Críticas
Entre el olvido y los recuerdos
Oblivion
Joseph Kosinski. EUA / Rusia, 2013.
Las guerras siempre han sido una amenaza para la supervivencia de la humanidad. A medida que se descubren sistemas de alta tecnología y de alto poder destructivo, estas amenazas se convierten también en un peligro para la tierra misma. La explosión de las armas nucleares existentes podría destruir la tierra, tal como la conocemos. Ha surgido en los últimos años la tecnología de los drones, vehículos no tripulados, operados a control remoto o dotados de cierta autonomía, con capacidad para espiar y observar y también para atacar objetivos, en general selectivamente, pero también indiscriminadamente si se operan de forma permisiva o descontrolada. El drone, idealmente, puede actuar a gran velocidad, de forma casi quirúrgica, sin poner en riesgo al atacante, con altas economías de personal operativo, de combustible y de mantenimiento y a costos bastante inferiores a los de utilizar aviones tripulados. Incluyen el elemento sorpresa, y pueden operar con maniobras veloces y curvaturas cerradas, sin preocuparse de los efectos de la aceleración y de la gravedad o de accidentes fatales para los pilotos, como puede ocurrir en el caso del empleo de aviones tripulados.
De estos dos asuntos, la destrucción catastrófica nuclear y el uso extremo de los drones se nutre la excelente película Oblivion, con una actuación sobresaliente de Tom Cruise, en el papel de Jack Harper, un mecánico-guerrero, experto en reparar drones de alta tecnología dañados por el enemigo en sus incursiones. Cruise nos hace sentir las vivencias de dos mundos opuestos, el de la alta tecnología automática, veloz y altamente sistematizada y el de la vida sencilla, tranquila de la poesía, del amor, del ensueño y del campo. No es fácil actuar con total identificación en estos dos extremos, pues implican una combinación de la agresividad con la ternura.
Han pasado sesenta años desde los ataques masivos a la tierra, allá en 2017. La destrucción nuclear ha dado lugar a un paisaje de colores grises, sin señas de vida, tachonado aquí y allá con ruinas de sitios famosos de aspecto triste y desolado. Ningún árbol, ni siquiera un matorral se encuentra en estos mundos desnudos, carentes de animales y de praderas, que debe patrullar Jack en su extraño y veloz avión todo terreno. Y sin embargo, en sus excursiones, Jack descubre un sitio especial y secreto, una casita a orillas de un pequeño lago, rodeada de bosques y de matorrales, un rincón del alma, donde puede atesorar los libros viejos y los recuerdos que va encontrando en sus trabajos.
Han pasado sesenta años y si bien Jack ha mantenido su figura atractiva, esa cara de niño ya maduro, ha perdido los recuerdos y debe vivir en un mundo nuevo, en un paraíso artificial, en compañía de una mujer impecable y perfecta, donde todo está dominado por órdenes y procedimientos precisos… hasta que resurge el aspecto humano de su ser y reviven los recuerdos de sus tiempos de enamorado, cuando de forma inesperada se rencuentra con el amor de su juventud, literalmente caído del cielo.
Es entonces cuando Jack cae en la cuenta de lo que significan los drones y su terrible poder de aniquilación, capaz de destruir cualquier objeto no identificado, sea cosa o ser humano. Esto sobreviene como una iluminación súbita y la película adquiere un paso de aventura y de misterio que se resuelve, como debe ser, de forma inesperada, sin que Tom Cruise pierda la compostura, a pesar de los violentos cambios de los escenarios que debe transitar.
Se debe destacar el manejo de los tiempos en Oblivion. Nos han venido acostumbrando, las películas de acción y de hechura tecnológica digital, a unos ritmos frenéticos que no dan espacios para que el espectador respire, observe y contemple. Bien distinto es el caso acá. La cinta, que es extensa, se toma sus tiempos, aún en las infaltables escenas de persecuciones y de combates de alta tecnología, para el pleno disfrute, la frase lenta y sugestiva, la repetición, el recuerdo y la evocación. En un momento altamente significativo, Jack se enfrenta a un drone que ataca con sus rayos mortales. Aparecen en secuencia, en su panel de control, bien visibles para el espectador, los letreros de destruya-libere-destruya-libere, en frenética repetición, pero en tomas detalladas que se antojan lentas, sincronizadas con la mente y con los gestos de Jack . Todo un símbolo de los dilemas a los cuales se enfrenta la humanidad con el uso masivo de los drones. ¿Significan destrucción o liberación, llegarán a atacar a sus propios creadores en un momento de locura tecnológica?
La dicotomía entre humanismo y tecnología manipuladora que se plantea en Oblivion se puede apreciar con toda claridad en la relación que tiene Jack con los drones que mantiene en buenas condiciones. Estos equipos pueden llegar a evolucionar hacia lo que son en este filme. Aparatos desligados de todo lazo de control, totalmente automáticos, y por ello, fatalmente peligrosos en cuanto a que pueden generar disminuciones radicales de nuestra humanidad, especialmente si son controlados por unidades centrales, igualmente carentes de rostro y de sentimientos de compasión o de emociones, funcionando como robots que no responden a la duda, incapaces de celebrar y de perdonar.
De nuevo, como es tan común en el cine, se plantea como elemento de equilibrio en estas dicotomías, la presencia femenina, representada por tres personajes que confieren mucho sentido narrativo y que aportan las mejores líneas en los diálogos. Ellas aparecen entre el olvido y los recuerdos para darle sentido a la vida.
Tráiler:
Ficha técnica:
Oblivion , EUA / Rusia, 2013.Dirección: Joseph Kosinski
Guion: Joseph Kosinski, William Monahan, Michael Arndt, Karl Gajdusek
Producción: Jesse Berger, Bruce Franklin, Steve Gaub, Joseph Kosinski, Dave Morrison
Fotografía: Claudio Miranda
Música: M.8.3
Reparto: Tom Cruise, Olga Kurylenko, Andrea Riseborough, Morgan Freeman, Melissa Leo Zoë Bell, Nikolaj Coster-Waldau
Morgan Freeman aporta mucho con su brillante discurso.
Muy sobresaliente pelicula.,…de lo mejor!!!
Los peligros de la IA… Los peligros porvenir… Aquellos peligros que ni llegamos a imaginar, porque nuestro ciego, impulsivo e insaciable ego, no permite prever!…