Nothing Compares

Conmovedor recordatorio acerca de las «bondades» de una intérprete icónica del pop. La portentosa voz de Sinéad nos transporta por 1 hora 38 minutos a través de lo que Ferguson define como su faceta más significativa: la autenticidad.  Rasgo tratado en términos de escasez, ante la arbitrariedad de un sistema que silencia a los vulnerables y arropa a los artistas bajo el ala de los poderosos.

Ferguson alcanza un tratamiento intenso, candente, responsable y emotivo, por momentos enternecedor, en la figura de una poderosa estrella del rock que esconde la fragilidad de una niña maltratada por su madre. Diferencia la evasión e inconsciencia del abuso, de la fortaleza apuntalada en la voz como método catártico. Sinéad es potencia que conmueve y estremece por el grito, desahogo necesario; un retrato inteligente y representativo de pasajes por la historia, donde la política a destiempo muestra ser la ruina del artista.

Un sector de la prensa ha tildado este trabajo de superficial o incompleto; nada más alejado de la realidad; el interés de Ferguson está en subrayar conexiones significativas, no apunta a lo biográfico como fin en sí mismo, lo utiliza a otros efectos y, en ese caso, cabe reconocer y respetar las intenciones del autor más allá de los gustos o pretensiones de cierta crítica.

Comienza con un esbozo de la infancia de O’Connor donde destaca los abusos de su madre, luego vendrán dos etapas que marcan el ascenso en su carrera y los sucesos puntuales que la harán colapsar frente al sistema: el negarse a actuar en Nueva Jersey si, como era costumbre, el espectáculo se iniciaba con el himno nacional de Estados Unidos, y el momento en que destruye la fotografía del papa Juan Pablo II. Luego, el documental apela brevemente a la artista del presente, en su estado actual, pero sin brindar mayores detalles. Es aquí donde parece estar el hueco más importante, rellenarlo presupondría un documental más extenso en base a diferentes objetivos, es lo que debe considerarse a la hora de evaluar.

Inteligente edición, mediante el rescate de imágenes de archivo y fragmentos de ficción que, por alternancia, combinan el relato con voz en off y posteriores entrevistas que remarcan los cuestionamientos al y del sistema. Planteamiento prolijo y ordenado, opera por etapas para brindar una precisa cronología en la síntesis. Todo al servicio de un proceso de redención tan innecesario como inexistente; sacrificio de la fama en aras de un tesoro, la identidad descubierta oficia de simiente hacia el futuro: «Me partió el corazón, pero no he muerto, intentaron enterrarme, pero no se dieron cuenta que yo era una semilla». Dimensión del heroísmo poco reconocida, desata su trabajo en aras del beneficio y en sacrificio de la fama; altruismo de escasos precedentes, revive la condición humana, en la anticipación por el riesgo inmerso en un imaginario social acicateado en gran medida por la prensa. Resorte político imprescindible a la formación de opinión pública, arenga camuflada, silenciosa de intenciones que seduce a los rebaños. Oponerse al establishment degrada, la popularidad se carga en signo negativo, la caída es inevitable, la fama tiene su precio: «Lamento que la gente me haya tratado como una mierda, y lamento que yo estuviera tan herida, ese pensamiento realmente me mató y me lastimó…Todos pensaron que debía ser objeto de burla por tirar mi carrera por el desagüe. Nunca dije que quería ser una estrella del pop, no me gustaba ser una estrella del pop». Soliloquio en un plano que rota el cuello de Sinéad, mientras su fisonomía se desdibuja sobre un fondo negro que apela al contraste. La difuminación niega la desaparición total y en el plano siguiente resurge la dulzura de un joven rostro sufriente en primeros planos.

Los sucesos de la infancia, si bien esbozados, dan cuenta del carácter de Sinéad unido a sus ansias de rebeldía, no justificada por razones propias de la edad, sino por cuestiones vinculadas a la opresión familiar. O’Connor desarrolló una conciencia especial basada en el interés por situaciones y fenómenos semejantes a los vividos en carne propia. En esa dirección va la somera incursión en fragmentos de su infancia; los fines no son biográficos, la idea es aportar el fundamento a los avatares de una carrera artística. Momentos de ficción, apoyados en relato desde la voz en off, rememoran los sucesos del pasado.

Nothing compares es la campana que pregona el sacrificio de la estrella, el anuncio que se forja desde un más hacia un menos que se va diluyendo, se cierra en la actualidad de una cantante fiel a sus principios, para culminar agradeciendo hasta en los créditos. Persistencia eterna que llega muy cercana al momento de su muerte, en 2023, y de acuerdo a los forenses, por «causas naturales».

Por eso, el documental termina siendo un homenaje post mortem sin quererlo, seguramente consolidará la importante dimensión artística en su aporte a la canción desde el intento de la toma de conciencia por la historia.

Sobrio ejercicio documentado en imágenes de archivo, articula momentos políticos, musicales, periodísticos, sociales y de ficción. No suele sostener entrevistas más allá de las realizadas a Sinéad O’Coonor, aunque la voz en off da cuenta de la participación de otros entrevistados en el intento de síntesis caracterial de la protagonista.

Todo se resume en el valor histórico del coraje, pero también, indica la importancia de los tiempos. La historia, mecanismo propiciatorio de aceptación y cambio, signado por graduales movimientos marcadores de tendencia, depende de compromisos y renuncias, algo a lo que no todo el mundo está dispuesto. Descansa en paz Sinéad O’Connor.