Críticas
Identidad sexual
Te estoy amando locamente
Alejandro Marín. España, 2023.
El cine español agita el avispero de las temáticas más coyunturales del momento y saca a relucir aquellas propuestas que están en la onda y que la moda favorece su visibilidad. Que se sitúan dentro de las intenciones positivas y proponen cuestiones de las que se hablan en los informativos y en la calle.
La heterogeneidad de miras y la amplitud de formas es una postura que observa, a modo de sociología, las tendencias actuales para incorporar argumentos que proporcionen validez y pluralidad a un mercado cinematográfico atento a los focos urgentes.
En este sentido, todo lo que rodea a la militancia del colectivo LGTBI en su amplio y diversificado espectro constituye hoy en día una razón de ser, casi un género en potencia. La plenitud en su voz y eco, que ha llegado para quedarse (afortunadamente) y desea que su sombra sea lo más alargada posible.
Más si cabe en tiempos convulsos que, en vez de ser tolerantes y abiertos, se hayan polarizado, y me refiero a la situación de España y a su ámbito político, con la entrada en gobiernos municipales y autonómos de un partido de extrema derecha (Vox), cuya alianza de gobernanza con la marca conservadora del Partido Popular está poniendo freno a toda muestra de orgullo gay.
Para entender el presente no hay nada como recuperar parte de la memoria histórica que atañe al compromiso de homosexuales, lesbianas y transgénero por visibilizar y normalizar su causa. Se trata de recuperar la lucha enconada y difícil de estas personas perseguidas (en el mejor de los casos) y apaleadas (en el peor) para reivindicar una identidad sexual cada vez más asentada en la sociedad.
El pasado contemporáneo y más cercano necesita conocerse a fondo para comprender y entender que los logros actuales no son casualidad y sí mucho de sacrificio, esfuerzo, tenacidad y resistencia. Actitudes que labraron, no sin angustia y miedo, las ventajas y conquistas de personas que lo dieron todo para que el mundo pueda ser un poquito más tolerante.
El cineasta malagueño Alejandro Marín, formado en la ESCAC barcelonesa y forjado en el ambiente audiovisual madrileño, junto a la guionista y productora Carmen Garrido, sondea los años revolucionarios de los setenta para construir una historia inspirada en hechos reales sobre la primera manifestación gay en Málaga. Una manifestación que vino precedida de un acto parecido ocurrido unos meses antes en Barcelona, en la que se salió a la calle a reivindicar, aunque no se solicitó permiso a la autoridad competente.
Te estoy amando locamente (2023, España) sitúa su acción en 1977, en la ciudad andaluza de Málaga. Aquí, todavía perviven los síntomas de un país con el sesgo de las fuerzas fácticas, cuyas garras obedecen a los rescoldos de la dictadura, cuyo contrapunto son los leves aires liberadores que se dejan notar en algunas parcelas que comienzan a coquetear con los cambios que, a marchas forzadas, se están produciendo en la nación.
Para tejer la transformación y ofrecer una perspectiva viva y consecuente con los pasos para avanzar camino de la progresión, Alejandro Marín fija la dialéctica de su relato en una madre, Reme (Ana Wagener), mujer viuda, conservadora, modista de profesión y poco decidida a implementar los cambios que se incorporan tras la muerte del sátrapa. A esta progenitora de coraje, luchadora pero arrugada para dar su visto bueno al vendaval de novedades que arrastra la Transición, se opone su único hijo, Miguel (Omar Banana). El chaval es inquieto, le gusta cantar y su objetivo más inmediato es participar en un concurso de televisión que busca nuevos talentos para la canción. Su madre, sin embargo, quiere que estudie y se labre una profesión de porvenir. Que encuentre un trabajo siempre en círculos correctos y plegados a vínculos añorantes del extinto régimen militar.
En este espacio y escenario en proceso reivindicativo, dos personajes acaparan la atención e interés del relato que se manifiesta divergente desde la escena de apertura. La película, que cuenta con una producción ajustada, reserva los logros más plausibles y los momentos estelares, de carácter íntimo, para articular los rasgos que hacen de Reme una figura taimada en un ser transformista y respetuoso con un ambiente que no acepta al principio y termina por abrazar. Existe el tópico que viene a decir que una madre en buena sintonía con su hijo es capaz de hacer cualquier temeridad con tal de hacer feliz a su prole.
A través de los ojos, conciencia, determinación, valentía y riesgo de Reme se intuye a una criatura cuajada de dolor e infortunios, que cuando asume que el flujo de novedades libertarias que añade el giro radical que está dando la sociedad española y que le atañen por lazos de sangre, se convierte en una mujer que lucha por la igualdad y tolerancia para un conjunto de ciudadanos, cuya identidad sexual era distinta a la norma generalizada del machismo y feminismo más rancio.
Para que Reme sea una abanderada de la defensa de la homosexualidad ha tenido que sufrir lo indecible, siendo testigo de los coqueteos de su hijo Miguel con los colectivos marginados y acechados por la ley. Miguel, por su lado, impaciente por salir del armario y mostrarse ante los más allegados y cercanos como un chico gay sin tapujos ni vergüenzas, se infiltra a escondidas entre los pioneros gays que comienzan a movilizarse en favor de sus derechos.
Miguel cae de pie, tiene suerte, encuentra lo que busca, le apoyan y lo integran. El joven despertará, se autoconvencerá, ganará en autoestima, se sentirá útil y encontrará a la gente y los estímulos necesarios para alcanzar su objetivos de convertirse en un artista.
Alejandro Marín dispone de un guion animoso y combativo. A través de su caligrafía cinematográfica y una arquitectura visual atenta al punto de vista íntimo como a los apuntes generales, ofrece una crónica transparente, con los rasgos justos, de la epopeya de chicos y chicas LGTBI por conquistar la dignidad que se merecen, teniendo en cuenta que partían de una feroz regresión y eran considerados peligrosos sociales. En este aspecto, como retrato entusiasta de que los sueños son posibles para Miguel y que una madre pueda abrirse a la libertad de su hijo, Te estoy amando locamente tiene un discurso que, a su modo, ofrece una panorámica amena y emotiva, de emociones reprimidas que quieren salir del ostracismo y levantar la voz a favor de la tolerancia.
Tráiler de la película:
Ficha técnica:
Te estoy amando locamente , España, 2023.Dirección: Alejandro Marín
Duración: 107 minutos
Guion: Carmen Garrido Vacas, Alejandro Marin
Producción: Escándalo Films, ESCAC Films, Zeta Studios, La Pepa Films
Fotografía: Andreu Ortoll
Música: Nico Casal
Reparto: Ana Wagener, Omar Banana, Alba Flores, Jesús Carroza, Carmen Orellana, Lola Buzón, La Dani, Pepa Gracia y Carlos Bernardino.