Rostros y lugares

Rostros y lugares es un documental dirigido por Agnès Varda y el fotógrafo conceptual y artista urbano, JR. Una colaboración que permite la unión de dos talentosos artistas en busca de creaciones, de intervenciones con fotografías de rostros en gran formato, en los lugares menos esperados. La búsqueda de estos lugares, pero, sobre todo, de personajes especiales, en su mayoría de gente trabajadora, se convierte en un viaje de exploración en el cual nos embarcamos, tanto artistas como espectadores. Así es como nos montamos en una peculiar camioneta cargada con un plotter que al momento imprime las imágenes de interesantes rostros hallados durante el recorrido, para adherirlos a las más impensadas superficies, creando, de tal forma, unos efectos realmente divertidos e interesantes.

Por otro lado, la riqueza de las singulares y abundantes conversaciones entre JR y Varda -ella de 90 años de edad y él de 35-, las bromas y los graciosos comentarios son el sustento emocional de la película, porque nos van develando ciertos aspectos personales de cada uno; por momentos, comparten sus inquietudes y deseos, además de algunos pensamientos e ideas, lo que los lleva a crear, poco a poco, un lazo afectivo entre ellos, independiente de la brecha generacional que los separa. La complicidad y el entendimiento que se va generando a lo largo del filme son una delicia.

Los paisajes que vamos observando son de distinta índole: desde rurales a urbanos hasta deshabitados y desolados, algunos, incluso, sobrecogedores. A su vez, las reacciones de la gente, de aquellos lugareños a quienes visitan y retratan, son geniales por su amabilidad y hospitalidad, por su naturalidad y admiración a los artistas. Personas que, por ordinarios, se vuelven extraordinarios en este filme, volviéndolo sumamente real y entrañable.

Agnès Varda es un pilar de la historia del Séptimo Arte, una de las contadas mujeres que han destacado en el mundo del cine como directoras. Su trayectoria arranca en la década de los cincuenta y, desde entonces, no ha dejado de trabajar. A la fecha, cuenta con una vasta obra que incluye más de cuarenta piezas entre cortos y largometrajes, tanto documentales como de ficción, que son una clara muestra de sus preocupaciones e intereses. Entre los títulos más destacados se encuentran, Cleo de 5 a 7 (Cléo de 5 à 7, 1961), La felicidad (Le Bonheur, 1965), Daguerréotypes (1975), Sin techo ni ley (Sans toit ni loi, 1985), Los espigadores y la espigadora (Les Glaneurs et la glaneuse, 2000).

Varda forma parte del círculo selecto de directores de la Nueva Ola francesa (Nouvelle vague), al lado de figuras como Jean-Luc Godard (quien por cierto es incluido de manera singular en la cinta), Francois Truffaut, Claude Chabrol, Alain Resnais, entre otros. Su cine, considerado de autor, está cargado de una enorme fuerza social y de una atención especial por la mujer y su lugar en el mundo. Es una obra de corte feminista y de vanguardia, realmente significativo y relevante para su época de creación, así como para la actual.

Es por esto lo significativo de este trabajo, Rostros y lugares, demostrar que los adultos mayores tienen aún mucho que aportar en cualquier área. Y podemos observar la admiración de JR hacia Agnès Varda, y su forma de convivir con ella sin condescendencias ni esmero excesivo, sino con un profundo respeto y naturalidad, lo cual es un verdadero goce de presenciar.

JR, por su parte, es un artista francés contemporáneo, conocido como el “fotógrafo clandestino”, y que jamás aparece en público sin sus gafas de sol; su trayectoria comenzó cuando apenas era un adolescente, haciendo graffitis en las calles de París, hasta que decidió combinar su arte con la fotografía. Actualmente, gusta de intervenir los espacios urbanos con su arte fotográfico en gran formato, con resultados y efectos sorprendentes, y su forma de trabajar es precisamente lo que se nos muestra en el filme.

En definitiva, Rostros y lugares no es solo un documental sobre arte, es una oda a la amistad, una joya que muestra la conjunción entre madurez y juventud, entre experiencia e innovación, entre legado y nuevas propuestas.

Expresa la forma en que el lenguaje del arte es capaz de romper las barreras de la edad y el género. Asimismo, comprueba su potencial, haciéndolo llegar a los lugares más recónditos, para ser recibido con profunda sensibilidad; y es que el verdadero arte, el que no es elitista, no clasificando de acuerdo al entorno social, o a los medios con que se cuente, sino que por el contrario, valida y enaltece las diferencias, porque se trata de un idioma absolutamente universal, el cual se capta a través de las sensaciones, de la percepción y de la imaginación.

En conclusión, ver el documental Rostros y lugares se convierte en una experiencia sumamente enriquecedora para el espectador, no tan solo por la participación de una de las más grandes exponentes del cine francés (y mundial), Agnes Varda, sino porque la sensibilidad con que el arte y la vida son representados en esta road movie logran que el público no quite la sonrisa ni un minuto de toda su proyección y quede, al final, profundamente conmovido. Rostros y lugares es un oasis en medio del mundo de violencia reflejado en el cine actual, y nos devuelve, de cierta forma, un atisbo de fe en la humanidad y en su unión a través del arte.