Críticas
Las concesiones del corazón
Sunday Bloody Sunday
Otros títulos: Domingo Sangriento Domingo.
John Schlesinger.. Reino Unido, 1971.
A pesar de tener cuarenta y un años de haber sido filmado, Sunday Bloody Sunday, film del director británico John Schlesinger, no ha perdido su vigencia; por el contrario, actualmente es utilizada en las aulas con fines didácticos como una forma pedagógica de naturalizar el sexo. En la actualidad hay un sinfín de películas que tratan estas temáticas con escenas no tan veladas como en Sunday Bloody Sunday; sin embargo, aquí los diálogos son actuales, siguen siendo crudos y perturbadores, de gran realismo y profundidad al referir la complejidad de las relaciones humanas. Innovadora en su época, considerada “maldita” por el lugar y momento histórico-social en que fue realizada, la película de Schlesinger continúa siendo un referente obligado al hablar de la diversidad sexual.
Un país, Gran Bretaña, envuelto en una crisis económica y política, un año de cambios sociales, 1971, una ficción contada en medio de un conflicto real como escenario. Los tratados de paz entre Irlanda y el Reino Unido, que estaban siendo firmados en medio de manifestaciones de grupos radicales que se oponían a las propuestas políticas, las controversias y los hechos de violencia que eran dados a conocer por los medios de comunicación quedaron registrados en la película, aportando verosimilitud y enfatizando el contexto de los setenta.
Hay que tener en cuenta que al inicio de la década, la homosexualidad era aun considerada como una enfermedad hasta 1973, cuando la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) la excluyó de los trastornos psicológicos. La película no la trata como tema principal, sin embargo, la naturaliza y la plantea como parte de la condición humana: desmitifica un tema considerado tabú, al romper paradigmas, poniendo en escena a actores varoniles interpretando a homosexuales masculinos que intentan relacionarse afectivamente sin que medie la culpa, sin tener que feminizarse. El film evidencia los estilos de vida de los homosexuales de aquella época, que no han variado mucho en cuarenta años.
El director busca que el espectador se adentre en la cotidianidad de los personajes, situación que en apariencia no lleva a ninguna parte, pero que permite la manifestación de los deseos más recónditos y, sobre todo, las concesiones que el individuo está dispuesto a hacer cuando está enamorado, cuando es vulnerable, a cambio de un gramo de amor o una caricia correspondida.
La película va más allá de la simple expresión de la homosexualidad, la condición bisexual del ser humano, pocas veces tocada en el cine, es también abordada con igual naturalidad, si bien se sigue creyendo que se nace heterosexual u homosexual, o las dos cosas, Schlesinger plasma cinematográficamente ese libre tránsito sexual, ambiguo y cambiante al antojo, a través de un personaje realizado sexualmente –incluidas sus dotes físicas y carisma de Adonis del siglo veinte- quien sabe explotar a quienes se enamoran de él.
Una profesión médica, un origen judío, un ámbito familiar conservador, un país en crisis política y económica, un hombre maduro asumido como homosexual, un hombre joven bisexual que vive con desparpajo a expensas de otros, una mujer a quien no le queda otra alternativa que compartir el amante de turno con otro hombre, todos estos elementos mezclados cuentan una historia dramática, con sesgos neuróticos, pero con una resignada aceptación de su realidad, caracteres a los que el tiempo ha alcanzado, quienes jamás podrán ser capaces de tomar las riendas de sus propias vidas, en donde el confort y el conformismo han triunfado.
Alex Greville (Glenda Jackson), mujer de personalidad tensa y desordenada, siempre llega tarde, de mirada permanentemente ausente, como si el pasado no le permitiera ser feliz, se ha enganchado con Bob Elkin (Murray Head), quien sólo es capaz de ofrecerle unas cuantas migajas de sexo y afecto, y tiene que compartir con su contrincante, un hombre de cincuenta años, el Dr. Daniel Hirsh (Peter Finch). La tesis principal del film borda sobre las concesiones humanas que se está dispuesto a hacer con tal de retener al objeto del deseo, pues no tienen una mejor opción, porque en ese momento es lo único que hay a la mano o lo que pueden obtener. El estado de enamoramiento de Alex y Daniel alrededor del gigoló es tan embriagante que deambulan como entes nocturnos en espera de un indicio de atención.
La película abre presentando a cada uno de los personajes, el Dr. Daniel en plena consulta, Alex en su departamento sucio y descuidado, reflejo de su persona. Para presentar a Bob, la cámara hace un recorrido por su departamento. El espectador intuye de quién se trata y a qué se dedica, haciéndolo parecer como un fantasma por medio de un emplazamiento fijo de la cámara. Un discurso fílmico que anticipa al espectador que Bob podría ser parte del sueño de cualquiera. Un amor inalcanzable, un amor platónico, un deseo oculto o una realidad que acabará sólo en recuerdos tristes y nostálgicos que con el tiempo se confundirán.
La historia se desarrolla por medio de las emociones de los personajes, los planos cortos y, en conjunto, acercan al espectador de manera contundente con sus vidas, y lo sensibilizan con todo lo que les sucede. La iluminación emula una luz natural de la tarde con un cielo casi siempre nublado. Los sonidos tienen un rol muy importante, principalmente durante la primera mitad de la película: los tonos de las líneas telefónicas ocupadas, los ladridos del perro y los gritos estridentes de los niños crean una atmósfera apabullante y estresante que contrasta con el drama interno que viven los personajes y el espectador.
Los diálogos, de contenidos cotidianos, pero con un alcance universal: como cuando una paciente confiesa nunca haber sido tocada sexualmente por su marido, ni siquiera en su noche de bodas, situación que de tan absurda resulta patética, ya que la mujer está resignada a aceptarla, antes que encontrarse en una situación de divorcio y ser objeto de señalamiento social por la clase a la que pertenece. Un importante reflejo de los prejuicios entonces prevalecientes.
Al final sólo se lamentan del hecho los amigos y familiares, pero nadie juzga, al contrario, los lazos se hacen más fuertes, la expresión de la sexualidad es solamente vista como parte inherente al ser humano, dándole mayor peso al valor de las personas como tales, finalmente no somos solamente sexo, dando sitio a una complicidad y solidaridad, a una sociedad prometedora y tolerante. Vivir una mentira es mejor que nada, conclusión final de esta arriesgada propuesta que hoy podría parecer conformista y, sin embargo, hace cuarenta años las diversidades sexuales estaban señaladas como perversas, llenas de culpa religiosa, lejos de ser vistas como alternativas para ser feliz.
Tráiler:
Ficha técnica:
Sunday Bloody Sunday / Domingo Sangriento Domingo , Reino Unido, 1971.Dirección: John Schlesinger.
Guion: Penélope Gilliaty
Producción: Joseph Janni
Fotografía: Billy Williams.
Música: Ron Geeson, Trío Soave sià il vento de la ópera Cosi fan tutte de Mozart
Reparto: Glenda Jackson, Peter Finch, Murray Head, Peggy Ashcroft, Maurice Denham, Vivian Pickles, Frank Windsor, Thomas Baptiste.
Muy buen artículo sobre una película muy interesante.
Acabo de verla y me ha parecido sumamente interesante cómo se trata el tema de la homosexualidad en la época, alejándose de estereotipos feminizados o personajes atormentados. Película muy interesante. Gracias por el artículo, ha complementado mi visionado de la película.