Skyfall

Las películas de acción no están obligadas a tratar los asuntos humanos con profundidad o con sabiduría. La acción, la trama son tan envolventes, que apenas si hay tiempo para que los personajes se detengan y planteen algún tipo de consideración sobre las vidas que están viviendo. Sin embargo, James Bond no es cualquier tipo de personaje, sino el espía más conocido y más observado de la historia del cine, luego de más de veinte películas y de cincuenta años de permanencia en las pantallas y en la imaginación de los espectadores. El estilo Bond es bien conocido, su gusto por las mujeres, por los viajes; su extraño y probado sentido de la lealtad; su increíble habilidad para escapar de trampas imposibles y su pasión por la buena vida, aunque esté condimentada por el sufrimiento y la tortura. ¿Qué queda por conocer de James Bond, que no se sepa; qué trucos quedan todavía escondidos en su arsenal de objetos y de armas secretas; qué nuevo villano aguarda escondido en alguna isla remota y, sobre todo, qué nuevo ritmo, qué nueva historia que apasione al público queda por contar? Probablemente preguntas como esas y desafíos como el que planteamos en un inicio estuvieron en la mente brillante de Sam Mendes, el aclamado director, cuando se atrevió a aceptar la dirección de Skyfall, la reciente película de la prestigiosa franquicia.

Para lograr su objetivo, Mendes se ha enfocado en la coexistencia simultánea de cuatro ciclos humanos que se cierran, permitiendo que contemplemos a cuatro brillantes actores disfrutando a plenitud de un filme histórico, que deberá ser recordado no solamente por el aniversario que significa, sino por la madurez que han logrado el personaje central y su devenir. Sin renunciar a los rasgos típicos del agente 007 y de la organización a la cual pertenece, Mendes ha permitido el brillo y la novedad en otros tres personajes: M, protagonizado como en las anteriores entregas por Judi Dench; el villano Raúl Silva, con la actuación de Javier Bardem, y el superior de M en el gobierno británico, Gareth Mallory, protagonizado por Ralph Fiennes.

Vale la pena detenerse en el personaje de Bardem. Es un villano notablemente hábil e inteligente, quizás el que más dificultades y derrotas ha infringido a Bond y a su organización. Esto lo logra con su absoluta capacidad como hacker, su frialdad y su crueldad. Silva no pierde la compostura, seguro como está de que siempre cuenta con un as bajo la manga, convencido de su inteligencia y de su dominio de todos los detalles y secretos de M y de su organización. Por estas mismas razones, es un personaje que aparece con continuidad en la trama y ello nos permite acercarnos a su compleja personalidad, hasta llegar al punto en que nos atrevemos a imaginarnos cual será su próxima movida, parte de un ciclo que se cierra inevitablemente. Es quizás el más humano, más bien parecido y el menos extraño de todos los villanos de la saga; aunque, para no perder la tradición de repugnancia física, en algún momento se revela una apariencia horrible y trágica escondida detrás de las apariencias y, cuando ello ocurre, es difícil no recordar a algunos de los villanos de la saga de Batman.

M, como ha sido la costumbre en los filmes de la saga protagonizada por Craig, tiene una compleja relación con Bond, pero igualmente con sus jefes en el gobierno. Es un personaje lleno de inquietudes, acosada por las decisiones que tiene que tomar a gran velocidad, en las cuales juega con la vida de sus espías subalternos, guiada en realidad solamente por sus intuiciones y su lógica fría y solitaria. Para ella se cierra todo un ciclo, y sabe que transcurrirá en medio de la soledad y de las dudas sobre los límites entre el bien y el mal, entre la acción y la indecisión, entre la traición y la lealtad. Dench es buena para reflejar estos sentimientos y, tal como sucede con el villano Silva, la trama permite ampliar presencias para el lucimiento de la veterana actriz.

En cuanto a Fiennes, este notable actor, una vez más logra transmitir en su personaje ese aire de misterio melancólico, de lejanía, de sorpresa, sin importar que se trate de apariciones más breves. Es que Fiennes es uno de esos actores con sello propio, que dejan huella en cada instante. En Skyfall se cierra también un ciclo personal para su personaje y eso es también manifiesto por el brillo de su actuación.

Daniel Craig, como James Bond, es impresionante, con esa sensación de entrega completa, a prueba de las más duras circunstancias, de dolores y sufrimientos personales. Skyfall incluye algunas de las más espectaculares escenas de acción, en las cuales Craig persigue y lucha con bandidos en las más arriesgadas situaciones que uno pueda imaginar: en lo alto de trenes en movimiento; en los techos de los mercados y en las callejuelas de la ciudad de Estambul; en los túneles del metro de Londres; en el ambiente increíblemente moderno de los rascacielos de Shanghai o, como es tradicional en la saga Bond, en algún club nocturno, apoyado y acosado por una bella mujer.

Entonces, la historia de Bond, inesperadamente, asume un ritmo tranquilo y, como si se tratara de una película de carretera, nos lleva por una búsqueda hacia sus orígenes personales, siguiendo los fríos caminos de las tierras escocesas, donde se van a cerrar las historias que se han venido tejiendo, sin que vayan a faltar las luchas espectaculares y los finales sorprendentes.

De todas formas, estos ciclos que se cierran han dejado abiertas las puertas para otras tantas posibilidades. La franquicia Bond ha sido tratada con respeto, acierto y astucia y creo que está lejos de agotarse. No han de faltar villanos, países y escenarios para luchas renovadas, para abrir y cerrar nuevos ciclos, para seguir atrayendo espectadores.

Trailer:

http://youtu.be/GFnmF9cr98o

Entrevista con Sam Mendes:

http://www.ecartelera.com/peliculas/james-bond-skyfall/video/3035/