Críticas

Swang

Spider-Man 2

Otros títulos: El Hombre Araña 2.

Sam Raimi. EUA, 2004.

La creación de los malos supone un reto al saber si, efectivamente, van a ser los más ajustados a la figura del héroe (o protagonista principal). Si vamos a los orígenes de la cultura occidental (o hasta mundial, ¿por qué no?, humana), en la epopeya de los griegos el príncipe de Ilión se presentaba sí como el “enemigo”, sin embargo su figura era también la de un personaje trágico que bien iba a ser el alter ego de Aquiles. Y es también el malo, efectivamente, quien logra darle a una obra (no todas, por supuesto, porque no siempre estamos ante una lucha entre dos enemigos) la posibilidad de ser o no aceptada por el público, ya que según el tipo que se cree será posible decir si efectivamente nuestro héroe tiene o no un verdadero desafío. Crear a alguien que simplemente quiere conquistar el mundo no tiene mucho sentido, ya que la motivación parece carecer de profundidad y, por supuesto, el resultado final no puede ser sino superficial, por lo menos desde un punto de vista psicológico. Algo que, que quede claro, puede funcionar en las obras para niños, que se basan en los arquetipos y no necesitan más análisis, pero que no nos satisfacen cuando de obras más complejas (¿adultas?) hablamos.

La presencia del doctor Otto Octavius en esta película, entonces, supone proponerle a los espectadores un punto de vista diferente sobre el concepto de superhéroe y némesis. El doctor, de hecho, no solo representa el problema que hay que resolver, sino que nace como figura clave en la vida de Peter Parker, una especie de padre sustituto con el cual el joven puede compartir tanto unas lecciones sobre el concepto de amor como también la pasión por la ciencia. Es una dinámica que logra ir más allá de la división entre bien y mal, y que pone al espectador en una condición de aceptar lo trágica que es la vida del doctor y la de Peter. Y esto porque ambos tienen que luchar contra un destino que resulta ser negativo o que, por lo menos, los empuja hacia acciones y contextos en los cuales no parece posible encontrar una solución. Nada nuevo, por supuesto, ya que la cuestión de la crisis forma parte de la creación literaria y fílmica, sin embargo la bondad narrativa de la estructura de esta secuela permite aceptar estos problemas como parte de un (o mejor sería decir “del”) viaje del héroe.

La diferencia entre los dos personajes, el hombre araña y el “hombre pulpo”, vuelve entonces a utilizar la cuestión de las semejanzas y de la diferencias que ya habíamos aprendido a conocer en la primera entrega. En este caso estamos otra vez ante un científico, como lo era Osborn, pero con una vida más placentera y con un mejor sentido del humor. Lo agobiante de su vida es la pérdida de una persona a la que amaba, algo que nos recuerda a la muerte del tío Ben, y como en el caso de Peter Parker la culpa de esta tragedia no se debe a factores externos sino a la hubris. El camino que lleva a convertirse en un villano se parece así al de Parker convirtiéndose en un héroe, y es este juego entre semejanzas y diferencias que supone un análisis inteligente por parte de la película de lo que nos hace lo que somos. Una cuestión que se reverbera en los problemas de un Peter Parker que no puede sino darse cuenta de que la vida como superhéroe es terrible: demasiado tiempo pasa salvando al prójimo y muy poco con quienes ama o con sus estudios universitarios. Es un continuo juego de crisis, de problemas, que se entrelazan con la presencia de un villano nacido como figura paterna y que se ha convertido en algo que hay que resolver.

La secuela de Raimi y Sargent resulta ser uno de los filmes de superhéroes más amados por el público, tanto por lo comiqueros más puros como por los que simplemente buscan un producto placentero. No es difícil entender la razón detrás de esto, ya que la susodicha estructura narrativa es de nivel excelso (por lo menos dentro del canon de una película de este género) y las situaciones que se van amontonando funcionan como engranajes de un reloj impecable. Es, por supuesto, una película que se sitúa a la mitad de un camino, que se abre apoyándose sobre lo que había pasado antes y se cierra con una mirada hacia unas aventuras futuras. Sin embargo, esta necesidad de unir dos puntos no le resta al producto final su bondad estructural y la arquitectura global (personajes, eventos, diálogos) se encuentra en manos de autores que saben como manejarla para que el resultado resulte delicioso.

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Ficha técnica:

Spider-Man 2  / El Hombre Araña 2 ,  EUA, 2004.

Dirección: Sam Raimi
Duración: 127 minutos
Guion: Alvin Sargent
Producción: Laura Ziskin, Avi Arad
Fotografía: Bill Pope
Música: Danny Elfman
Reparto: Tobey Maguire, Kirsten Dunst, James Franco, Alfred Molina, Rosemary Harris, Donna Murphy, J. K. Simmons

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