Críticas

Swing

Spider-Man (2002)

Otros títulos: El Hombre Araña .

Sam Raimi. EUA, 2002.

Una cuestión diferente, quizás, era la que se presentaba a los ojos de los espectadores en los primeros años del nuevo milenio. Diferente, por supuesto, de la de ahora, en la que la presencia de los héroes con superpoderes va más allá del simple valor sociocultural y abre paso a un sinfín de productos dentro de los bordes de un universo (y a veces de los multiversos) como el de Marvel o el de DC. El hombre araña de Raimi, entonces, llegaba a nuestras pantallas como un filme que no tenía como objetivo dar a luz a una estructura compleja, sino que, obviamente, prefería presentar un cuento que pudiera ser el comienzo de una serie que se abría y cerraba dentro de sí misma. O, en palabras más llanas, la criatura del director de Evil Dead era una apuesta, un “vamos a ver qué pasa” si les permitimos a los espectadores acercarse al mundo de uno de los superhéroes más famosos, todo esto dentro de aquella protohistoria (o prehistoria) del mundo de los cómics en el cine, en la que navegaban las películas de Batman, de Superman y de los mutantes de Marvel (si bien tenían un solo filme, en aquel 2002).

La estructura de este primer capítulo (seguirán dos en aquellos años) es bastante sencilla y logra crear un cuento satisfactorio capturando el meollo de lo que es un cómic bastante largo (y muy caótico). Peter Parker es, como siempre, un joven muy inteligente pero tímido, incapaz de vivir en un mundo que parece resultarle ser demasiado complejo. Los padres están muertos, vive con los tíos, y su vecina, Mary Jane Watson, es el objeto de su amor, o, por lo menos, resulta ser la de la que está ligeramente enamorado. Unos elementos, estos, que pintan desde las primeras escenas una visión precisa de quién es Peter, bueno, sí, pero débil. Y es así que, de hecho, nos resulta posible acercarnos a él, como nos animaron a hacer Lee y sobre todo Ditko, ya que ver cómo el pobre estudiante aficionado a la ciencia se transforma en un hombre superpoderoso es algo con lo cual es fácil encontrar una conexión. Es, efectivamente, la representación de algo milagroso que le pasa a alguien que lo merece, avatar, quizás, de nuestros mismos deseos.

El malo representa, por supuesto, la otra cara de ser un superhumano. Es un Norman Osborn que como Peter Parker sufre un cambio radical en su vida y quien, sin embargo, opta por convertirse en alguien que va a usar sus poderes para sí mismo y no para poder ayudar a los otros. La diferencia entre los dos, entonces, es de carácter casi transcendental, ya que el bien de uno (con su voluntad de sacrificarse) está conectado con el mal del otro (con su voluntad de matar a quienes intenten ir en contra de él). Una lucha, esta, que pone de manifiesto el valor de los superhéroes y que subraya la importancia no tanto de “super” sino de “héroe”, o sea, de la necesidad de darse cuenta de que lo que efectivamente importa no es tener un fuerza superior a la de todo ser humano, sino la capacidad mental de saber portarse bien (la responsabilidad, por supuesto) así como la necesidad de tener una moral y una ética de la que no podamos separarnos. Es, quizás, la demostración de que la familia y los amigos (así como toda la sociedad en la que uno se encuentra) son la parte más importante, la que nos estructura desde un punto de vista de carácter.

La película tuvo un éxito increíble. Lo mismo se podrá decir de las dos secuelas. La razón de todo esto quizás se deba a que se había encontrado la mezcla perfecta entre actores, director, equipo de rodaje y guionista. Súmase el hecho de que las películas de superhéroes eran pocas y que de Spider Man nunca se había estrenado tan solo una. La estructura narrativa, entonces, y la compleja situación cultural no podían sino permitirle a Raimi presentar un producto que, basándose en la bondad creativa del director, habría formado parte del imaginario colectivo de aquella década de los ‘00. No hay que olvidar cómo la base misma de lo que hace de Spider Man uno de los superhéroes más famosos y amados había sido respetada, si bien con unos cambios que no habían presentado, de todas maneras, una completa distorsión del meollo original. Todo espectador, al fin y al cabo, resultó satisfecho, tanto los que ya conocíamos la versión comiquera como los que solo sabían que se trataba de un hombre que tenía los poderes de una araña; porque, por supuesto, si una historia está bien contada no puede sino enganchar a sus espectadores.

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Ficha técnica:

Spider-Man (2002)  /  El Hombre Araña ,  EUA, 2002.

Dirección: Sam Raimi
Duración: 121 minutos
Guion: David Koepp
Producción: Laura Ziskin, Ian Bryce
Fotografía: Don Burgess
Música: Danny Elfman
Reparto: Tobey Maguire, Willem Dafoe, Kirsten Dunst, James Franco, Cliff Robertson, Rosemary Harris, J. K. Simmons

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