Críticas

Una cuerda demasiado endeble

Nunca te sueltes

Never let go. Alexandre Aja. Estados Unidos, 2024.

Póster promocional de Nunca te sueltesCreo que está siendo un buen año para el cine de terror. Se han estrenado buenas películas con excelente factura, en lo que parece ser el certificado de que la industria se toma en serio el género. Ya no nos conformamos con el enésimo tren de la bruja efectista repleto de sustos de baratillo. Los espectadores también exigimos nuevos caminos y reinvenciones, productos cuidados que trascienden los tópicos del género.

Alexandre Aja, en su momento, formó parte de una vanguardia de directores que adelantaban ese giro hacia horrores de elaboración distinta. Ingeniosos, salvajes, únicos, aquellos jóvenes reciclaban horas consumiendo cine del género y lo fagocitaban revestido de modernidad tan gamberra como autoexigente.

Por supuesto, las luces del mercado norteamericano cegaron al director francés, que no dudó en volcar su talento en estos pastos, en teoría, más verdes. Resultado, podemos resumir la carrera de Ajá en un quiero y no puedo, donde todas esas ideas rompedoras encuentran un dique de contención en las exigencias comerciales de las productoras.

Aún así, siempre ha conseguido productos notables que marcaban alguna diferencia con los centenares de productos infames que el horror nos lanza a la cara cada año en las salas de cine. El que tuvo, retuvo, parece ser. Su último intento de recuperar el aplauso unánime de crítica y público es Nunca te sueltes (Never Let Go, Alexandre Aja, 2024), extraño híbrido entre el terror, el thriller psicológico y la aventura post apocalíptica de tintes paranormales.

Los protagonistas de Nunca te sueltes

En lo profundo del bosque, alejados de todo y de todos, una extraña familia sobrevive en la cabaña de madera que construyeron sus ascendientes. La madre y dos niños bordeando la adolescencia se dedican a recolectar lo poco que da el hostil entorno en el que se han recluido. Y esta casa, este bosque, tiene reglas tan extrañas como sus habitantes. Porque la casa es un refugio, a la que han de permanecer siempre conectados por una cuerda. Algo horrible y monstruoso acecha, el mal que ha acabado con toda la humanidad. Ellos son los últimos, y se aferran a sus insólitas creencias para seguir vivos.

Nunca te sueltes trata con bastante atino diferentes temas, que construyen un desopilante pero consistente contexto. Es de esa clase de películas que, aunque se enmarca dentro de las normas del terror, juega más a la creación de entornos inquietantes. Sin renunciar al susto inesperado, es el ambiente enfermizo lo que se queda en el interior del espectador. El bosque como fuente de mal primordial y atávico recoge cierta influencia del folk horror, pero la esencia de la amenaza es demasiado mutante como para meter en ese cesto el resultado de esta película.

El fin de la infancia, la maternidad sobreprotectora, el peso de los pecados y los trastornos mentales son algunos de los temas subyacentes en la propuesta, y en la primera parte del metraje funcionan como un conjunto sólido. Todo tienes sentido dentro de la extrañeza, el universo en imágenes de Aja goza de una coherencia interna que busca la complicidad del espectador. A pesar de ser invitados a la desconcertante rutina de esta familia disfuncional, podemos entender la base del conflicto.

Pero eso sería demasiado fácil. Hay que complicar la trama; llevar la idea hasta el límite, cuando está a punto de quebrarse. Efectivamente, se rompe.

Nunca te sueltes se desinfla según van pasando los episodios. La astuta ambigüedad que sostiene el relato zozobra hacia lo catastrófico cuando se intenta dar respuestas. La duda entre si lo que sucede es un fenómeno fantástico o un episodio muy triste de esquizofrenia paranoide explota en la cara del espectador, lanzado a un universo caótico. Director y guionistas dinamitan las extrañas pero consecuentes reglas internas del tenebroso cosmos de la película, y se genera un sinsentido indigesto, que pide demasiado al espectador.

Halle Berry, estrella absoluta de la función

El juego era divertido, pero deja de serlo en el momento en el que parece que te están tomando el pelo. La nave no naufraga del todo, porque Aja es un director con mucho oficio. El limitado espacio de su aventura macabra no es problema con el talento del francés para recrear lugares y momentos perturbadores. Incluso en los episodios más delirantes de la cinta, Aja mantiene el pulso, y hay que reconocer que hace auténticos malabares para no perder el control del invento.

Aún así, la última media hora de Nunca te sueltes te tiene que pillar muy convencido para que se acepte el delirio inconexo, en el que no solo se dejan en el aire cuestiones de suma importancia en el pasado de los personajes. Es que las vías que se abren ante el espectador son confusas, por no decir absurdas.

Tras el interesante punto de partida, el resultado es desesperante, porque es un auténtico tiro en el poste, difuso en sus intenciones, incoherente en su propio juego.

Hale Berry y los dos infantes de la película, Parecy Daggs y Anthony B. Jenkins, lo cierto es que están muy convencidos de sus roles y no flaquean a pesar de lo incomprensible que se vuelve el espectáculo. Esa fe en los personajes da un poco de esperanza, y por eso no desconectas del todo pasada la primera hora de película.

Una pena. Me gusta Aja, me parece un director con enorme talento y tiene una voz única en este mundillo del horror, en el que tanto se tiende a repetir fórmulas. La interesante premisa, el sórdido cosmos y la angustiosa presencia del mal no han sido suficientes en esta ocasión.

Tal vez la próxima sea la definitiva.

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Ficha técnica:

Nunca te sueltes (Never let go),  Estados Unidos, 2024.

Dirección: Alexandre Aja
Duración: 101 minutos
Guion: Kevin Coughlin, Ryan Grassby
Producción: 21 Laps Entertainment, Media Capital Technologies, Lions Gate Films, HalleHolly
Fotografía: Maxime Alexandre
Música: Robin Coudert
Reparto: Halle Berry, Percy Daggs IV, Anthony B. Jenkins, Matthew Kevin Anderson, Christin Park

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