Reseñas de festivales
Relatos salvajes
Si pensamos en un posible denominador común de las películas seleccionadas en la Sección Oficial parece claro que no lo hay. Temáticas muy diferentes de autores que no tienen nada que ver entre sí. Además, la calidad cinematográfica también ha sido muy irregular. De las dieciocho películas en competición, menos de la mitad merecían de veras estar ahí. Pero de entre todas ellas, la película que rompe los esquemas y se aleja por completo de la habitual tradición de solemnidad, es Relatos Salvajes, de Damián Szifrón, quien regresa al cine tras nueve años de ausencia, después de Tiempos de valiente (2005) y varios proyectos televisivos. La incursión de Relatos Salvajes dentro de la Sección Oficial debe contemplarse con una decisión acertada pero también valiente. El film tiene un perfil más propio de festivales como el de Sitges, donde el público es receptivo a relatos donde la violencia y humor macabro son el plato de cada día. Pero contra todo pronóstico, en Cannes, también aplaudieron y se rieron a carcajadas. Otra cosa son los premios, que ya sabemos todos que con eso no se juega.
El film está compuesto por seis relatos cortos que se sustentan sobre la necesidad de venganza para saldar acontecimientos del pasado, la violencia contenida, la presión del sistema, amores truncados, la ira y el “basta ya” ante lo políticamente correcto. Un enfrentamiento en la carretera de dos conductores que se verán las caras más adelante, el reencuentro de una camarera con el culpable del suicidio de su padre, una boda en la que se destapa la infidelidad del novio con una de las invitadas, un vuelo con un pasaje muy bien seleccionado para cumplir con una venganza por una existencia infeliz, un padre de familia que no llega al cumpleaños de su hija porque la grúa se lleva su coche y un joven que atropella a una embarazada y se da a la fuga. Relatos salvajes supuso un vendaval de aire fresco dentro de la programación. A veces se equivoca la diversión y comicidad con la seriedad de una cinta, desde sus valores y calidad cinematográficos, pero la película de Szifrón contiene mucho subtexto que entresacar y una potente intención crítica frente al sistema, que destaca por su descarada incorrección. Sin embargo, no por estas características nos encontramos ante una película enmarcada en la serie B. Damián Szifrón ha elaborado un guion con unos diálogos elocuentes y muy bien escritos, además de haber sabido encontrar un estilo narrativo con sutilezas diferentes para cada uno de los relatos, rodados con gran vigor e inteligencia para los momentos de tensión y suspense.
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