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Psicología circular, la nueva libertad


Si pudiéramos conocer el resto de nuestras vidas, incluso el final o el resultado de cada decisión, ¿qué valor tendría entonces la libertad y el libre albedrío toda vez que pudiera evadirse el sufrimiento o el fracaso? Aunque el planteamiento así puesto resulta por demás hipotético e imaginario, elaborar siguiendo esta línea permite profundizar en aquella famosa máxima que dicta que hay que disfrutar el camino y no solo esperar la meta final, ya que el proceso afectivo de sustituir la incertidumbre acerca del porvenir, por la certidumbre de aprovechar el presente en su totalidad y asumir el sufrimiento como parte del camino, demanda una profunda transformación psicológica de la percepción de la realidad en su totalidad. En su película La llegada (Arrival), de 2016, el canadiense Denis Villeneuve explora este proceso transformador en la psicología de su protagonista, orquestado mediante los delicados hilos del lenguaje y su efecto en la teoría del conocimiento.

Hoy sabemos que luego de una larga y tortuosa navegación a través de las revueltas aguas de la conciencia humana y sus procesos para llegar entender como se conoce y experimenta la realidad, los filósofos de la mente encontraron cierta paz en la tierra firme del llamado giro lingüístico, cambio metodológico que voltea hacia la filosofía del lenguaje como modelo para construir la realidad. Su origen puede ser rastreado hasta el trabajo del alemán Gottlob Frege a finales de 1800 acerca de la lógica aritmética, que después fue retomado por Bertrand Russell que aporta hacia la creación de una realidad lógica y finalmente estructurado en su totalidad compleja por Ludwig Wittgenstein en su famoso “tractatus logico philosophicus”.

Este giro lingüístico rechaza la existencia de una verdad objetiva única, para presentar una que se construye con narrativas individuales que van mutando a través del tiempo, y acorde al lenguaje con que se registran las experiencias. Para el filósofo norteamericano Richard Rorty, este modelo demuestra que el mundo y sus verdades se construyen mediante representaciones lingüísticas individuales, “la verdad se hace, no se descubre; se construye, no se encuentra”.

Siguiendo el modelo lingüístico de la construcción individual de realidades narrativas, los académicos contemporáneos del lenguaje, como Edward Sapir con su hipótesis “Sapir-Whorf”, se han aventurado incluso a proponer que cierto lenguaje puede moldear la concepción del mundo y de la realidad. Aunque a la luz de la evidencia, hoy se ha desacreditado el escenario en el que los hablantes de alguna lengua, que no contenga cierta palabra para denominar algún objeto, no puedan jamás llegar a conocerlo, sí que se ha evidenciado, la manera en que el lenguaje influye en la construcción de la experiencia cotidiana y de la historia que lo constituye como individuo racional-emocional. Y en el extremo de la teoría lingüística de Sapir-Whorf, el escritor de ciencia ficción Ted Chiang, en su cuento corto “La historia de mi vida”, propone un escenario fantasioso donde cierto lenguaje alienígena, al estar conformado por sintagmas cerrados, que condensan la información total de las oraciones y de las ideas, una vez que los humanos lo están decodificando, también sus percepciones de la realidad se van volviendo esquemáticas y completas, es decir, al conocer el final de la oración, van también conociendo los diversos desenlaces de los eventos de la vida cotidiana.

En una de sus obras más sólidas y estables, el guionista y director canadiense Denis Villeneuve (1967) expande la visión de Chiang, y a partir de su novela, plantea el impacto multidimensional de una percepción no lineal de la realidad. La película La llegada (Arrival, 2016) es una propuesta para que el espectador experimente esa multidimensionalidad del pensamiento no lineal, la posibilidad de conocer la historia en su totalidad y todas las implicaciones emocionales y éticas que conlleva.

El argumento es simple, la Dra. Louise Banks (Amy Adams) es una reconocida lingüista que es llamada para entablar comunicación con unos alienígenas recién llegados a la Tierra. Los extraterrestres han aparcado en diferentes países y, aunque todos trabajan en conjunto, la tensión entre ellos va aumentando conforme la desesperación por la información se va haciendo presente. En sus múltiples intentos por comunicarse, la protagonista va descubriendo que su lenguaje no es lineal como el humano, sino que es circular, lo que no solo dificulta la comunicación, sino el entendimiento de sus motivos para hacerse presentes en nuestro planeta. Conforme la lingüista se va adentrando en el conocimiento de su lenguaje, su percepción del tiempo va cambiando, y lo que en un principio parecen ser alucinaciones por la fatiga, van tomando forma como claros “recuerdos” de eventos futuros. El conocimiento del futuro no solo le permite resolver la crisis mundial entre estados, sino aprender que el sentido de la vida es disfrutar el camino que se recorre y no el fin al que se llega.

En sus primeros encuentros con los visitantes, la Dra. Banks recibe la presentación de su lenguaje escrito, el cual consiste en gráficos circulares bastante complejos, que como va descubriendo, contienen frases y argumentos cerrados y completos, lo que a su vez, es una perfecta proyección de la circularidad del guion y  de su desarrollo narrativo. Aunque la historia transcurre de manera lineal, al final se comprende su circularidad y cómo la totalidad de la historia está presente desde las primeras secuencias. En el plano inicial se observan dos copas de vino a medio llenar en una casa vacía, mismo plano que en las secuencias finales revelará el contexto y así la circularidad del guion y la posibilidad de haber iniciado en cualquiera de los puntos, sin embargo, esta linealidad se ve salpicada continuamente con apresurados planos de otro tiempo, en donde la memoria entra en el juego visual y emocional.

“La memoria es una cosa muy extraña”, dice Louise, mientras recuerda que la historia de la pequeña, que está apenas por escribirse, comenzó justo ese día, el día que llegaron ellos. El efecto psicológico de temporalidad lineal del ser humano tiende a ubicar los eventos de la memoria en el pasado, quizá sea por eso que Villeneuve deja que la revelación de la concepción global llegue con el transcurrir del filme. Así como la Dra. Banks  va integrando un lenguaje no lineal a su estado de conciencia, y este le va abriendo la concepción de una realidad total y completa, el espectador, a su vez, va comprendiendo que lo que Einstein decía acerca de la similar condición del pasado y del futuro, ambos son estados mentales a los que bien podría accederse simplemente modificando al línea del tiempo. Tal como el lenguaje gráfico alienígena, la película, en cada secuencia, contiene fragmentos de la totalidad de la historia.

Las secuencias están montadas deliberadamente para dar ese efecto de ensoñación espontánea, casi natural y que nos es tan familiar. Los planos de la historia lineal de la llegada están retratados con una paleta de pasteles que transitan en armonía y paz de los azules a los grises, claroscuros adornados con algunas sombras de las que emergen los personajes, y que gracias a la sutileza de un delicado montaje, fluyen con gracia y suavidad y sin sobresaltos. Villeneuve no desea asustarnos ni ponernos a la defensiva, debemos seguir aprendiendo el lenguaje para entender una realidad global. Esta línea narrativa sin embargo, está salpicada de planos muy luminosos y coloridos, que por su dinamismo, montaje apresurado y encuadres imperfectos, refleja los juegos de esas ensoñaciones espontáneas que habitan en la mente de los seres humanos. Las escenas son cotidianas, el juego de la niña, la hora de la tarea, el berrinche de la adolescente, todos reflejan las intromisiones de la memoria en el día a día, pero son también, como las variaciones en la linealidad circular de los gráficos alienígenas, lo que da la profunda sensación de totalidad a la historia.

Es de destacar la hermosa delicadeza estética que caracteriza al cine de Villeneuve, cada plano tiene encuadres impecables y limpios con contrastes luminosos que destacan a profundidad a los personajes y sus emociones. El recorte minimalista de los escenarios, las naves y la habitación del ventanal, así como la anatomía misma de los extraterrestres, todo delineado con perfectas curvas que, en conjunto con sus colores en exquisitos patrones de contraste y balance, hacen de la acción, en cada plano, una inmersiva experiencia sensual. La armoniosa fotografía crea la sensación de que los personajes flotan en un continuo espacio-temporal que además de belleza, traduce totalidad.

Esta elegante fotografía de composiciones curvas, en conjunto con una banda sonora llena de armónicos en largas secuencias ascendentes y descendentes, deja ver la prioridad que para el cineasta tiene la emoción y el proceso mental de sus protagonistas, todo en el filme fluye, transita entre estados, no hay giros abruptos. Es el juego psicológico del cambio de realidad. Como ya elegantemente señala Santiago Negro en su crítica (EEI, No.78, diciembre, 2016), Villeneuve evita caer en la tentación de una llegada espectacular con fuertes estridencias, o la de mostrar un extraterrestre atemorizante con detalles tecnológicos intimidantes, en cambio, en un estético y estable balance de escenarios y personajes, la cámara encuentra siempre la forma de iluminar en cada plano los ojos de Louise, su silueta y su blancura para destacarla entre la oscuridad de la nave y del campo militar. Ella es quien lleva el eje del cambio de percepción, ella es quien se asumirá como guía para la transformación lingüístico-perceptual.

Después de haberse tomado pacientemente todo el tiempo necesario para asegurarse de que el espectador comprende que Louise recuerda eventos del futuro, y que la posibilidad de saber el futuro es real en ella, Villeneuve presenta el verdadero conflicto trascendental. En primer lugar, ¿qué sentido tiene recorrer el camino, si ya se sabe cómo termina? y más allá, ¿se puede evadir el sufrimiento que se sabe cierto? La enfermedad y muerte de la joven que desde la secuencia de apertura conocimos, no es más que justamente la de su hija que aun no nace. Aunque en la novela de Chiang se expone claramente la imposibilidad teórica fundamentada en las matemáticas de Fermat para cambiar el futuro, la posibilidad psicológica de un ser humano para encontrar la felicidad incluso sabiendo el trágico destino final,  se puede leer en un giro de madurez de Louise, una vez que acepta su vida completa de principio a fin, cuando recibe el abrazo de Ian, a quien ”recuerda que será su esposo”, y que le dice que “había olvidado lo bien que se siente abrazarte”.

La película no busca ser solo una aventura posible dentro las infinitas exploraciones del contacto entre terrestres y no terrestres. Como en toda buena ciencia ficción, La llegada toma como pretexto una posibilidad teórica (la teoría Sapir-Whorf), y la planta sobre un escenario controlado (la llegada de extraterrestres), y es así es como puede aflorar el verdadero dilema trascendente, a saber: ¿qué sentido tiene la vida, si sabemos lo que pasará? La solución al dilema se elabora con el mismo filme, Villeneuve no se molesta en darnos una propuesta de solución, más bien permite que el espectador, al seguir la obra, construya junto con la lingüista, una forma de convivir con el sufrimiento.  Es justo en ese proceso de conversión a una nueva visión de la realidad, en el que se descubre la posibilidad de la felicidad incluso inmerso en el sinsentido de saber el dolor que acontecerá. En la secuencia final, donde se cierra el círculo que inició con las copas vacías, Louise comprende que el viaje es lo que importa, no el destino, y, gracias a la hermosa cinematografía de Villeneuve, el espectador también lo comprende, lo asimila, y se lleva el mensaje a casa.

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2 respuestas a «Psicología circular, la nueva libertad»

  1. «Para el filósofo norteamericano Richard Rorty, este modelo demuestra que el mundo y sus verdades se construyen mediante representaciones lingüísticas individuales, “la verdad se hace, no se descubre; se construye, no se encuentra”.»

    Escalofriante atrocidad, empírica y teórica. Por suerte, más temprano que tarde.

    Bochornoso plantearlo, bochornoso reproducirlo.

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