Críticas
Perdiendo el control
Relatos salvajes
Damián Szifrón. Argentina, 2014.
¿Qué nos lleva a perder el control? Algunos dirán que solamente aquellas situaciones extremas, que no esperamos encontrarnos todos los días. Y en cierto sentido ese pensamiento nos tranquiliza, porque siempre conservamos la esperanza de que “a mí no me va a pasar”. Pero ¿qué ocurriría si pudiésemos perderlo a partir de pequeñas situaciones a las que sí nos enfrentarnos día a día; pequeñas gotas que se van sumando a un vaso cada vez más lleno, y que al colmarlo, terminan generando una tempestad?
Esta es la idea que está presente en la última producción de Damián Szifrón. El director y guionista argentino se hizo muy popular al dirigir la serie televisiva Los simuladores, que se emitió entre 2002 y 2003. En materia fílmica, había filmado cortos hasta el 2003, año en que debutó con su primer largo, El fondo del mar. En esa primera película, Szifrón comenzó a explorar el aspecto psicológico de las personas, al presentar a un novio celoso que llega hasta niveles insospechados para descubrir la verdad. En su segundo largo, Tiempo de valientes, viró más hacia la comedia, aunque conservó latente el tema de la infidelidad.
En su última producción, la que nos convoca, Szifrón terminó de pulir su estilo y logró aunar lo mejor de ambos géneros. Relatos salvajes, de principio a fin, es una sucesión de cortos. Esta característica no debería sorprendernos debido a la gran cantidad de historias breves que se encuentra en su filmografía. El hilo conductor será, como lo adelanta el título, diversas situaciones que, de a poco, van llevando a las personas a desatar la bestia interior. Reduciendo la trama a este aspecto, resulta imposible no hacer un paralelismo con Un día de furia (Falling Down, 1993, Joel Schumacher), film de culto en el que un ciudadano común, como consecuencia de una serie de dificultades, protagoniza una ola violenta en su ciudad. Alejándonos un poco de la trama, aunque con la misma esencia, podemos mencionar a las recientes La noche de las bestias/ de la expiación (The Purge, 2013, James DeMonaco) y a su continuación (The Purge: Anarchy, 2014, James DeMonaco), en las que se retrata a una nación futurista que una vez por año le permite a los ciudadanos calmar sus más bajos instintos durante 12 horas, sin ningún tipo de pena.
Uno de los aspectos más destacados de la producción es la gran cantidad de actores conocidos que logró reunir. De este modo, cada uno de los seis cortos está encabezado por una figura nacional (y algunos con proyección internacional): Darío Grandinetti, Rita Cortese, Leonardo Sbaraglia, Ricardo Darín, Oscar Martínez y Érica Rivas. Si bien todas las actuaciones están a la altura de las circunstancias, la realidad es que no todas las historias tienen el mismo nivel de intensidad, aunque esto –lejos de ser una desventaja- contribuye a generar distintos niveles de clímax. Hubiera sido imposible (y hasta contraproducente) que todas brindaran niveles narrativos muy altos, ya que se habrían anulado mutuamente.
En este sentido, se destaca la historia de Sbaraglia, que recuerda a Reto a muerte (Duel, 1971, Steven Spielberg), en la que un simple insulto en una carretera desencadena un enfrentamiento con consecuencias fatales. Si en esta historia predomina más el thriller, en la de Darín, la trama se orienta más a la comedia: el actor logra encargar a un típico argentino que se debe enfrentar a las injusticias de los organismos gubernamentales. Además del interés que despierta el propio actor, desde lo técnico hay lugar para unos interesantes juegos de cámara. Para cerrar este rápido repaso, cabe mencionar el casamiento que protagoniza Rivas en la historia final. En esta ocasión, lo interesante es asistir a la transformación de una delicada y dulce novia en una verdadera fiera en búsqueda de venganza. Es imposible no mencionar la clásica escena del baño de sangre que recibe Carrie White (Carrie, 1976, Brian de Palma), donde la atormentada adolescente termina canalizando toda su furia a raíz de una broma que le gastan sus compañeros.
El precio que se termina pagando por este nivel de producción focalizado en los actores, queda materializado en efectos especiales bastante precarios. Si bien la esencia del film está lejos de depender de ellos, no deja de resultar chocante y termina por romper brevemente el cuidado equilibrio que se logró con la puesta en escena actoral. La explosión que tiene lugar en la historia de Darín, por ejemplo, resulta muy artificial.
Retomando la estructura, la película se presenta como una serie de cortos. Este recurso, aunque novedoso, puede ser un punto en contra para aquel espectador que esté acostumbrado a historias paralelas que en algún momento se cruzan. En este sentido, cada historia es independiente una de la otra, y el único elemento de enlace es el componente temático presente desde el título. El montaje, entonces, queda asegurado por la simultaneidad: es la sucesión de historias la que le otorga una coherencia global a la estructura narrativa. Szifrón, consciente de la particularidad de la propuesta, parece haber ayudado al espectador –al menos al principio. De este modo, si analizamos los primeros relatos, podemos encontrar un elemento que asegura la cohesión: una historia termina con una escena en la ruta, y la siguiente comienza en otra ruta; luego, esta historia termina enfocando un río, y la siguiente comienza también en una ribera. De a poco, el elemento de enlace termina siendo innecesario y la conexión se reduce a querer conocer la siguiente situación, ver con qué nos iremos a sorprender y en qué momento el protagonista perderá la razón.
¿Por qué funciona Relatos salvajes? Si bien las historias por sí solas no son de lo más novedosas (siempre se ha dicho que Szifrón homenajea demasiado a otros directores), es la sucesión de ellas y la presentación dentro de un todo más general, lo que logra generar un clima de tensión (con historias más dramáticas) y distensión (con historias más cómicas). Pero por sobre todas las cosas, funciona por hablar de situaciones muy cotidianas. Dicen que de la infidelidad y de la muerte nadie se salva; y ambos componentes están presentes, en mayor o menor medida, en toda la obra de un joven director que logra que sus producciones nunca pasen inadvertidas.
Trailer:
Ficha técnica:
Relatos salvajes , Argentina, 2014.Dirección: Damián Szifrón
Guion: Damián Szifrón
Producción: Coproducción Argentina-España; Kramer & Sigman Films / El Deseo / Telefé
Fotografía: Javier Juliá
Música: Gustavo Santaolalla
Reparto: Ricardo Darín, Darío Grandinetti, Leonardo Sbaraglia, Érica Rivas, Oscar Martínez, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, Osmar Núñez, Nancy Dupláa, Germán de Silva, María Marull, Marcelo Pozzi, Diego Gentile, María Onetto
Una de las mejores peliculas que he visto este año. Las historias te mantienen pegado. Vale la pena.