Críticas
De pérdidas y melancolía
Pig
Michael Sarnoski. EUA, 2021.
El estadounidense Michael Sarnoski debuta como realizador de largometrajes con esta obra, con Pig. Estamos ante una película extraña, oscura, de soledades y pérdidas. Muy en la línea de otros filmes que han coincidido en el tiempo. Entre ellos, citaríamos En un lugar salvaje de Robin Wright (Land, 2021), en el que una mujer, desengañada de su vida, decide retirarse a un bosque de las Montañas Rocosas; también la relacionaríamos con First Cow, de Kelly Reichardt (2019), una extraña película del Oeste, situada en Oregón, en la década de 1820, que gira en torno a la amistad entre dos hombres; e igualmente la conectamos con la triunfadora en los Oscar del año pasado, con Nomadland, de Chloé Zhao (2020), en la que una fémina da un giro total a su vida explorando una existencia nómada en una caravana. Los tres largometrajes citados están dirigidos por mujeres y coinciden con Pig en su nacionalidad y en el deseo de sus protagonistas en encontrar la forma de seguir adelante fuera de la sociedad convencional.
El protagonista del filme de Michael Sarnoski es Nicolas Cage. Con una caracterización que lo hace casi irreconocible, encarna a Robin, un hombre que vive aislado en una cabaña de la zona salvaje de Oregón. Su única compañía es una cerda, animal al que quiere y que, además, le asiste en la tarea de localizar trufas, producto muy apreciado y solicitado. Mientras se encuentra sumido en sus recuerdos, sobrevive con la venta de los hongos a un intermediario, el joven Amir (Alex Wolff), quien gestiona su puesta a disposición en establecimientos de Portland que trabajan con el género. Robin se nos presenta como un hombre entre tinieblas, sucio, descreído, que nada le pide a la vida ni nada espera de ella. Su pasado, su única realidad, ya fue, ya tuvo su momento. Y se acabó. Así, sin más. En esta ocasión, Nicolas Cage es capaz de encontrar el tono de sobriedad y contención que exige el papel que interpreta.
El realizador usa y abusa de la oscuridad, no solo en la tonalidad seleccionada para la obra; también en lo que respecta a la clarificación de la situación de los personajes, de sus razones y de las pesadillas que arrastran para justificar comportamientos. Una cierta confusión que, por otra parte, conforme avanza la trama se va despejando de manera lógica y sin dejar huecos de incomprensión. Al mismo tiempo, va calando en el espectador hasta que empatiza con la tragedia y la emoción que se desprende. Una historia que asemeja menor, pero que va creciendo conforme avanza el metraje. Y lo que parece que va a derivar en un berenjenal de violencia desenfrenada, se transmuta en pasajes de angustias retenidas durante años.
Además de Robin, la cerda es también la protagonista. Un animal que apenas tenemos la ocasión de observar dos o tres veces y, sin embargo, se erige en el culmen de la búsqueda, de la tensión, de la virulencia, de la desolación. Una cerda a la que, en definitiva, le corresponde en esta película el papel de mascota, de un ser vivo que respira, siente y además reconforta soledades. Aislamientos que, en esta ocasión, trataríamos como impuestos por el destino, por esa línea fina que, a su albedrío, decide mantenerte sobre la misma en pura tensión, te lanza hacia el abismo o te protege, momentáneamente o no, de incidencias o desastres varios.
Robin, además de su cerda, cuenta con la colaboración de Amir, que junto al rol de intermediario, como hemos comentado, puede convertirse en cualquier momento en su chofer, en su confidente, en un seguidor fiel, en alguien que le aprecia e intenta ayudarle. No se limita a comprarle la trufa a cambio de latas para la subsistencia. Amir se va moldeando como una persona capaz de respetar los silencios y misterios de su extraño compañero empresarial. Por su parte, Robin, de extraordinaria memoria, va a recurrir a ella para intentar alcanzar su objetivo: encontrar a su cerda extraviada, secuestrada, desaparecida, ocultada. Una cerda trufera cuya supuesta habilidad trastoca la rutina del plácido transcurrir diario para colocar el mundo de los seres que aparecen en pantalla al revés. Una mascota que, inconscientemente, obligará a Robin a abandonar su refugio para enfrentarlo a demonios y fantasmas del pasado. Un gran animal que, a pesar de ofrecernos mínimas apariciones, va tirando del guion del filme para hacerlo crecer en interés, intriga, calidad y en hondura emocional.
Michael Sarnoski juega con habilidad sus cartas y, contando con muy pocos personajes que de verdad llevan el peso del filme, consigue ir abriéndonos los ojos lentamente para ir quitando las telarañas que han estado emborronando nuestra mirada. Y llega a complacer con su obra. Nos introduce en unas tierras, en unas veredas, en unas guerras a las que les hemos encontrado su sentido. Y además, nos ofrece un final entrañable, exquisitamente escogido. Por otra parte, en todo momento es reconfortante enterarse de que siempre tendrás un hueco destinado para ti, esperando lo que haga falta.
Hay películas que nos recuerdan que pueden surgir sentimientos profundos entre un ser humano y un animal. Entre ellas se encuentra Pig. Cómo olvidarse de la entrañable relación entre Umberto Domenico Ferrari y su perro Flike en Umberto D., de Vittorio De Sica (1952). Y si de aves hablamos, podemos citar la extraordinaria historia protagonizada por Burt Lancaster en El hombre de Alcatraz, de John Frankenheimer (1962). Pasando a lobos, porqué no recordar Bailando con lobos, de Kevin Costner (Dances with Wolves, 1990). Y terminamos esta somera relación con equinos, con el largometraje de Robert Redford, El hombre que susurraba a los caballos (The Horse Whisperer, 1998).
El director Michael Sarnoski, coautor del guion de Pig, ha conformado con Robin un personaje borderline. Un sujeto desintegrado, a la deriva, en ruptura con el sistema. Un ser que ha perdido sus límites, en continua depresión y al límite de la fragilidad emocional. Una personalidad conformada de accidentes existenciales, fuera de la norma y con traumas que implican pérdidas y renuncias. Imbuido ya en conductas asociales y con deriva suficiente para haber transformado la anormalidad en lo normal, lo extremo en lo ordinario, sucumbe sin plantear batalla en los imaginarios de la marginalidad. Un personaje, en definitiva, del que se ha apoderado el malestar social y ya se encuentra muy lejano del sistema de valores heredado. Todo eso y mucho más conforma a Robin. Les aconsejamos que se acerquen a este ser huido que no quiere dejar huella. Vale la pena.
Tráiler:
Ficha técnica:
Pig , EUA, 2021.Dirección: Michael Sarnoski
Duración: 92 minutos
Guion: Vanessa Block, Michael Sarnoski
Producción: Ai Film, Escape Artists, Pulse Films, Saturn Films, Sweet Tomato Films, Valparaiso Pictures, BlockBox Entertainment
Fotografía: Patrick Scola
Música: Alexis Grapsas, Philip Klein
Reparto: Nicolas Cage, Alex Wolff, Adam Arkin, Nina Belforte, Dalene Young, Gretchen Corbett, Julia Bray, Darius Pierce, Elijah Ungvary, Brian Sutherland, David Knell, Sean G. Tarjyoto, Tom Walton, Davis King, Kevin Michael Moore, Beth Harper, Dana Millican, October Moore
Pig y John Wick son lo mismo