Príncipe

El mundo actual envía el mensaje a los jóvenes de que la rudeza tiene mucho valor, que el ser el más fuerte y atrevido es lo que cuenta, ya que les facilita la vida garantizando su pertenencia a cualquier círculo en el que se desee entrar.

Por ahí va la idea central de la cinta Príncipe, del director Sam de Jong, la cual formó parte de la selección oficial de largometraje internacional en competencia del Guanajuato International Film Festival (GIFF), en su reciente edición.

Ayoub es un adolescente de 14 años de edad que está enamorado de una chica que es la novia de uno de los más rudos jóvenes de la escuela. Así que decide que para poder conquistarla debe volverse más duro, más audaz y atrevido. Por otro lado, a su corta edad se enfrenta con situaciones difíciles, sin atención o guía, ni un cuidado necesario por parte de sus padres, que por distintas razones son figuras ausentes que no cumplen la función que les corresponde, y los papeles se intercambian, dejando a los niños con responsabilidades que no debieran tener.

No cabe duda de que Príncipe refleja una problemática común de los jóvenes de esta generación, que es clara e hiriente. A una edad que no les toca, tienen que crecer e incluso ser los adultos que en su hogar no parecen encontrar, ya que los mayores no actúan como tales.

Con una llamativa fotografía, a cargo de Paul Özgür que se vale de la utilización de la cámara fija por tiempos largos, con encuadres de una composición simétrica, armoniosa y muy atractiva, comienza el director a presentarnos a los personajes y su entorno. Tomas del barrio muy bien dispuestas, altamente iluminadas, van armando el rompecabezas de la historia, se plantea el estrato social, así como las necesidades e inquietudes de los personajes.

Un recurso que utiliza De Jong constantemente, en lugar de planos abiertos o paneos entre los amigos del grupo de Ayoub, es hacer varios cortes a planos medios de cada uno de ellos, rompiendo de alguna manera con el montaje tradicional. Esto, sumado a la acelerada música, por momentos estridente y moderna, y el manejo de colores vivos logran que la cinta se sienta fresca y juvenil, haciendo muy notoria la trayectoria del director como realizador de videoclips y comerciales.

En Príncipe, su primer largometraje, realiza un trabajo meritorio en general, creando un film novedoso y visualmente propositivo, gracias a las decisiones en composición, montaje y edición de sonido, pero con base en un guion sencillo, no muy elaborado. El film es entretenido y divertido, aunque con algunos saltos en la continuidad, que por momentos sacan de concentración al espectador, por ejemplo unos golpes o moretones en los rostros de los personajes que en la siguiente escena no aparecen. Sin embargo, el camino por recorrer para su creador aún es largo y, sin duda, la práctica irá puliendo su obra, más en cuanto al contenido, porque en lo visual ya logra transmitir su firma de autor.

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