Críticas

¿Cómo se divierte la generación iPhone?

Project X

Otros títulos: Proyecto X.

Nima Nourizadeh. EUA, 2012.

Cartel de la película Project XHemos alcanzado un punto en la historia del cine en el que la novedad escasea. Todo se le ocurrió a alguien antes, sobre todo en el plano argumental. Resulta casi imposible encontrar un guión que no recuerde a otros o que lleve implícitas ciertas referencias (en el mejor de los casos). La intertextualidad, ya sea voluntaria o involuntaria, es un fenómeno que la literatura admite hace ya casi un siglo y cada vez está más presente en el celuloide. Sin embargo, dos historias análogas pueden diferir mucho, según la manera en que sean contadas. Y la ventaja indudable del cine respecto a la literatura es un infinito repertorio de grafías que siempre será capaz –si se da con la forma adecuada- de hacer pasar por nuevo lo que en realidad no lo es. Esta premisa sirve para definir el modelo de producción de Project X.

Fotograma de Project XLa cinta de Nima Nourizadeh aprovecha la moda del mockumentary, un género abierto a la exploración de nuevos horizontes, con la simple intención de aplicarla a la típica (y muy americana) juerga de adolescentes, un desarrollo, basado en el espectáculo puro y duro, de lo que ya esbozara sin éxito la soporífera Juerga salvaje (The Quest, Jason A. Carbone, Mike Fleiss, 2003). El evento es grabado por Dax, un chico extravagante y solitario que no bebe (y que, por supuesto, resultará ser el más cuerdo de los presentes). Pero, las incontables y preciosas historias que pueden emerger de una fiesta tan multitudinaria como la que aquí se pergeña exigen diferentes testigos simultáneos. Así, el diseño de producción incluye ocho sistemas diferentes de rodaje, entre los que se encuentran varias cámaras Flip en manos de extras, además del atrevido registro de Blackberrys y iPhones. El orden cronológico de la filmación es el único favor con el que cuenta un sacrificado equipo de montaje.

Imagen de la película Project XTodd Phillips, productor de esta broma que se va de las manos, confirma su devoción por el desenfreno (próximamente en salas, Resacón 3) en una cinta repleta de esos videobooks «prueba del delito» de los que tanto gusta. De hecho, la enfática competencia pictórica de la película se debe a un realizador curtido en los terrenos de la publicidad y el videoclip. Aunque, donde Nourizadeh deja una huella más profunda es en su enorme capacidad para la transgresión de hechos y códigos. Primero, en el acontecimiento: de la vulgaridad al recuerdo real, casi nostálgico; después, en el juego de géneros: el despiporre de la comedia gamberra degenera, arrastrando consigo percepciones, estados de ánimo y bienes materiales, al terror de la catástrofe sin demandar pausas ni transiciones, tan solo siguiendo un curso que parece tan natural que, ya sumidos en el esperpento al que ha sucumbido la fiesta, entendemos el delirio consecuente como algo lógico. Lo que en origen era una divertida locura, se transforma en una feroz autoparodia de género, sin moralejas y casi sin límites -y «milagrosamente» sin heridos-, que pervierte la intimidad de cintas como Supersalidos (Superbad, Greg Mottola, 2007) y la lanza violentamente contra el suelo para hacerla añicos.

Proyecto XLa irresponsable y suculenta experiencia visual y sonora (ecléctica banda sonora de hip-hop y música electrónica) de Project X se erige como un innegable símbolo social de nuestro tiempo. Además de generar cierta dosis de envidia (y quien diga lo contrario es que no ha tenido juventud), engaña en su pretensión de refrescar el subgénero de las teen movies. Solo revuelve el espíritu, puesto que el fondo sigue inamovible, basado en la repetición de una fórmula primigenia que se ha ido actualizando hasta nuestros días: el perdedor que busca una popularidad gratuita y efímera (y, de paso, perder la virginidad), empresa a la que contribuye, relajando notablemente el esfuerzo, el tirón de las redes sociales.

Project X, la películaEl concepto de Project X no es tan original, como diestro es su resultado y, pese a la impresión vulgar del divertimento, la indulgencia termina por concederse gracias a un humor que, sin tratarse de un incontrolado derroche de chispa, funciona como una ágil batuta rítmica. Sin duda, en el clímax de una fiesta de tal calibre hay mucho espacio para reírse primero y empatizar después con el marrón que se ha comido el que pone la casa, y más si está custodiada por dos críos con ínfulas de matones, en contraste con la tímida crítica a la ineficacia de las fuerzas de seguridad. Y ya que hablo de contrastes, el más gordo lo encontramos en un epílogo tanto o más fantasioso que los estragos de la noche de marras. Culmina en la actitud de un padre que, pese a estar viendo cómo sacan su coche de una piscina que hacía unas horas estaba llena de gente desnuda, no puede evitar aplaudir la capacidad de convocatoria de su hijo. Así nos va.

Trailer:

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Ficha técnica:

Project X  / Proyecto X ,  EUA, 2012.

Dirección: Nima Nourizadeh
Guion: Matt Drake y Michael Bacall
Producción: Todd Phillips
Fotografía: Ken Seng
Música: Varios
Reparto: Thomas Mann, Oliver Cooper, Jonathan Daniel Brown, Kirby Bliss Blanton, Dax Flame, Miles Teller, Nichole O'Connor, Alexis Knapp, Jillian Reynolds, Martin Klebba, Rick Shapiro, Caitlin Dulany, Peter MacKenzie

2 respuestas a «Project X»

  1. Es una locura lo que se llega hacer para alcanzar la popularidad, pero debo de confesar que Proyecto X me gustó, la historia me pareció atractiva y muy cómica en algunas escenas, pero no deja de sorprenderme de lo que fueron capaces estos chicos

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