De vez en cuando un actor encadena tres o cuatro películas que suponen un punto álgido en su carrera. El estado de gracia del actor es tal que podríamos estar hablando de un momento de madurez profesional. Si esto fuera cierto, Matthew McConaughey estaría, sin dudarlo, en ese punto. Las recientes Killer Joe (2011), Mud (2012), Magic Mike (2012) y, la próxima, Dallas Buyers Club significan todo un logro para un actor que parecía no querer aportar demasiado a su profesión. Pues bien, está claro que las tornas han cambiado, ya que gran parte del éxito de esta última cinta radica en su interpretación.
En ella, McConaughey interpreta a un personaje real, Ron Woodroof. Electricista de profesión, este ciudadano de Texas contrajo el sida a mediados de los ochenta. Hasta aquí todo normal, triste, pero normal. Los sorprendente de la historia es que, en vez de aceptar que le quedaban unas semanas de vida, como le advirtieron los médicos, dedicó hasta su último aliento a conseguir las drogas necesarias para superar su enfermedad, sean éstas legales o no en los Estados Unidos. Acompaña en el reparto al susodicho actor un también formidable Jared Leto y dirige Jean-Marc Vallée, realizador que ya trató temas como la homosexualidad o las drogas en la muy recomendable CRAZY (2005).