Ricordi?

¿Fue todo tiempo pasado mejor o es nuestra forma de rememorar la que hace aflorar un sentimiento de nostalgia que engrandece y embellece los recuerdos?  Seguramente esta pregunta no tiene una única respuesta y depende de nuestras vivencias el que unos se evadan con mayor facilidad hacia el pasado y lo idealicen y otros se sitúen mejor en el presente.

La película Ricordi? (¿Recuerdas?) del italiano Valerio Mieli se nos muestra a primera vista como una bonita historia de amor que se desenvuelve en una serie  de idílicos lugares ubicados en la provincia de Viterbo, en la región de Lacio, Italia. Lui (Luca Marinelli) es un joven un tanto pesimista que vive obsesionado por los recuerdos y el pasado. En cambio Lei (Linda Caridi) es una joven optimista y llena de vida. Pronto se irán a vivir juntos, pero la forma tan diferente que tienen de afrontar las cosas pasará factura a su relación.

Me atrevo a decir que esta película adolece de una falta de equilibrio en su conjunto que acaba por no convencer y que crea un cierto sentimiento de frialdad pese a la gran pasión y la enorme profundidad que parece querer transmitirnos. Es como cuando te hacen un regalo en el que el envoltorio es mejor que aquello que se esconde dentro. No puedes evitar una sensación de desencanto, una pequeña desilusión. Así pasa con Ricordi? Mieli es capaz de transmitir de forma sobresaliente una atmósfera llena de imágenes de gran belleza poética y una narrativa que pierde la linealidad, yendo y viniendo y produciéndonos un  deslumbramiento que va malgastando su efecto a medida que avanza el film. Lo cierto es que todas las hermosas imágenes, los planos cenitales y la mística de esos recuerdos, aparentemente tan valiosos e imborrables, acaban desapareciendo para dejarnos con una impresión de gran vacío, porque la historia de amor no es grande, los personajes que la viven tampoco y la clase magistral sobre los tipos de recuerdo a los que tenemos acceso, y que Mieli se empeña en enumerar, acaba por agotarnos, debido a su previsibilidad. Terminamos adivinando sus intenciones bastante pronto. Ya lo de menos es saber si el chico y la chica se quedan juntos y son felices o no. ¿A quién le importa? Lo que veo es un gran desequilibrio entre la forma y el fondo a la hora de contar esta historia.

Quizás la única reflexión interesante que podemos rescatar en todo esto tiene que ver con la toxicidad, egoísta, con la que ciertas personas afrontan la vida y que es capaz de impregnarlo  todo.

No sé si la gente que recuerda e idealiza el pasado es más feliz o infeliz, o más sensible o menos sensible que aquellas personas que se sitúan en el presente y están menos tocadas por la nostalgia. Tal vez eso no sea tan importante como el vivir dejando vivir a los demás.

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