Siempre nos quedará mañana

La película narra los acontecimientos de una mujer italiana, de unos cuarenta y cinco años, transcurridos en la Roma recién ocupada por los estadounidenses luego de terminar la Segunda Guerra Mundial. Son tiempos de dificultades y la ciudad va recuperando, poco a poco, su naturaleza y optimismo, adivinándose que vienen cambios notables, pero todavía sujeta a las tradiciones y costumbres en los barrios, en los cuales las mujeres traban amistad y comentan la cotidianidad, mientras realizan labores domésticas, que algunas combinan con formas de ganarse algún dinero y completar lo que consiguen los esposos, luchando por equilibrar los ingresos en épocas en las cuales el hombre domina la situación y con frecuencia malgasta los salarios en juego, alcoholismo y amoríos.

Delia, la protagonista, es una mujer absolutamente activa, que además de asumir las tareas del hogar, donde vive con Ivano, su esposo, su suegro enfermo y tres hijos, realiza media docena de oficios distintos en la vecindad, gestionando velozmente sus tiempos para que todo funcione bien, llevando cuentas, ahorrando y escondiendo dinero sobrante para que su esposo no lo dilapide. Él abusa de ella, con frecuencia casi regular, con actitudes violentas, dominantes y humillantes, mezcladas con gestos románticos, con coreografías y suaves movimientos, en los cuales se manifiesta su enfermiza y extraña admiración por esta mujer singular que todo lo soporta en silencio.

Paola Cortellesi, que protagoniza a Delia, ha hecho de todo en esta película, incluyendo dirección y guion, con resultados que hay que destacar. El personaje se mueve en sus ambientes como en una danza de vida, con escenas en las cuales se resaltan esa fluidez cuando camina por las calles, cuando va a al mercado, cuando entrega los encargos que recibe, cuando chismorrea con sus vecinas o extiende las sábanas y la ropa blanca en las terrazas comunales del vecindario. Incluso al enfrentar a sus dos díscolos niños, que siempre se insultan y pelean, perturbando su paciencia, y a su suegro, todavía mujeriego y malicioso; pero sin que realmente pierda esa graciosa actitud de mujer optimista e invencible que resuelve cada circunstancia, porque sabe que la debe resolver y enfrentar.

Naturalmente que ello le crea aristas en cada vuelta del camino, pero Delia avanza y danza sin perder la compostura. En medio de todo ello, se nos cuentan los aconteceres de su hija Marcella, enamorada y deseosa de formalizar un matrimonio, que se está demorando más de lo esperado para que se vuelva realidad. La joven no deja de meditar sobre lo que le puede esperar si se llega a casar con un hombre dominante y machista como su padre, algo que puede ser muy probable en el ambiente en que vive. Su novio Nino pareciera ser considerado y noble… hasta que ella nota atisbos de machismo en su comportamiento, que la llenan de angustia y de dudas. Bien sabe, conociendo detalladamente a su madre, a quien reclama que sea tan tolerante con su padre, que una mujer inteligente, apasionada, optimista y atractiva (como Delia y como ella misma) puede quedar atrapada, sin aparente remedio, en una relación tormentosa.

Es entonces cuando se deja entrever que se avecinan cambios notables en la sociedad italiana, que pueden contribuir a poner algún remedio en las complejas situaciones causadas por el machismo y la violencia contra las mujeres en el hogar. El país ha decidido introducir cambios en el sistema electoral, permitiendo que las mujeres puedan votar y dando lugar a mayores oportunidades al ser ciudadanas en toda la extensión de la palabra. Delia decide participar en la votación para aprobar un Referéndum y elegir una Asamblea constituyente, siendo para ella y para las demás mujeres de Italia su primera experiencia de voto.  Hoy esto parece sencillo y lógico. En esos momentos, para ella fue una decisión que implicaba iniciativa, riesgos y liberación con respecto a su esposo, como se muestra dramáticamente en el filme.

Pero no es solamente el ambiente de cambios en el país el que despierta la mente de Delia. Influyen poderosamente en ella las circunstancias a las cuales se enfrenta ante la boda de su hija y la conciencia de que el machismo es una fuerza destructora que puede perseguirla a ella también; igualmente cae en cuenta de lo difícil que era conseguir ingresos proporcionados a su inteligencia y a su capacidad en ese ambiente machista. Cosas pasan y observa también que hay hombres respetuosos y sensibles, superiores al ambiente y que no necesariamente la mujer tiene que quedar atrapada en relaciones tormentosas. Así, ella experimenta que, cuando renuncia, aunque sea mentalmente, a la esclavitud y a las ataduras injustas, siente una poderosa energía personal.

Todo ello la lleva a experimentar una contagiosa alegría y a imaginar nuevas esperanzas, para ella y para muchas mujeres. De pronto habrá un mañana mejor, que no será la repetición de las tragedias cotidianas.

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