Críticas

Rojo sobre negro

Sombras del pasado

Sleeping Dogs. Adam Cooper. EUA, 2023.

Sombras del pasado (Sleeping Dogs, EUA, 2024), de Adam Cooper, es un thriller criminal en torno a las lagunas de la memoria, el Alzheimer y los lapsus mentales. Agujeros insondables e incurables que dejan a los que padecen esta enfermedad en un limbo desolador. En este largometraje de negros acontecimientos plantean, desde el lado científico, la posibilidad de revivir la desconexión del ser humano de sus recuerdos, planteando una vía posible, que se mueve en los avances de la ciencia médica, idolatrados por el desaparecido escritor y cineasta estadounidense Michael Crichton, quien antes de dedicarse con éxito a la ficción estudió muchas materias, entre ellas, medicina. Aquí, al desorientado personaje central, Roy Freeman (Rusell Crowe), se le aplica una cirugía experimental, consistente en reactivar las vías neuronales.

Esta deslumbrante coartada tiene un componente destacado, relacionado con la oscuridad que envuelve a Roy, porque el meollo de la trama está vinculada a los pautados progresos que el personaje hace en recuperar episodios turbulentos de su vida pasada.

Las devastadoras consecuencias del olvido más aterrador, de aquellos instantes más cercanos del pasado, se concentran en la figura de Roy Freeman. Un  ex inspector de homicidios de policía varado en su casa con evidentes síntomas de confusión. Es una víctima del progresivo deterioro de la memoria. Padece una cruel desmemoria y su existencia es decadente. Esa ruinosa existencia queda reflejada, de manera patente, en su registro visual, en el deprimente y sombrío apartamento en el que pasa las horas recluido. El lento funcionamiento de escasos reflejos de su cerebro le permite, al menos, interpretar las notas y avisos que ha desplegado por las lúgubres habitaciones de su vivienda. Son leyendas que le recuerdan el nombre de las cosas y, sobre todo, la pauta de la medicación que debe tomar para detener, en la medida de lo posible, su deterioro.

Estos primeros compases de la acción, importantes para comprender el estado del personaje y los inminentes acontecimientos que le va a tocar sobrellevar, ponen al espectador en la senda de Memento (Christopher Nolan, EUA, 2000), una pieza con la que guarda cierto parecido en algunos flecos. La referencia es casi obligada, porque recuerdo que, en el filme de Nolan, su personaje central, Leonard (Guy Pearce), era un atribulado investigador de una agencia de seguros descompuesto por sus inquietantes y enormes lagunas respecto al pretérito más inmediato. En la historia del cine hay otras figuras sometidas a la inclemencia del olvido. Su alborotado estado mental también fue objeto de  parte de Alfred Hitchcock en Recuerda (Spellbound, EUA, 1945). El maestro del clímax indagaba en los remolinos y oquedades de la desmemoria que afligían a John Ballantine (Gregory Peck), para recurrir a la estética visual y simbólica de las imágenes vanguardistas abanderadas por el más excéntrico y pesadillesco surrealismo de Salvador Dalí.

Sombras del pasado es más prosaica que los títulos arriba citados. Un ejercicio manoseado por un esquema elaborado de los consabidos apaños y manejos de guion. Un libreto cuyos árboles dejan ver el bosque y fundamentado en el intrigante perfil de Roy, enfrentado a un viejo asunto. Construido para encaminarlo, en un primer término, hacia la autoestima y la regeneración de su maltrecha imagen y, en última instancia, enfocado en un golpe moral para ajustar cuentas con las turbiedades del ser humano que la amnesia le ha escamoteado.

Otro factor recurrente en este tipo de trabajos alrededor de las perturbaciones mentales y del que el debutante cineasta Adam Cooper echa mano es el detalle, nada anecdótico, de los puzzles. En el recorrido que la cámara de Cooper hace al comienzo del relato se detiene en la pesadumbre ambiental de tono fotográfico siniestro del apartamento y el cúmulo de recetas diseminadas por la casa como señas del azoramiento que castigan a Roy. En una mesa, con las piezas desperdigadas, vemos que el personaje está realizando con entrega y esfuerzo un puzzle. Tiene colocados y ordenados pocos fragmentos. Síntoma de que todavía el ex agente de la ley está en la casilla de salida y le queda mucho trecho que desenredar para que su juego de mesa, un laberíntico galimatías, concluya al mismo tiempo que el intríngulis se resuelva. A la par que sus pesquisas aumenten, den frutos y los tramos ocultos en su cabeza vean la luz, las piezas de su puzzle irán encajando en un simbolismo tópico.

Hace diez años, Roy y su compañero de trabajo investigaron el crimen de un famoso y reputado psicólogo. Un joven de raza negra se declaró autor del brutal asesinato. Este delincuente se encuentra en el corredor de la muerte y apenas faltan unos días para que le suministren una inyección letal. Una asociación que responde al nombre de Manos Limpias le conmina a Roy a reabrir el caso porque han detectado un sinfín de irregularidades. Roy visita en la cárcel al condenado y oye de su voz enérgica y convincente que es inocente y que fue objeto de una marrullera trampa. Roy asume su responsabilidad, reabre el expediente y encara una investigación que le llevará a escarbar en capítulos canallas, recomponer los elementos y testar la utilidad de los chivatos neurológicos que le esclarecen algunos flashes.

Para esta premisa no hay nada como una estructura en flashbacks que aportará nuevos personajes y reconstruirá un misterio atroz y desopilante. Roy se introduce en un túnel impenetrable, mentes preclaras le aconsejan que abandone el caso y con el correr del metraje y las idas y venidas en el tiempo, poco a poco, las luces iluminarán cuestiones feas y sórdidas.

Amena en gran parte de la trama, pero sin deslumbrar, los nuevos rumbos introducidos tornan en desmañado su tramo final. Giros de guion inesperados y flecos de índole personal/sexual lanzan a Sombras del pasado a un refrito de referencias vistas en otros títulos y aquí sometidas al buen criterio de la batidora.

En cualquier caso, la pieza de Adam Cooper creo, sinceramente, que es mejor de lo mal que la habían pronosticado. Tiene la tópica y convencional maraña de clichés y lugares comunes, pero en sus márgenes están dibujados los males de la ambición, la codicia, la corrupción, el ego y el dinero de las farmacéuticas.

Los juegos de la mente son muy divertidos y acarrean intríngulis que, una vez desvelados, apuntan a los celos como otra de las grandes miserias del ser humano.

Tráiler de la película:

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Ficha técnica:

Sombras del pasado (Sleeping Dogs),  EUA, 2023.

Dirección: Adam Cooper
Duración: 110 minutos
Guion: Bill Collage, Adam Cooper.
Producción: Nickel City Pictures, Film Victoria, Gramercy Park Media, Highland Film Group, Screen Australia
Fotografía: Ben Nott
Música: David Hirschfelder
Reparto: Rusell Crowe, Karen Gillan, Marton Csokas, Tommy Flanagan, Kelly Greyson, Thomas M. Wrihgt y Elizabeth Blackmore

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