Recuerda

Hay bocetos inconclusos sobre la mesa; las manos de un hombre mayor que ya no dibujan como antes parecen decirnos algo; su mirada interroga cierto desconcierto, mientras su hija lo filma para siempre. Esa secuencia inicial funciona como disparador de un síntoma que debía registrarse más allá del recuerdo y del dolor que cause.  De ese registro cercano y amoroso surgen las primeras imágenes que dan comienzo y marcan el sentido al documental Recuerda, de la fotógrafa y realizadora Melina Terribilli, acerca de su padre, el artista plástico y muralista Carlos Terribilli (1936-2016).

«Yo tomo como temática de mi obra los elementos culturales que surgen desde la base del pueblo”, decía Terribili, quien concebía el arte como expresión de su tiempo y al artista siempre al servicio de lo colectivo. En el decir de sus murales y pinturas daba voz y expresión a los silenciados, interviniendo en el campo de lo social y en pos de un mundo mejor.  También ilustró personalidades emblemáticas, como las Madres de Plaza de Mayo, el Che, Atahualpa Yupanqui, y homenajeó a su barrio con la pintura del mural El ángel gris, inspirado en el libro de Alejandro Dolina.

El arte y el compromiso ideológico del pintor se unen al registro de su vida íntima junto a su esposa, sus hijas mellizas, el taller, su gato, la tortuga acuática, los amigos y las plantas de una casa que cobra vida con el quehacer diario y la cotidianidad que compartían. Vivencias que quedaron grabadas en los videos caseros que filmaba en su hogar y que forman parte del material de archivo que veremos.

A partir de las cintas que se recopilaron a lo largo de más de treinta años, Melina Terribili intercala su propio registro con imágenes nuevas que completan los recuerdos e indagan sobre el trabajo y la obra de su padre, dando un sentido general al relato y a los temas que trabajó en Ausencia de mí (2018): la memoria, la vejez, el paso del tiempo, los vínculos y el arte.

Uno de los aspectos más interesantes del documental es el diálogo que se genera entre la mirada de la realizadora y su padre. Pero también de él hacia ella, cuando la retrataba siendo pequeña. Lo que se pone en juego entre ambos son los modos de ver –y verse–. John Berger sostenía que lo importante no es ver, sino cómo vemos las cosas, y que es el ojo de la cámara el que modifica el sentido de lo que vemos.

A través de una observación cercana, la cámara recorre los rincones de la casa. Un sitio habitado por las huellas del pasado compartido. Allí lo tuvieron todo. Y ahora, ese espacio se muestra detenido y, al mismo tiempo, vivo en los sonidos del patio junto al verde de las plantas que trepan las paredes sin permiso.

¿No hay instancias que piden ser registradas para no perderse en el olvido de quiénes somos? La pregunta nace de imágenes que entrelazan el pasado y el presente, al igual que el mural del ángel gris, hoy devenido en escombros.

Recuerda formará parte de una trilogía sobre la memoria, que comenzó con Ausencia de mí. El exilio de Alfredo Zitarrosa y que culminará con el próximo proyecto de la realizadora.

Íntima, nostálgica y nutrida de arte, Melina Terribilli nos ofrece un sólido homenaje a la figura de un hombre que vemos construirse en sus distintas facetas y espacios que formaron su identidad. Su evocación implica, nuevamente, un acto de memoria que, como decía Pasolini “en su misma esencia, es la voz que habla, se habla o murmura y cuenta lo que sucedió”.