Críticas
Deconstruyendo el género adolescente
Súper empollonas
Booksmart. Olivia Wilde. EUA, 2019.
Molly se ha esforzado cada día de la secundaria para sacar las mejores notas, llenarse de créditos académicos y así entrar en la mejor universidad. Su sueño: ser la senadora más joven de los Estados Unidos. Junto con su mejor amiga Amy, quizás su única amiga, se han mantenido al margen de las fiestas. Y esto ha funcionado bastante bien. Molly irá a Yale y Amy irá a África por el verano a hacer trabajo comunitario con las mujeres locales. Ninguna de las dos son precisamente queridas por el resto de su grupo, pero entre ellas tienen una relación de amistad bastante fuerte de aliento y soporte.
Pero el mundo de Molly se derrumba cuando se entera, por casualidad, que los chicos más populares y fiesteros del curso también irán a prestigiosas universidades, y si no, trabajarán para Google. Ellos, a diferencia de Molly, no se interesaron solo por la escuela, sino que hicieron los dos, diversión y estudio. Impulsada por Molly, las dos amigas deciden ir a la fiesta. Su misión: llegar a la casa donde los demás chicos están celebrando el fin de año, en un intento por salir de la biblioteca y demostrar que ellas también pueden ser divertidas.
Debut directorial de Olivia Wilde, Súper empollonas (2019) no es la típica película adolescente. La frescura atrevida de sus diálogos y la comedia visual que se construye en torno a la historia es opuesto a las bien conocidas películas del género, como Supersalidos (Superbad, Greg Mottola, 2007) o Porky’s (Bob Clark, 1982), que centran su relato en la conquista amorosa o en la pérdida de la virginidad, obviamente de parte de los personajes masculinos con las mujeres limitadas al margen y, por lo general, cosificadas como el premio a ganar. La misión aquí es emborracharse, tirarse a la pileta y despreocuparse de todo por una noche. Y no importa si están vestidas iguales.
Es claro que Molly y Amy tampoco son las adolescentes que ya conocemos de memoria de otras películas de dicho género. Molly es la presidenta del curso, obsesionada con sacarse las mejores notas y Amy es una activista feminista lesbiana. El personaje de Molly no se define únicamente por su carácter de sabelotodo, porque también es condescendiente hacia sus compañeros. De hecho, la película inicia con un discurso motivacional que escucha Molly, donde remarca el esfuerzo que ella ha hecho, pero también denigra en cierta manera al resto que no está a su aparente altura. Por otro lado, la orientación sexual de Amy es llevada con tanta naturalidad que sus padres asumen erróneamente y sin problema alguno que ambas amigas tienen una relación que va más allá de la amistad.
No solo sus roles se alejan de los ya agotados clásicos estereotipos, sino que el resto del ensamble de personajes presenta configuraciones distintas, como el deportista al que le gusta Harry Potter, la chica popular que obtiene las mejores notas en los exámenes preuniversitarios pero también se jacta de sus habilidades sexuales o, incluso, el chico rico que cree poder comprar el afecto de sus compañeros, personajes que hasta llegan a desarrollarse en un mínimo arco narrativo y no se encasillan en meros adjetivos peyorativos.
Lejos está la concepción binaria de género y sexualidad; con espontaneidad y franqueza, se habla sobre sexo, masturbación y orgasmos. La homosexualidad no es un tabú, la salida del clóset no es un impedimento ni un secreto que oprime a sus personajes. En este gesto de normalización de personajes diversos, yace la intención de deconstruir ciertos roles asignados para presentar múltiples identidades con diversas expresiones de género, orientación sexual y hasta gustos y preferencias; al fin y al cabo, todos somos personas.
Sobre la trama de la película, la acción no decae ni deja de entretener, pues la puesta en escena se nutre de una acertada edición, que se articula en función a generar risas durante el camino que recorren las chicas para llegar a la casa. Casi como una comedia de género screwball, donde todo le sale mal al personaje, es evidente que el porno lésbico “educacional” que ven en el auto conducido por el director de la escuela va a sonar en el parlante del vehículo, pero aún así Súper empollonas provoca risas en las sorpresas que tira por el camino, como las vitaminas en forma de cocaína y el ridículo asalto al chofer de delivery de pizza.
Bajo la premisa de mostrar, a través de imágenes, lo que están sintiendo los personajes, ciertas secuencias rompen con la estética visual, como una escena de baile coreografiada, donde se evidencia el romanticismo de Molly o una animación tipo stop motion con muñecas para evidenciar el atasco físico sensorial que experimentan, producto de una droga consumida por accidente.
Pero no todo es risa y diversión. El momento más dramático de la película llega con una pelea entre Molly y Amy. La mirada de los demás presentes cae sobre ellas y aparecen destellos ocasionales de teléfonos celulares que graban el incidente irrumpiendo la privacidad. La cámara fluctúa para encuadrar entre línea de diálogo y respuesta los rostros de ambas, en un plano secuencia que nos sitúa en el medio de la discusión y nos hace partícipes, pero a vez cómplices, porque es posible identificarnos con un poco del carácter de cada una. Cuando las palabras se tornan punzantes, la música se diluye y ya no escuchamos lo qué están diciendo, pero percibimos las heridas de las palabras que brotan como verborragia.
Lejos de ser moralista, Súper empollonas no pretende ser una lección de sentar cabeza, sino más bien reconoce que la inteligencia adopta un sin fin de formas distintas, así como sus personajes mismos. La proeza de Wilde es que se vale del género adolescente con sus convenciones y reglas, para romper la estructura clásica que la ciñe y sugerir nuevos arquetipos de personajes, con la mira siempre puesta en el tema principal: la amistad entre dos mujeres, quienes a pesar de sus diferencias, miedos y complejos, se nutren de un vínculo de apoyo incondicional a lo largo del viaje.
Trailer:
Ficha técnica:
Súper empollonas (Booksmart), EUA, 2019.Dirección: Olivia Wilde
Duración: 102 minutos
Guion: Emily Halpern, Sarah Haskins, Katie Silberman
Producción: Annapurna Pictures / Gloria Sanchez Productions
Fotografía: Jason McCormick
Música: Dan Nakamura
Reparto: Kaitlyn Dever, Beanie Feldstein, Lisa Kudrow, Jason Sudeikis, Jessica Williams, Will Forte, Mike O'Brien, Molly Gordon, Billie Lourd, Skyler Gisondo, Noah Galvin, Diana Silvers, Mason Gooding, Victoria Ruesga, Austin Crute, Eduardo Franco, Nico Hiraga