Críticas
Romance de la traición moderna
Take this Waltz
Sarah Polley. Canadá - España - Japón, 2011.
Take this Waltz, la segunda película como directora de Sarah Polley, comienza con una introducción irónica del tema. La protagonista, Margot, interpretada por Michelle Williams, visita la Fortaleza de Louisburg, un museo histórico de Canadá, por su trabajo para un folleto turístico. Allí es testigo de la escenificación de un matrimonio católico por la iglesia, en la época de la colonización francesa, y luego de una flagelación a la que es invitada a participar. En el letrero que lleva el reo se lee, como un título de lo que será el filme, “adúltero”.
En su ópera prima en la dirección, Away from Her (2006), la actriz canadiense de Mi vida sin mí (2003) y La vida secreta de las palabras (2005) de Isabel Coixet se ocupó de algo parecido. En ese filme Fiona, una anciana con alzhéimer, parece olvidarse de su esposo, que le había sido infiel, e inicia otra relación en el asilo en el cual es internada. En Take this Waltz, Margot, que es joven, conoce en el museo a Daniel (Luke Kirby), vuelve a encontrárselo en el vuelo de regreso, y en el taxi que comparten se entera de que son vecinos. “Estoy casada”, le lanza como un balde de agua fría, luego de haber jugado con él durante el trayecto.
Pero en el cine se sabe lo que todo eso significa y adónde ha de conducir, y en Take this Waltz incluso son puestas las cartas sobre la mesa con un sutil toque de reflexividad. En una secuencia de travellings que sigue a Margot, quien ha ido a buscarse a sí misma y a Daniel, en un momento de angustia, a la soleada playa de un lago, cuando ella mira a la cámara se descubre que el plano ha pasado a representar en un momento indeterminado el punto de vista de él, que también ha estado buscándola. La fuerza interior del destino que lleva a Margot hacia Daniel es explícitamente análoga allí a la voluntad que ejerce la narración sobre los personajes de un filme como ese, al seguirlos y hacer que sus vidas se crucen. El tema musical “Radio Killed the Video Star” de The Buggles también establece una analogía entre esa atracción y los caprichos de la moda, que es irónica pero menos sarcástica que la comparación del cambio de viento del amor con las lagunas del alzhéimer en Away from Her.
Uno de los atractivos del filme es la crítica de la concepción pecaminosa del adulterio como cosa anterior a la Revolución Francesa. Pero el temor a ser infiel también está vinculado a la inmadurez, lo que es ir más allá. El matrimonio feliz de Margot y Lou tiene algo de infantil, que se manifiesta en la manera como juegan en la intimidad. Por tanto, traicionar al marido tiene irónicamente algo de crecimiento personal, como escribirían en un libro de autoayuda. Lo difícil para la protagonista es encontrar el coraje para seguir el destino que la conduce hacia Daniel y romper con Lou, personaje al que las pocas palabras y el físico de Seth Rogen dan un aire de conformismo, y que emblemáticamente es chef de un solo plato, un cocinero que ha hecho del pollo su exclusiva especialidad. La posibilidad de la ruptura, además, es planteada como un llamado a aprovechar las oportunidades de una juventud que no dura, como se ve en una secuencia en las duchas de una piscina, en la que son comparados los cuerpos jóvenes y los de las mujeres mayores. Todo eso se conjuga en el dilema sentimental y existencial de Margot, que asimismo es consecuencia de un capricho del destino y tiene un toque frívolo, como un cambio de la moda, lo que hace de ella un personaje singular.
También se destaca en Take this Waltz el trabajo de Michelle Williams. Si bien hay algo de calco en su personaje de la Cindy que interpretó en Blue Valentine (2010), no por eso deja de sobresalir su capacidad de expresar con el cuerpo y el rostro las dudas, las angustias y la frescura de Margot, principalmente en la interacción con Lou y con Daniel. Lamentablemente faltaron actores que estén al nivel de ella, como Ryan Gosling en el filme de Derek Cianfrance, por lo que los dúos terminan siendo más bien solos. En esta película Williams también tiene la oportunidad de mostrar su cuerpo desnudo en varias escenas radiantemente iluminadas, incluida una secuencia de montaje en la que hace el amor de diversas maneras y bajo luz diurna, en planos generales. Ese es otro gesto de antimedievalismo que hay que agradecer en esta película, que con esa evocación de la libertad de los años setenta se contrapone a la pacatería que ahoga en la actualidad a Hollywood, aunque evitando también la explotación del desnudo en la que se solía incurrir en esa época, incluido el cine de autor.
Quizás hay eso también, una reivindicación de la identidad del Canadá anglófono. Pero si hay algo que debe criticársele a Take this Waltz es que llevó eso último a un extremo que resulta poco verosímil. El barrio de clase media en el que desarrolla la historia es un paraíso de eterno verano, gente amable y convivencia armónica entre los blancos, los indígenas, los extranjeros y los negros. Las preocupaciones sociales no existen, la policía es amable y la gente se divierte sin exagerar. Incluso la música es un homenaje patriótico a la cultura de ese Canadá, empezando por la pieza del título de Leonard Cohen. La suma de todo eso es demasiado edulcorada para que pueda cuajar siquiera como mito urbano de Toronto.
Tráiler
Ficha técnica:
Take this Waltz , Canadá - España - Japón, 2011.Dirección: Sarah Polley
Guion: Sarah Polley
Producción: Sarah Polley, Susan Cavan
Fotografía: Luc Montpellier
Música: Jonathan Goldsmith, con temas de Leonard Cohen, The Buggles, Feist y otros
Reparto: Sarah Polley, Seth Rogen, Luke Kirby, Sarah Silverman