Críticas
Por un realismo puro
Mrs. Fang
Wang Bing. Francia / China / Alemania, 2017.
Los primeros planos de Mrs. Fang muestran a Fang Xiuying el 7 de octubre de 2015 de pie, en el umbral de la puerta de su casa. Después se mostrará, a partir del 28 de junio de 2016 y hasta el 6 de julio de 2016, fecha de su fallecimiento. Wang Bing utiliza esa pequeña brecha de tiempo, de unos diez días, para construir una de las películas más humanas y desgarradoras, a la vez que visceral, de las filmadas en los últimos años.
Tal y como reza un rótulo al final del filme, «Fang Xiuying nació el 5 de agosto de 1948, y vivió en el entorno rural de la aldea de Maihui, cerca de Huzhou, en la provincia de Zhejiang, China. Tuvo dos hijos, un chico y una chica. Nueve años antes de realizarse esta película, le fue diagnosticada una forma de la enfermedad de Alzheimer a Mrs. Fang».
Los planos iniciales no serán más que un instante efímero, sumamente fugaz, de aparente lucidez. Apenas se recordarán al término de la proyección, ya que de una manera casi violenta, por la ausencia de pasos intermedios, Wang Bing centra muy rápido su mirada en lo que más le interesa, los últimos diez días de vida de Mrs. Fang.
Si para Bazin «el realismo no se define por los fines, sino por los medios» y para Kracauer el cine era capaz de captar la naturaleza en estado puro, lo que él llamaba realidad material, la película de Wang Bing no viene más que a demostrar que en ella hay un fin cierto, y que el medio utilizado es dominante sobre él. Wang Bing viene a confirmar que esa naturaleza en estado puro solo puede captarse a través de la principal herramienta de la que dispone el cineasta después de su cámara, el tiempo. Bazin pensaba que en cuanto el cineasta había conseguido la complicidad con el espectador sobre la representación cinematográfica, pasaba entonces a estar tentado de descuidar la realidad representada, debido a la costumbre y la pereza, y sin que él mismo pudiera distinguir dónde empiezan y acaban sus mentiras. Sin embargo, el caso de Wang Bing ha venido a aterrizar en las antípodas de esta práctica, revelándose como lo más próximo a esta noción de representación baziniana de la realidad.
Así, Wang Bing pone en valor las teorías más puras sobre el realismo y no solo se ajusta a ese ideario concebido por Bazin en cuanto a la representación de tramas descarnadas, ausente de excesos, renunciando a los efectos del montaje y haciendo uso, en gran medida, de la profundidad de campo y del plano secuencia, como si él también entendiese que es el único modo posible de representar la densidad de los hechos cotidianos, del día a día. El documentalista chino se sumerge en la inmensa lentitud que envuelve a Mrs. Fang, y se mantiene fiel al fin que desea con respecto a su personaje, sin traicionarle. Esto es importante, porque Mrs. Fang es un film que aborda el peligroso y frágil terreno de la intimidad, donde hay muchas líneas que rápidamente quebrantarían la relación, restándose los valores de equitativa y honesta. Wang Bing nunca traspasa esas líneas porque filma desde el más estricto e inquebrantable respeto.
Tan fiel quería mantenerse Wang Bing a estas ideas que uno de los planos que mostraban una mayor complejidad técnica en su rodaje, como es ese en que uno de los personajes sale desde el interior de la casa al exterior, opta por seguirle, sin introducir cortes, sorteando las diferentes fuentes de luz que encuentra en su camino y pasando de un emplazamiento de interior, iluminado como tal, a un emplazamiento de exterior-noche que casi carece de iluminación, con una facilidad asombrosa.
Wang Bing filma el vacío de una mirada perdida en el infinito, la densidad de la rutina, densidad que muestra también a través de los diálogos que mantienen entre sí los personajes, los cuales hablan sobre su pulso, su estado de ánimo, su rostro, su mirada. Uno de ellos llega a hablar del coste que tiene el cuidado de un paciente con Alzheimer (1000 yuanes al día), poniendo de manifiesto la realidad social que pretende representar este documentalista chino. Este tipo de diálogos forma parte de ese goteo de información que recibe el espectador, sirviendo de faro y como modo de poner de manifiesto el deterioro del personaje. En este sentido, es conveniente aclarar que Fang Xiuying seguía un tratamiento, pero en 2015 sus síntomas avanzaron mucho y tuvo que interrumpirlo, regresando entonces a casa.
El dispositivo que monta Wang Bing es transparente y tiene como pilares la mera limitación de sentirse un observador y los emplazamientos cámara. Nos hace partícipes de la misma intensidad y sufrimiento con respecto a Fang Xiuying, que la que sienten sus familiares, sufriendo el mismo calvario a través de su lúcida mirada. La cámara se sitúa entre todos los personajes que rodean la cama de Fang Xiuying, estos siempre giran sobre la órbita de ella y solo será al final de la película cuando tome la distancia necesaria para serle fiel y confirmar el enorme rigor que atesora con uno de los modos más simples y sencillos de filmar.
Pero antes de esto, Wang Bing decide hacer uso de un plano muy cerrado sobre el rostro de la protagonista, como si se quisiera despedir de ella y fuese el mejor homenaje que le pudiera hacer. La mirada de Wang Bing es la mera observación y es el tiempo, casi un personaje más, quien hace el devastador trabajo de mostrar la progresiva degradación de alguien a quien solo queda beber agua en pequeñas dosis, a través de una jeringuilla, o de alargar un brazo por si alguien puede ayudarla, simplemente, a girarse en la cama.
Ficha técnica:
Mrs. Fang , Francia / China / Alemania, 2017.Dirección: Wang Bing
Duración: 86 minutos
Guion: Wang Bing
Fotografía: Wang Bing, Shan Xiaohui, Ding Bihan
Reparto: Fang Xiuying
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