la montaña. Para hacerlo, ambos hermanos se reúnen como antaño. Aquella enseñanza transmitida vuelve a materializarse. Ese legado que llevan en sus orígenes forma parte de la identidad que los caracterizará siempre.
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