Críticas
Las historias que piden su voz
Nubes grises soplan sobre el campo verde
Carlos R. López Parra. Colombia, 2023.
Parafraseando el discurso de Viola Davis al ganar el premio Oscar a Mejor Actriz de Reparto, el cementerio es el lugar con el mayor potencial de historias para contar. Cada uno de nosotros tiene un microcosmos fantástico que llena de alegrías y tristezas el recorrido que llamamos vida. Una de las misiones del cine es hacer que esas historias resuenen con todos, que lleguemos a identificarnos de una u otra manera con los personajes y lo que una película nos quiere contar. Nubes grises soplan sobre el campo verde (Carlos López Parra, 2023) rescata una de esas historias particulares, íntimas y únicas que parecería no resonar en todo el público, pero gracias a la construcción del guion y las actuaciones, cualquier espectador puede encontrar una historia sobre la solidaridad, el perdón, la piedad y el amor incondicional, que a veces cuesta tanto.
La violencia bipartidista en Colombia causó enfrentamientos desde hace un poco más de cien años. Se dice que más de catorce mil personas murieron por sus ideologías políticas, eran perseguidos y sacrificados simplemente por pensar diferente. Esta es la época en la que se desarrolla la historia, en la cual Roberto (Eddy Rivera) llega pidiendo ayuda a la casa de Manuel (Germán Betancourt López), está gravemente herido y ya no puede huir más. Roberto dice que tuvo un accidente de caballo, pero Manuel se da cuenta de que está mintiendo y, sin embargo, lo sigue ayudando, porque tiene una necesidad muy personal: Manuel está muriendo de una grave enfermedad y no tiene quién le ayude con su hijo Simón (Jonatan Camero Gutiérrez), que tiene una discapacidad cognitiva profunda que le impide valerse por sí mismo. ¿Podrá ser Roberto la solución a los problemas de Manuel? ¿Lograrán esconderse de aquellos que lo buscan para matarlo?
El guion, escrito por el director, se encarga de juntar estos universos en una historia sencilla y fácil de entender: no se necesita ser colombiano ni tener a alguien con discapacidad en la familia para identificarse con el profundo amor del padre, que haría lo que fuera porque su hijo tenga un bienestar cuando él ya no esté; tampoco se necesita ser liberal o conservador para entender el deseo del fugitivo de seguir viviendo, su rancio comportamiento que esconde el miedo a morir y el agradecimiento que siente por un extraño que le salva la vida, arriesgando la suya y la de su hijo; y es fácil entender a Socorro (Irene Arias), la única familiar de Manuel, quien rechaza encargarse de Simón cuando el padre se haya ido.
La muerte es, quizás, el tema más delicado de toda la historia. ¿Quién se encarga de una persona discapacitada, que necesita ayuda para absolutamente todo? Manuel no tiene más personas en el mundo, Socorro usa la excusa de su esposo para evitar asumir esa responsabilidad, él recurre a la iglesia católica que le ofrece uno de esos hogares que dan lástima desde el minuto en que se cruza la puerta… ¿Qué queda? ¿Cómo disponer de la vida de otro ser humano? ¿Cómo tomar una decisión tan radical y dolorosa, pero que se hace enteramente por amor? Es fácil juzgar cuando uno ve la historia de lejos, pero al vivirla o estar muy cerca de una situación así, las cosas cambian. Y ese es el mayor logro de la película. Nunca queda duda del profundo amor de Manuel por su hijo, vive para él y en función de él. Ellos han creado una dependencia, una simbiosis que les da vida a ambos y que, al fracturarse, sobreviene el caos.
En una secuencia de la cinta, Manuel debe salir y deja a Simón al cuidado de Roberto, algo que jamás hace, pues él siempre sale con su hijo a todo lado. Cuando los hombres que lo buscan llegan al lugar, Roberto no puede controlar a Simón, quien pierde el control y empieza a gritar. Roberto debe huir y deja a Simón solo, gritando sin que nadie lo consuele, lo calme o lo ayude… Ese quejido es molesto y doloroso a la vez, es la realidad de muchos padres que viven en la misma situación y solo el amor los hace resistentes, resilientes, incansables. Ese es un pequeño cuadro de lo que sería la vida sin Manuel, una pequeña muestra que la historia le da al espectador para que ratifique que la vida de los dos está conectada y separarse sería morir en vida, lentamente.
Es tan escaso ver cintas así en la pequeña industria cinematográfica colombiana. No solo porque la mayoría no tienen guiones tan bien construidos como este, el objetivo de siempre es lo que importa: que la cinta venda. Claro que este no es un mal exclusivo de Colombia, en toda Latinoamérica (no me atrevo a decir que en el mundo entero) lo que importa es poder vender el producto. Argentina y México, con muchos más años de experiencia, han logrado encontrar ese punto intermedio de las películas bien hechas, bien escritas y comercialmente vendibles. Colombia aun sigue en ese proceso, y no porque no haya de dónde, pues talento hay, pero el apoyo en salas por parte de los exhibidores y del público es, prácticamente, inexistente.
Al pensar exclusivamente en lo comercial y descuidar la calidad del producto (historias predecibles, actores sobreactuados, locaciones baratas…), el cine colombiano ha adquirido esa fama de que es malo, aburrido o cliché. Basta preguntarle a cualquier persona en la calle o ver los memes que rondan por ahí para ratificar que la opinión que tienen del cine nacional es que es una tortura (y esto incluye a Latinoamérica de comienzo a fin). Sin embargo, llenan las salas viendo esas cintas que tanto critican. Yo les puedo asegurar que talento sobra (Nubes grises sobran sobre el campo verde y Tierra quebrá son dos de los ejemplos que me vienen a la mente), pero así como una película no la hace una sola persona, las salas no se llenan con un solo asistente ni las cintas logran el alcance con una solo crítica como esta, que quiere apoyar el talento nacional. Es necesario que el público le dé su apoyo a largometrajes como este, para que se den cuenta de que todavía hay muchas historias por contar y que valen la pena.
Tráiler:
Ficha técnica:
Nubes grises soplan sobre el campo verde , Colombia, 2023.Dirección: Carlos R. López Parra
Duración: 111 minutos
Guion: Carlos R. López Parra
Producción: Alejandra Álvarez Bernal, Angélica Morales Mora, Alexandra Yepes
Fotografía: Camilo Gil
Música: Iván Meluk
Reparto: Germán Betancourt López, Eddy Rivera, Jonatan Camero Gutiérrez, Irene Arias, Manuel Antonio Gómez, Edilberto Rivera, Leonardo Torres,