Slash/Back

Rito de carácter antiguo, casi parte indiscutible y eterna del sistema social del ser humano, el acto de pasar de la edad infantil a la adulta se presenta en las diferentes culturas de nuestra especie hasta subrayar el hecho necesario de aquel cambio también genético al que todos estamos atados. El “yo” que nos rodea en los primeros años de nuestra vida se ve así sustituido por otra forma de nuestro ser que indicaría a los otros la pertenencia al grupo social verdadero, el que, lejos de vivir en un mundo cerrado (el de los niños, con sus ideales), se abre al desarrollo de un diálogo con el mundo exterior desde un punto de vista de “realidad”: ahora ya no vivimos protegidos por los padres, sino que, con más seguridad de nuestro “ser”, formamos parte de una sociedad en la que cada uno supuestamente intenta ayudar a los otros, demostración, esta, de una necesidad de vivir juntos y de asegurarnos de poder contribuir al desarrollo de la especie (en su formato reducido, la tribu, y en su valor universal, la raza humana).

En el caso de Slash/Back, película dirigida por Nyla Innuksuk y guionizada con Ryan Cavan, el pasaje de la infancia a la edad adulta se inserta en la doble vertiente del choque generacional típico de la adolescencia y la voluntad de supervivencia (y de protección del propio hábitat) ante la llegada de unos alienígenas. El mundo exterior, entonces, se presenta, en su versión cósmica, como el elemento de disturbio que amenaza la existencia misma de los que viven “aquí”, una diferencia que supone la distribución entre quien ataca y quien es atacado (el cual, por supuesto, tiene que defenderse si quiere seguir con vida). La dicotomía que se abre ante el público funciona entonces como punto de partida para un discurso de carácter más bien elemental en lo que a la relación con el concepto de sociedad se refiere. Más allá de un simple choque en el contexto de la ciencia ficción más pura, el subtexto nos pide que profundicemos las relaciones discursivas que se desarrollan en el interior del texto fílmico.

Se supone, efectivamente, que la pandilla de jóvenes chicas adolescentes ya forman parte de un mundo que se aleja de su contexto real, representado no solo por la naturaleza canadiense, sino también por el grupo de adultos (los padres) que las rodean. La creación de una tribu personal, capaz de darles una solución a sus propias necesidades de independencia, se transforma después en un momento definido (con su comienzo y su fin) dentro del camino de superación del rechazo del mundo adulto, elemento, este, que indica la imposibilidad de seguir formando parte de un mundo (el de la infancia y, en parte, de la pre-adolescencia) que tiene que destruirse para dejar libre a la persona y para que esta pueda alcanzar un equilibrio en su desarrollo personal. Los dos elementos textuales, entonces, se unen y se apoyan el uno con el otro en los límites de una narración capaz de establecer una serie de niveles interpretativos al mismo tiempo únicos (en su vertiente “conceptual”) y diferentes (en su vertiente de “acciones”).

La mezcla de ciencia ficción, de bildungsroman moderno, de estudio del contexto de vida de los adolescentes, y de la condición de los inuits canadienses, todo esto forma parte de un discurso que inserta en su narración una pizca de ironía para que el producto final logre escaparse de los clichés. Película de serie B, entonces, capaz de abrazar su misma estructura, pone en marcha un discurso de carácter universal (en lo que a la singularidad del ser humano se refiere, obviamente) dándole particular importancia al elemento femenino, aquí representado clara y rotundamente en su valor concreto de parte integrante de la sociedad, sin que la realidad de su mundo se vea (re)configurada para que el elemento narrativo funcione. Todo lo contrario, ya que Slash/Back es, antes que nada, un estudio de los preadolescentes y de cuán necesario es el camino que nos lleva de una situación de insatisfacción a una de aceptación de nuestro rol en una sociedad por la que no solo hemos sido generados, sino de la que, absolutamente, formamos parte.