Una mañana como cualquier otra, mientras el director bosnio Danis Tanovic leía en el periódico las noticias de su país, se indignó profundamente al conocer la historia de una familia romaní víctima de una gran injusticia social. La mujer había perdido un embarazo y los médicos de Tuzla (la ciudad más cercana de su pueblo natal) le negaban la intervención necesaria para evitar una septicemia con riesgo de muerte. La familia no disponía de seguro médico ni tampoco de dinero para abonar al hospital.
Tanovic envió a un joven periodista para corroborar la historia. Cuando este regresó confirmándola, decidió él mismo acercarse a la familia. Al escuchar lo sucedido no le quedaron dudas de que quería llevar esa historia al cine, pero comprendió enseguida que para poder ajustarse al escaso presupuesto y al poco tiempo de que disponía, deberían ser los integrantes de la familia los actores de su película.
Nazif y Senada, el matrimonio gitano, aceptó el desafío y así nació An Episode in the Life of an Iron Picker. Al momento, sólo una organización se había prestado a publicar su historia, pero una película sería otro medio para dar a conocer a mucha más gente lo sucedido.
El film es un retrato crudo pero real de la vida en un barrio romaní de las afueras de Tuzla, Serbia y Herzegovina. Su gente sufre discriminaciones, no dispone de trabajo estable (por lo tanto le es imposible tener un seguro médico) y debe rebuscarse cada día para poder dar de comer a sus hijos. Pero el mensaje es que estas condiciones adversas los hacen más fuertes para no rendirse ante las puertas que se les cierran. La posibilidad de perder la vida de Senada y dejar a una familia destrozada termina siendo un contratiempo más en la larga lista de obstáculos que logran superar sus integrantes.
An Episode in the Life of an Iron Picker es una de las pocas películas orientada a una gran audiencia internacional, que muestra al pueblo romaní de una forma digna, a pesar de estar afectado también por una gran crisis económica. El productor francés, presente en la conferencia de prensa de Berlín, se expresó orgulloso de poder contrarrestar la imagen exótica e irreal que transmitieron otros cineastas de la ex Yugoeslavia (sin nombrarlo dio claras referencias a Emir Kusturica).
Fue muy emocionante ver en el Festival al bebé de Nazif y Senada, clara prueba de cómo pudieron sobrellevar la pérdida del embarazo y sortear el peligro de muerte. Por gratitud al cineasta, el bebé se llama Danis.
Danis Tanovic, acostumbrado a filmar películas de alto presupuesto, estaba francamente sorprendido de cómo logró llegar a Berlín con un largometraje de 17.000 euros. En tierra de nadie (No Man’s Land, 2001) fue la obra qué más premios le otorgó, incluido el Oscar a la mejor película extranjera y al mejor guion en Cannes. En la Berlinale 2013 su largometraje se llevó dos Osos de Plata: el gran premio del jurado y mejor actor para Nazif Mujic.
El trabajo de Tanovic ha sido increíble, si consideramos que ninguno de los participantes de la película es actor. Los vecinos son los vecinos reales de Senada y Nazif, la madre y la cuñada de Senada son ellas mismas y hasta los médicos son miembros del personal del hospital (aunque, por razones obvias, no son los mismos médicos que le negaron la intervención a Senada).
El film toma características de documental cuando nos adentramos en la cotidianidad de la familia: Senada cocinando, las niñas jugando y viendo televisión, Nazif cortando leña o juntando metal de autos con su vecino, todas, escenas de su rutina real. Tanovic afirma que logró esa naturalidad sólo luego de convivir por un tiempo con la familia. Al principio, las niñas estaban constantemente arriba de la cámara, pero después se acostumbraron, como a todo. No hay música en ningún momento y hay planos muy cercanos, sobre todo de Senada y Nazif, para transmitirnos sus profundos sentimientos.
Tampoco Tanovic contó con un guion formal, básicamente fue filmando lo que le contaron de la forma más natural posible (sin libreto pre memorizado). No hay efectos especiales de ningún tipo, la nieve de las últimas escenas fue real y hasta provocó contratiempos al equipo de filmación.
A pesar de no ser actores, el matrimonio nos transmite sus emociones de forma muy fuerte. Quizás la intensidad de lo sufrido les permite recordar y compartir lo vivido sin necesidad de ninguna técnica actoral. La escena final es conmovedora: Nazif, con un rostro radiante de felicidad, le prepara un café a Senada, ya sabe que su esposa está a salvo de una vez por todas. Senada admitió que fue muy triste revivir ese episodio en su vida, pero quería de todo corazón evitar que alguien pasara por lo mismo que pasó ella.
Danis Tanovic está convencido de que cuando ve algo incorrecto lo mejor es mostrarlo y hablar de eso. Probó con política y no le resultó, por el momento elige al cine como medio de expresión. Su país está en crisis hace veinticinco años, la guerra terminó, pero muchos problemas siguen sin solución. An Episode in the Life of an Iron Picker es un claro ejemplo de utilización del cine como herramienta de denuncia de una injusticia social. Es uno de los motivos más sublimes de este medio, y cuánto más se logre divulgar este episodio, tanto mejor. Bien por el equipo completo de este film, porque para comenzar a difundir no está para nada mal la audiencia del Festival de Berlín, con su récord de venta de más de trescientas mil entradas en 2013.
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