Críticas
¿Es posible reconstruir el amor reducido a cenizas?
Phoenix
Christian Petzold. Alemania, 2014.
El buen cine con frecuencia nos cuenta una historia llena de atractivos: entretenida, misteriosa, con personajes que se van revelando a medida que nos la cuentan, con algo de suspenso que hace que mantengamos la atención hasta el final mismo, con ambientes que despiertan nuestra curiosidad y nuestro interés, quizás con una trama novedosa que aparece por primera vez ante nuestros ojos. Si nos la cuentan artistas que actúan con pasión y si nos ofrece una música evocadora, estamos ante una película valiosa y justifica que la veamos y la recomendemos. Esa es la sensación que me ha quedado, luego de ver a Phoenix, producción de 2014, pero solo recientemente presentada en algunas de las salas locales.
El filme nos cuenta una historia de posguerra. Acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial en Alemania. Las ruinas abundan, y en medio de ellas hay un cabaret, Phoenix, a modo de cenizas que se reinventan en un nuevo ser que renace de la guerra. Allí llega Nelly (Nina Hoss), una sobreviviente del infame campo de concentración de Auschwitz, quien acaba de sufrir una operación en la cual le han reconstruido su cara, luego de que se la diera por muerta. Llega al cabaret llevada por un instinto intuitivo, en busca de su marido Johnny (Ronald Zehrfeld) y en verdad lo encuentra, él trabaja en el lugar. Lo que sigue es una trama misteriosa, ya que aunque Johnny encuentra en Nelly reminiscencias de su antigua esposa, a quien da por muerta, no la reconoce. Los dos, por motivos muy distintos, se embarcan en misiones personales para reconstruir la relación perdida, generando tensiones y escenas de gran impacto en las que cada uno tiene sus propias agendas ocultas y sus secretos, los cuales se van revelando poco a poco a los espectadores, pero no tanto a la pareja respectiva. Para dar credibilidad a estas situaciones ha sido fundamental la actuación de los protagonistas y de los actores secundarios, asemejándose Phoenix bastante a una obra de teatro.
El trasfondo es un asunto clásico en la historia de las relaciones humanas fallidas. Una mujer enamorada que sufre lo indecible y que no pierde la fe en el amor que siente, a pesar de las innegables evidencias que le muestran de que se está condenando a sí misma al buscar la intimidad con un hombre que no le conviene, dado que es egoísta, violento, desordenado y machista. Ella lo ve con ojos encantados por sus atractivos de hombre, por ese modo especial que tiene de volverse misterioso e incompleto, algo que ella podría completar con la magia de su amor. Y en el otro lado de la relación, un hombre que la ve como oportunidad, como posibilidad de sentirse dominante, de conseguir fortuna. Es la tensión entre el largo plazo que puede ser y que vale la pena y el corto plazo que quizás va a ser, poco valioso en realidad, y egoísta con seguridad.
Phoenix sucede en buena parte como consecuencia de una guerra destructora, que ha creado cenizas por doquier, especialmente en las personas, cuyas historias han quedado interrumpidas en muchos casos, para siempre. Son dramas que el cine recrea para nosotros, como una buena terapia para que caigamos en cuenta de la inutilidad de la guerra y de la conveniencia de la solidaridad y de las relaciones sanas, historias que se repetirán una y otra vez hasta que ellas mismas se vuelvan cultura, idea social. Pero como sucede en la película y en el mito mismo del Ave Fénix que la subyace, quizás nunca lograremos aprender, condenados a repetir el pasado. Cuando le llegaba su tiempo de morir, la mítica ave hacía un nido con yerbas aromáticas, ponía un huevo, que empollaba durante tres días, al cabo de los cuales ardía y se quemaba por completo hasta las cenizas, resurgiendo del huevo la misma Fénix, lo cual ocurría cada quinientos años. No son tan largos los ciclos de las tragedias y de las comedias humanas, algunos se repiten varias veces en las vidas personales.
Hay en Phoenix un personaje singular. Se trata de Lene (Nina Kunzendorf), una inteligente mujer, especie de ángel de la guardia que acompaña a Nelly en su devenir, que le aconseja, le protege y le da amistad. ¿Qué interés tiene en todo ello, cómo surge en su vida, por qué sabe tantos detalles de la misma? Realmente no lo sabemos ni nos orienta la trama a averiguar estas cosas ocultas y quizás importantes para la credibilidad de los personajes. Pero ello poco importa. De cierta forma sabemos que estos personajes que apoyan, que dan sentido, que aparecen como respaldo, humildes y sabios, en realidad existen en las vidas de las personas y pueden ser esenciales. No han de faltar en una buena historia.
Reconstruir el amor es un desafío de la vida diaria y da vida renovada a las relaciones. Pero, ¿es posible reconstruir el amor que ha muerto y que ha sido reducido a cenizas? Esa es la pregunta que flota en el ambiente de Phoenix, surgiendo, de la nada muerta, claves para la vida misma.
Ficha técnica:
Phoenix , Alemania, 2014.Dirección: Christian Petzold
Guion: Christian Petzold, Harun Farocki, en parte basado en la novela Le Retour des Cendres del autor francés Hubert Monteilhet
Producción: Florian Koerner von Gustorf, Michael Weber
Fotografía: Hans Fromm
Música: Stefan Will
Reparto: Nina Hoss, Ronald Zehrfeld, Nina Kunzendorf, Michael Maertens
Ayer la vi por televisión, es una pieza exquisita. Conmovedora desde el principio y hasta el desenlace. Una historia que, como lo plantearía Nancy Datan, historiadora del siglo pasado, una vida individual sólo se puede explicar en su tiempo histórico y en su tiempo social.
Gracias por esos aportes que dan mayor sentido al análisis
Vives en un campo de concentración, sufres lo indescriptible, esperas salir y re encontrarte con el amor de tu vida. Sales y te encuentras con que nada de lo que esperabas es real o fue real. Intentas comprenderle. Te sometes, permites que te domestique o que lo intente. Pero ya es demasiado tarde, cautiva has aprendido a ser libre, la libertad es más importante que cualquier amante. Nadie vivió lo que tu viviste. El tatuaje en tu muñeca izquierda te recuerda que ya no eres la misma mujer. Poco a poco te das cuenta de que fuiste utilizada, él no era quien tu creías. Eres mucho más de lo que creías, eres una mujer más allá de tus miedos, más allá de ser hermosa y artista, eres libre. Cuando te das cuenta deja de importar él o su amor por ti. Tomas tus cosas y te vas, eres libre.