Críticas

Una obsesión que corroe

Saltburn

Emerald Fennell. Reino Unido, EUA, 2023.

La actriz, directora, libretista y productora Emerald Fennell, ganadora del Oscar a Mejor Guion Original con Una joven prometedora (Promising Young Woman, 2022), regresa a la pantalla grande con su segundo largometraje. Saltburn (2023) era, quizás, una de las películas más esperadas del año, pues con su ópera prima causó bastante revuelo y logró perfilarse como “una joven prometedora” en la industria del cine, por su forma arriesgada y cruda de contar historias con ese humor negro delicioso e incómodo. Aunque no es una decepción total, Fennell no logra atrapar como antes, esta historia es predecible pero sigue siendo entretenida y es difícil despegarse gracias a las actuaciones de un gran elenco, especialmente su protagonista, Barry Keoghan, el mismo que se robó las miradas en El sacrificio de un ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer, Yorgos Lanthimos, 2017) y logró su primera nominación al Oscar con Almas en pena en Inisherin (The Banshees of Inisherin, Martin McDonagh, 2022).

La cinta nos cuenta la historia de Oliver Quick (Keoghan), quien entra becado a Oxford en 2006 y desde el primer minuto siente que no pertenece a ese ambiente, además de que llega con un aire de Harry Potter con corbata y blazer listo para ir a clase, mientras todos los demás están en un plan mucho más relajado y lo miran como el bicho raro que es. Oliver no puede evitar estar atraído por Felix Catton (Jacob Elordi), probablemente el más popular y guapo de todos. La suerte le sonríe un día y se le presenta la oportunidad perfecta para acercarse a él, ofreciéndole su ayuda desinteresada. Oliver se convierte rápidamente en su amigo cercano, o mejor, en su “protegido”. Llega el verano y Felix invita a su nuevo amigo a pasar los días en Saltburn, la tradicional mansión de descanso de la familia Catton. Cuando todo parece que va bien, Felix le da una sorpresa a su amigo que lo cambia todo.

La historia es una crítica ácida y con humor negro de la alta sociedad inglesa, a la que Fennell pertenece y por lo que ha sido muy enjuiciada. ¿Está mordiendo la mano que le da de comer al exponer en sus cintas el privilegio del que proviene? Esa es la familia Catton en pleno, a los que les sobran las riquezas y han heredado un tradicional palacio para pasar el verano. Y, por supuesto, las actitudes de Elspeth (Rosamund Pike) y Sir James (Richard E. Grant), las cabezas de esta familia, hablan toneladas acerca del elitismo tóxico en el que viven y de su forma de pensar, que generalmente gira alrededor del dinero.

Por eso, Oliver cae como anillo al dedo en este grupo, es la obra de caridad del año, el joven con un pasado turbulento y poco agraciado que es acogido por el más popular de la universidad, como un cuento de hadas. Pero esta es una película de Emerald Fennell, así que Oliver es realmente un ser envidioso, tan tóxico como los Catton y profundamente desagradable, quien nos permite ver todas sus perversiones en pleno y sin restricciones, aunque creo que muchos en la intimidad hacemos lo que nos gusta, cosas que se verían mal en una pantalla grande. Piénsenlo.

El punto más fuerte de la cinta son las actuaciones. Keoghan lidera un reparto de intérpretes fabulosos, amigos y conocidos de la directora, que entienden claramente el humor negro y la acidez necesarios de esta clase social que representan. Carey Mulligan, la protagonista de su cinta anterior, regresa en un corto y fastidioso papel que encaja perfectamente en esta particular familia. Jacob Elordi, el “galán” de moda, vende la cinta con solo sonreír.  Y es curiosa esta elección, Elordi protagoniza Euphoria, la controversial serie de HBO, a la que le sucede lo mismo que a esta cinta: ofrece mucho y al final, entrega poco.

Saltburn aborda muchas temáticas y ninguna termina por fortalecerse o destacarse: la homosexualidad enclosetada tiene un acercamiento tibio; el retrato de la alta sociedad británica brilla por momentos y en otros se va al absurdo; el sexo como arma de poder (igual que en su cinta anterior) tiene sus escenas interesantes y en otras se pierde… Al final, se siente una película a medio hacer, que quiso hacer de todo y no pudo lograr nada con claridad. Me faltó más obsesión, más sexo, más locura, más abismo de las profundidades. ¿Sería la presión del segundo largometraje, así como a los músicos les pasa con el segundo álbum de sus carreras, el famoso “sophomore”?

No se necesita ser un experto en cine para saber hacia dónde va la historia, ya ha habido cintas como Escuela de jóvenes asesinos (Heathers, Michael Lehmann, 1988) y El talento de Mr. Ripley (The Talented Mr. Ripley, Anthony Minghella, 1999) que han rondado la misma temática, y ni hablar de la literatura, a la que la misma Fennell hace referencia cuando habla de su cinta en entrevistas. Así que no es una historia muy original que digamos, pero con el toque de su directora y guionista, yo esperaba algo más. Aunque no es mala, sí es decepcionante.

Quizás yo quería algo más de lo mismo, un poco más de humor negro. Se vendió desde el tráiler como una cinta más controversial, sugiriendo acercamientos sexuales entre los protagonistas y un mayor suspenso que el que se encuentra en la versión final. Esta vez me dejé engañar por los avances y tenía altas las expectativas, pero la dinámica que existe entre todos los intérpretes y ciertas escenas que sorprenden y hasta perturban hacen que sea inevitable quedarse hasta el final.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Saltburn ,  Reino Unido, EUA, 2023.

Dirección: Emerald Fennell
Duración: 131 minutos
Guion: Emerald Fennell
Producción: Emerald Fennell, Tom Ackerley, Josey McNamara, Bronte Payne, Margot Robbie, Tim Wellspring
Fotografía: Linus Sandgren
Música: Anthony Willis
Reparto: Barry Keoghan, Jacob Elordi, Archie Madekwe, Paul Rhys, Joshua Richard E. Grant, Rosamund Pike, Carey Mulligan, Alison Oliver

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