Críticas
Nostalgia por lo no sucedido
Sobre todo de noche
Víctor Iriarte. España, 2023.
Llamamos melancólico a quien no puede hacer más que entregarse sin condiciones a ese sentimiento de deambular en la oscuridad y desear la luz. Su color es el negro, su estación el otoño, sus horas las de la noche. Una negrura repleta de infinito, de vacío, de ausencia. Tinieblas torturadoras del destino que impiden ver en las sombras nocturnas, sentimiento de vacío en lo que respecta al saber y cierto saber en lo que respecta al vacío del sentimiento… Y en el horizonte, la penumbra uniforme del agua que se encuentra con la claridad del cielo. El horizonte, como un cruce de caminos que separa a quienes se encuentran, como descubrimiento de dos elementos que se reconocen en la niebla y que se saben unidos por hilos, o más bien cuerdas, de diferente origen. Aunque la tierra sea redonda, lo que en apariencia es recto en realidad es curvado, lo que en apariencia es línea en realidad es superficie. Desde el sentimiento, el dolor, la ausencia y el anhelo de reparación se crean las imágenes de Sobre todo de noche.
Se trata del primer largometraje de su autor, de Víctor Iriarte. Artista, cineasta y programador cinematográfico, ha completado una obra que ha recorrido el circuito internacional de festivales y centros de arte contemporáneos. Entre otros, ha dirigido cortos como El mar (2010), Visiones (2013) o Cosas que ya no existen (2014). La protagonista del filme es Vera, una mujer desolada. Busca a su hijo robado en el nacimiento. Han pasado ya muchos años desde entonces pero hay ausencias que jamás se podrán borrar. Lamentablemente, estamos hablando de unos hechos delictivos que sucedieron en España desde los inicios del franquismo en los años cuarenta del siglo pasado hasta bien entrado los noventa. Fueron demasiados los responsables de todo este terrible asunto de robo y tráfico de bebés a su nacimiento, sucesos que existieron más allá de aquellas épocas oscuras en las que libertades, derechos humanos o igualdades no existían ni en el diccionario. Hablamos ya de años de transición política y de supuesta consolidación de la democracia. Gobernaron partidos de centro, de izquierdas, de derechas… Todos callaron, a nadie le interesó la búsqueda de los criminales, a la espera de que el silencio llegara también a los afectados con su muerte. Se calcula que unos 300.000 niños fueron robados en el país entre 1940 y 1990.
Como se nos anuncia al principio del largometraje, acompañando a una cita de Bolaño, estamos ante una historia de violencia. Se trata de una obra que recoge muchos registros inscritos en el drama, en el thriller, en el noir, en el documental, en el road movie, en lo epistolar… Lola Dueñas es Vera, la mujer saqueada. Ana Torrent es Cora, la fémina que, inocentemente, al no poder tener hijos, adoptó a un niño. Manuel Egozkue es Egoz, el chico afectado. Está estructurada en tres episodios y un epílogo. Se desarrolla en Madrid, San Sebastián y Oporto. Nos enfrentamos a un laberinto de venganzas contra jueces, políticos, médicos, enfermeras, religiosas y demás facinerosos implicados. Ficheros desaparecidos, quemados, olvidados, perdidos oportunamente… Un repaso sobre una memoria histórica en la que lo menos importante era el bien jurídico dañado. Asistimos a un filme intuitivo, documentado, imaginativo. Historias tristes sobre aquellas que les arrebataron una parte de su cuerpo y que a pesar de su constancia, no han recibido respuestas. Hablamos también, por supuesto, de maternidad, de ese estado que se intenta cerrar al nacimiento pero nunca nadie puede clausurar. Bebés que solo han podido ser observados, olidos, quizás tocados, con suerte, en unos breves instantes.
Y en la propuesta de Iriarte es tan importante el fondo como la forma, lo que se cuenta y cómo se hace. El filme, en su experimentación, recupera instrumentos de la historia del cine como la variedad de formatos o el recurso a letras capitulares o a la forma epistolar. Pero ante todo, destaca la reivindicación de la voz en off, recurso clásicamente rechazado por la cinefilia al considerarse como un elemento perteneciente a otras artes, ayudando torticeramente a “aliviar” la carga visual de la obra. El director recurre a él considerándolo una pieza más de la puesta en escena, un dispositivo para acompañar viajes en el espacio y en la memoria. Vera luchando contra el crimen y la corrupción por las calles de Madrid, Egoz monologando en la discoteca vasca, Cora en su trayecto ferroviario hacia Portugal… El grito desgarrado y solitario de la primera, junto al miedo y comprensión de la segunda, y la confusión del joven ante el choque frente a sus raíces.
La literatura, la pintura, el teatro o la música encuentran un lugar privilegiado en Sobre todo de noche. Cruces mediados por la palabra, una voz en off que adquiere carácter puramente cinematográfico al ser tratada como imagen virtual proyectada sobre las imágenes visibles de la película. Una utilización de la palabra como materia viva. El autor tiene muy claro que para hablar del mundo o de nosotros mismos no es necesario poner la cámara enfrente de lo que se quiere contar. Y nos sumerge en una ensoñación atemporal cargada de ritmo y coreografía, en una narración con distintas capas y puntos de vista. Cuando se lee una novela, lo que se obtiene de ella son imágenes, como asevera Rita Azevedo Gomes. Las palabras generan imágenes que toman formas distintas en cada uno de nosotros. Y las imágenes siempre vuelven a ser palabras. El director concibe un enorme mosaico en el que el magnetismo crece entre su pluralidad de mecanismos y dispositivos. Líneas que se cruzan en la subjetiva composición y encuadres del realizador. Aplicaríamos esa visión del cine de Bazin como un arte que se sobrepone a la muerte, que apresa voces, presencias y ausencias.
Por otra parte, Iriarte no desconoce la belleza de las manos, también de los mapas no digitales. Entre trenes y pianos, se elabora una confluencia con demasiados vectores de energías y significados. Las imágenes se hilvanan hasta provocar resonancias que se amplifican y enriquecen en la maraña. Una valiente búsqueda sobre contenidos olvidados de la memoria individual y colectiva. Un uso deliberado de diferentes recursos de expresión que se dirigen a diferentes niveles de significación. ¿Y todo esto a qué más conduce? A una denuncia sobre el recurso favorito al que acuden por igual dictaduras y democracias para tratar de reducir los ataques por sus errores e incompetencias: la ocultación y manipulación de la verdad.
Los pensamientos, sensaciones y sentimientos de los personajes de esta obra son trasladados al espectador huyendo de lo convencional y de la infantilización en la que ha derivado el espectáculo del cine. Frente a los lugares comunes, se agradece las resistencias de aquellas producciones que surgen en los márgenes. ¿Cómo recuperar la capacidad de ver de la cámara? ¿Cómo puede acercarnos al mundo sin convertirse en pura maquinaria? Víctor Iriarte, con un único largometraje de ficción, se introduce en el mundo de aquellas directoras y directores que intentan recuperar la inventiva de los primeros tiempos cinematográficos como un nuevo punto de partida. Ojalá estemos hablando de un cine que consiga sobrevivir en un universo que busca su invisibilidad.
Tráiler:
Ficha técnica:
Sobre todo de noche , España, 2023.Dirección: Víctor Iriarte
Duración: 110 minutos
Guion: Isa Campo, Víctor Iriarte, Andrea Queralt
Producción: Coproducción España-Portugal-Francia; Atekaleun Films, cSc Films, La Termita Films, Ukbar Filmes, 4A4 Productions
Fotografía: Pablo Paloma
Música: Maite Arroitajauregi
Reparto: Lola Dueñas, Ana Torrent, Manuel Egozkue, María Vázquez