Reseñas de festivales
Still the Water
Naomi Kawase visitaba Cannes por quinta vez tras haber conseguido La Cámara de Oro (por Moe no suzaku, 1997) y el Gran Premio del Jurado (por El bosque de luto, 2007), con un film que mantiene la línea temática recurrente que ha ido desarrollando a lo largo de su filmografía. La contemplación de la naturaleza como un ente espiritual superior y la interacción del hombre con ella, la relaciones familiares de padres e hijos, el tránsito hacia la muerte y su asunción como una etapa más y no un final, la pérdida de la inocencia y la indagación del paso de la niñez a la adolescencia. Para plasmar estas cuestiones, Kawase ha elegido personajes que se encuentran muy al límite de todas estas cuestiones existenciales, que convergen en la condición humana.
Kioko es una adolescente que se enfrenta a un momento de grandes cambios en su vida. Por un lado, la enfermedad que sufre su madre le hace asomarse al abismo que significa la muerte y, por otro, la experiencia de su primer amor, como un terremoto emocional, le llena de inseguridades. Su amor y mejor amigo, Kaito, recurre a la figura paterna para comprender sus sentimientos encontrados. La relación que tiene con su madre es muy distante.
¿Cómo resolver la aproximación a la muerte? Kawase lo expresa de dos formas muy diferentes. La primera, de forma abrupta y sin contención, en la escena que abre el film, a través del degollamiento de un carnero, con un plano que mantiene hasta su último aliento. La segunda, la muerte de la madre de Kioko, rodeada de los suyos, mientras cantan y bailan en un momento con una gran carga ceremonial que transmite paz y que viene a ser como una reconciliación con una etapa espiritual.
El mar es otro elemento importante dentro del film de Kawase. Su entidad está relacionada con los estados de ánimo de los personajes y de nuevo, también con la muerte. De fondo planea el recuerdo del tsunami ocurrido en 2011, que tiene que ver con otro aspecto importante de la cinta, acerca de la desaparición repentina de un ser querido.
Still the Water conserva el lirismo y alegorías habituales en Kawase, pero a la vez muestra una narrativa más directa y evidente, como la elección de incluir imágenes de los desnudos de los jóvenes con cierta carga erótica, algo que, por otro lado, no es nada frecuente dentro del cine japonés.
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