Críticas

Torbellino de delirante pasión

Sangre en los labios

Love Lies Bleeding. Rose Glass. Reino Unido, 2024.

Póster promocional de Sangre en los labiosHay autores que disfrutan haciendo ruido. Parece que van a la desesperada, sin nada que perder, aferrados a su idea de morir matando; Conscientes de lo suicida de las propuestas que lanzan contra el público, que provocaran tantos aplausos como extraños gestos en caras confundidas. Tras el visionado de Sangre en los labios, no me cabe duda de que Rose Glass ha certificado esa esencia de autora libre, independiente y algo kamikaze, tras dar pistas en su notable primer filme, Saint Maud (Rose Glass. 2019)

En Sangre en los labios (Love Lies Bleeding, Rose Glass, 2024), Glass retoma alguno de los temas que servían de pilar a su debut, pero de manera mucho más voluble. La mezcla de géneros hace de su nueva película una obra mutante, armada de poderosas referencias, usadas con inteligencia por esta potente cineasta. Al igual que en Saint Maud, la historia se centra en una relación entre dos mujeres al límite, con recovecos bastante oscuros dentro de su laberinto de pasiones. Con el paso de los minutos Sangre en los labios pasa del chica conoce a chica a un brebaje neo noir desconcertante de puro delirio visual. Un viaje en el que nadie es puro, convertidos sus secretos en armas afiladas de doble filo.

La cantidad de sensaciones que produce el extraño descenso a los infiernos perpetrado por Glass dice mucho de la capacidad de la película para cambiar de disfraz. La buena noticia es que, a pesar de esa esencia extravagante, hay un tono vertebrador, oscuro y sórdido, que sirve de aviso sobre lo que pueda pasar. Se saborea la tragedia desde el minuto uno, la tensión flota en el ambiente incluso en los momentos en los que parece que hay resquicio para la tranquilidad.

Hay algo de espíritu romántico en la explosiva relación de las dos protagonistas. La química entre Kristen Stewart y Katy O’Brian es innegable. La contradicciones funcionan de forma muy orgánica para dar sentido al fogoso deseo que las define. Ambas son personajes rotos, con mucho en la mochila. Stewart está como pez en el agua en la piel de esta heroína trágica de aires punk, tímida y apocada a primera vista, pero resolutiva, astuta y rabiosa cuando las cosas se complican.

Imagen de Sangre en los labios

O´ Brian es puro poderío físico. El imponente aspecto resulta incluso amenazador, pero también descubriremos los flecos de su psique que hacen de ella un personaje completo, con muchas batallas perdidas y demasiado demonios en el corazón. Juntas forman un combo sensual, poderoso y convincente. Dos actrices que son un tanto por cierto enorme de las cosas buenas de Sangre en los labios. Incluso los más acérrimos detractores de Stewart tendrán que reconocer la fuerza con la que la actriz hace suyo sin contemplaciones cada minuto de presencia en pantalla.

Al otro lado del ring disfrutamos de Ed Harris como el villano de la historia. En este nutrido grupo de personajes oscuros y traumados, Harris se desboca interpretando al rey absoluto de la turbiedad, las mentiras y la falta de brújula moral. Los ingredientes para el desastre están servidos.

Rose Glass deja constancia de su enorme personalidad como directora. Desde luego, con independencia de que la película guste más o menos, toma decisiones arriesgadas, muestra todas sus cartas sin tapujos y maneja como una experta los límites entre el realismo sucio y violento con la ensoñación onírica. El delirio con el que marca el compás de Sangre en los labios, irónico, salvaje, macarra, llega a momentos confusos en los que desafía la paciencia del espectador. Puede llegar a ser irritante, pero por mi parte se queda con mi aplauso por llevarme a posiciones que muy pocos directores se atreven a plantear.

Sudor y músculo en Sangre en los labios

Sangre en los labios tiene mucho de los Cohen, pero aplica sin filtro las herramientas de sus maestros con resultados desquiciantes. También percibo algo del David Lynch de Terciopelo Azul (Blue Velver, David Lynch, 186). Las ganas de Glass de romper las reglas del género negro a base de juegos de espejos y un ínfimo quiebre de la realidad, que parece dejarnos atisbar algo oculto tras el velo.

La reconstrucción de los años 80 es otro triunfo. La horterada excesiva no sirve para camuflar la mugre bajo la alfombra. El sudor de gimnasio se diluye entre brillantina, sensorialidad en beneficio de la película que hace de su contexto pieza fundamental para entender porqué pasan las cosas.

Glass tiene buen aliado en el director de fotografía Ben Fordesman, que trabaja con mucho mimo el aspecto neblinoso de serie negra que requiere la idea de la directora. La partitura de Clint Mansell, compuesta con mucha astucia en la trama ochentera, completa el excelente trabajo de construcción, con el que el espectador queda convencido del contundente paisaje dibujado por Glass.

Sangre en los labios es la propuesta más diferente que hemos visto en las pantallas en bastante tiempo. Combina los lugares propios del noir con elementos poderosos, elegantes (y muy físicos) toques de erotismo y encierra una libertad brutal y apasionada, con el amor presentado como fuerza revitalizante, pero también destructiva. Huele a clásico, pero es radicalmente moderna, con todos los prejuicios que eso puede despertar.

En mi caso, estoy deseando ver lo que nos puede ofrecer Rose Glass en el futuro, porque con solo dos películas ya está en mi lista no ya de futuros, si no de presentes indispensables.

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Ficha técnica:

Sangre en los labios (Love Lies Bleeding),  Reino Unido, 2024.

Dirección: Rose Glass
Duración: 104 minutos
Guion: Rose Glass, Weronika Tofilska
Producción: Film4 Productions, A24, Escape Plan Productions, Lobo Films.
Fotografía: Ben Fordesman
Música: Clint Mansell
Reparto: Kristen Stewart, Katy O'Brian, Ed Harris, Dave Franco, Jena Malone, Anna Baryshnikov, Jerry G. Angelo, David DeLao

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