Nunca es tarde

En Nunca es tarde, el primer trabajo de dirección de Dan Fogelman, Al Pacino, personifica a Danny Collins, un cantante de rock de los setenta, quien, debido a su éxito y fortuna, se ha descarrilado y se encuentra sumido en un universo de extravagantes lujos y nocivos excesos. Alcohol, drogas y sexo son el motor que lo mantiene en pie a través de una exasperante rutina de conciertos, en los que el papel que en el escenario representa, no le resulta nada gratificante.

Su mundo da un giro inesperado cuando su manager, Frank (Christopher Plummer), le hace un regalo que le obliga cambiar su perspectiva de lo que ha sido, no sólo su carrera, sino su vida. Una carta escrita para él nada menos que por John Lennon, cuarenta años atrás, en la que le recomienda a este, entonces nuevo artista, que nunca deje que la fama cambie su esencia, que se mantenga fiel a sí mismo y a su música.

A partir de entonces, Danny Collins decide hacer importantes cambios, alterando todos sus hábitos, con el fin de recuperar las riendas de su propia existencia.

Nunca es tarde nos muestra la decadencia, la desesperanza de un cantante venido a menos, que a pesar del éxito y el glamour, no es feliz, y no puede serlo porque todo lo que lo rodea es superficial, es un castillo de hielo, una farsa, un mundo material sin nada de sustancia, rodeado de fans y falsos amigos, mientras que en realidad lo que enfrenta es una profunda soledad.

Como tantas veces, la premisa de disfrutar del trabajo de Al Pacino en pantalla nos invita a no perder de vista cualquier nuevo film en que se presente, lo cual no siempre resulta del todo infalible. En esta ocasión, ofrece un personaje con una fuerte personalidad, con un tono de voz enérgico, haciendo escándalo en cualquier lugar que se presente, muy en el talante de su papel en Perfume de mujer (1992), llenando la pantalla con su mera presencia. Sin embargo, es la historia la que de pronto se queda corta, se limita, se restringe a un melodrama con enseñanza y moraleja, que busca aconsejar al espectador con su mensaje de vida.

Como se puede suponer, cierta parte de la historia está basada en un hecho real; la significativa carta de John Lennon, fue verdaderamente escrita en 1971 y enviada al cantante de folk británico Steve Tilston, cuando éste tenía apenas 21 años, después de dar una entrevista para la revista de rock ZigZag, en la que habla de su temor a perder el piso en caso de encontrar la fama y fortuna que esperaba.

Lennon envía a la revista, de su puño y letra, unos renglones explicando a Tilston que la fama no cambia la esencia de los artistas, sólo les evita preocuparse por tener techo y comida, pero que si lo deseaba, podían discutirlo personalmente, así que le brinda su número de teléfono, por si quisiera llamarle.

La carta no llegó a las manos de Tilston hasta 34 años más tarde, en 2005, cuando un coleccionista le llamó para verificar si se trataba de quien Lennon hablaba en su escrito. Se piensa que alguien debió de venderla en el momento de recibirla, por lo que el joven cantante se privó de un encuentro que pudo haber cambiado su destino.

A partir de esta anécdota, se desarrolla el relato del filme, sin embargo las vidas de ambos cantantes, el real y el ficticio, no son del todo similares. Tilston tuvo cierto éxito en algún momento, dentro de su rubro, pero nunca fue tan famoso como suponemos, lo fue en su juventud el personaje de Danny Collins.

Tampoco tuvo un hijo al que no reconoció, que en la cinta es el pretexto para mostrarnos a Danny Collins arrepentido, en un intento por recuperar el control sobre sí mismo y sobre sus decisiones, apreciando los pequeños detalles, las cosas verdaderamente importantes de la vida, dando el merecido valor a la familia y a la amistad, por encima de lo material. Así que Nunca es tarde se convierte en el film aleccionador y con moraleja, que tanto gusta en Hollywood.

Fogelman, quien además escribe el guion, se basa en una fórmula que normalmente funciona, una historia de redención presentada por actores conocidos, con una trayectoria que atrae al público espectador y el buen desempeño de sus papeles. De tal forma que un excéntrico Al Pacino, un circunspecto Chistopher Plummer (Begginers, 2010; Elsa & Fred, 2014), una digna gerente de hotel a cargo de Anete Benning (Los chicos están bien, 2010; La mirada del amor, 2014) o una esposa devota interpretada por de Jennifer Garner (Arthur, 2011; La extraña vida de Timothy Green, 2010) logran consolidar un film entretenido, a pesar de sí mismo y de la simpleza de su predecible guion.

Al ser una película que trata sobre la vida de un cantante, la música adquiere un rol importante, y vemos que en este caso es un acierto constante, porque además de la banda sonora original, compuesta por Ryan Adams y Theodore Shapiro, el soundtrack se conforma principalmente de canciones de John Lennon, lo cual es una apuesta segura que no puede fallar. Los momentos en que éstas aparecen, son muy bienvenidos, ya que amenizan el rato y generan ese ambiente de nostalgia que rodea al personaje de Collins.

Podemos concluir que para el público que gusta de películas emotivas, de superación personal, de remendar los errores del pasado, con mensaje y moraleja, Nunca es tarde es ideal porque tiene además el plus de contar con Al Pacino, un actor que se adueña de su papel y divierte al espectador con su sola presencia. Así que, a pesar de los clichés y los abundantes lugares comunes, quien la vea, seguramente pasará un buen rato gracias a su música y las buenas actuaciones.